CAPÍTULO 32

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Llego a paso apresurado hasta el baño y abro el grifo para remojarme la cara. Me recuesto con las manos apoyadas en la pica para calmar mi respiración y los latidos desbocados de mi corazón. No sé que mosca me he picado para que haya saltado de esa forma con Samuel.

No estoy acostumbrada a reaccionar así, no me gusta destacar y eso es justo lo que acabo de hacer. Peor aún, me he enfrentado abiertamente con el socio ejecutivo más importante en estos momentos.

«Si te despiden te lo tienes merecido, por metiche.»

Luego de serenarme y verme con fuerzas para volver a afrontar el mundo real, me doy el último vistazo en el espejo alisando los pelos que me han quedado revueltos y salgo aparentando seguridad.

—¡Seguro que esto es por ella! ¡Y no te atrevas a mentirme porque te conozco!—cuando llego al segundo piso, los gritos furiosos de Dakota espantan a cualquiera que quiera acercase.

Parece un ratón enjaulado dando frenéticas vueltas por el pasillo y trato de pasarla por el lado sin ser notada, pero obviamente no puede ser.

Al pasar, estira su brazo hacia atrás y golpea los benditos papeles que se esparcen por el suelo.

Eso parece hacerla darse cuenta que tiene espectadores y tras lanzarme una mirada asesina y apretar fuertemente la mandíbula, cuelga y deja al interlocutor hablando solo.

—¿Está todo bien?—pregunto para no hacer la situación más incomoda, pero eso no hace más que empeorarlo.

—¿Es que a caso no lo ves?—ironiza mirándome desde arriba como si fuera tonta.

—Perdona, no quería meterme en tus asuntos.—me apresuro a disculparme y terminar de ordenar los documentos para salir lo más rápido posible de aquí.

Estoy a punto de salir corriendo cuando escucho un fuerte soplido por su parte y la veo agachándose a mi altura para ayudarme con el desastre. Es este momento no puedo hacer otra cosa que quedarme mirándola como si le hubieran salido dos cabezas.

—Discúlpame tú a mí, no tendría que haber reaccionado de esa manera.—se excusa sin dirigirme la mirada y yo aún estoy estupefacta.—¿Que tanto me miras?—me recrimina alzando la vista cuando nota mis ojos fijos en su persona y frunce el ceño esperando la respuesta un tanto molesta.

Parpadeo repetidas veces y esquivo su penetrante mirada concentrándome de nuevo en ordenar y callar.

—No, nada. Es que estás siendo...amable.—balbuceo sin saber cómo decirlo sin que suene insensible.

—También tengo corazón, ¿sabes?

—¡Por supuesto!—aclaro rápidamente negando con los ojos bien abiertos.—Es solo que no me esperaba esta reacción.

Ríe seca y tras ese patético intento de conversación, nos volvemos a quedan en silencio hasta que acabo de recoger y me falta tiempo para salir disparada de ahí, pero para mi desgracia Dakota me para.

—¡Oye, Viola!

—Violetta.—la corrijo cuando ya me he alejado lo suficiente como para respirar un poco más tranquila. Solo un poco.

—Como sea.—murmura restándole importancia con la mano y la miro con una ceja alzada.—He estado llamando a Christopher, pero me salta el contestador, ¿sabes dónde está?

—Se ha tenido que ir a una conferencia de última hora a Nueva York.—respondo como si nada, pero por lo que se ve mi respuesta no le ha gustado porque su rastro de sonrisa se extingue por completo.

—¿Como sabes eso?—me remuevo inquieta en el sitio sin saber cómo responder ya que no estoy segura de su estado de humor y no quiero terminar a puñetazo limpio.

DOBLE MENTIRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora