—¿Quién era?—pregunto señalando a la puerta, ahora cerrada.
—¿Quién era quién?—se hace el desentendido sirviéndose una copa de whisky.
—El hombre que me ha confundido con una tal...¿Marlene?—pronuncio titubeante y el vaso queda a medio camino entre la mesa y su boca. Lo veo apretarlo hasta que sus nudillos están blancos como el papel.
—No vuelvas a pronunciar nunca más su nombre.—silba con rabia y se bebe lo que queda de golpe hasta se da cuenta que ha sido rudo y lo intenta rectificar.—Lo lamento, no está siendo un buen día.—rectifica dejando el vaso ya vacío de vuelta a la bandeja y se sirve otro.—¿Quieres?—me ofrece y niego rotundamente.
Son las nueve de la mañana y ya está bebiendo, sí que debe haber pasado algo grave porque normalmente se bebe un vaso como máximo y por la tarde.
—No, gracias.—no suelo beber.
Echo un vistazo a la oficina sin saber donde meterme. Está siendo un momento bastante incómodo, al menos para mí. Noto sus ojos quemando mi nuca mientras yo los evito a toda costa pasando la vista por cualquier rincón alejado de su persona.
Su oficina, al igual que la mía, deja entrar mucha luz natural y las vistas son preciosas. Al extremo izquierdo de la oficina hay bien colocados tres sillones blancos con sus respectivos cojines y mesas. La alfombra de pelo gris queda camuflada por las baldosas del mismo color y no puedo evitar admirar su buen gusto.
No me esperaba su oficina decorada de es manera, detecto un sutil toque femenino, pero podría estar equivocándome.
—Me han dicho que has preguntado por mí antes, ¿necesitas algo?—hablo cuando ya no sé que más observar.
—Sí, quería hablar contigo sobre algo importante.—le vuelve a dar un sorbo al vaso y lo deja vacío de vuelta a la bandeja tomándose todo el tiempo para abrocharse su estallado traje y sentarse cómodamente en su butaca de piel.
Hace rato ya que estoy sentada y lista para escuchar lo que tiene que decirme. El echo que se esté tomando las cosas con tanta calma me inquieta y tengo que cruzarme de brazos para dejar de retorcerme los dedos y tamborilear los talones en el suelo.
—El hombre que has visto antes salir de mi despacho es uno de los grandes inversores y socios que acaba de llegar de Australia.—lo miro asombrada y parece complacido con mi reacción.—Su nombre es Samuel Kelly y a pesar de ser uno de los dueños de una gran sede, es un gran amigo mío y ha decidido quedarse por un tiempo, así que os vais a ver mucho.—a pesar del orgullo con el que ha hablado de él, noto cierta vacilación en sus últimas palabras.
—¿Algún problema?—inquiero al verlo arrugar la nariz, como si hubiera olido mierda.
—Solo una cosa más.—se recuesta con las manos encima del escritorio para quedar más cerca y titubea antes de hablar.—Si Samuel te dice cualquier cosa acerca de esa mujer con la que te confundió antes, dímelo de inmediato.—proclama firme.
—¿Por qué?—sí, lo sé, mi curiosidad es inmensa y puedo llegar a meterme en problemas. Como por ejemplo ahora cuando tengo que aguantar la mirada penetrante de Christopher.
—Porque lo digo yo y punto.—golpea el escritorio con la mano abierta y pego un bote del susto.—Porque no quiero que te incomode con sus desvaríos.—aclara esta vez controlando su genio y su su mirada se dulcificada notablemente.—¿Me lo prometes?
Evaluó la situación y lo analizó cuidadosamente para descubrir el por qué de su repentino interés por lo que me digan, pero lo único que puedo ver es una mandíbula tensada y unas manos apretadas con los nudillos blancos.
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DOBLE MENTIRA
Teen FictionHan pasado cuatro años desde que la vida de su mejor amiga Angelique cambió radicalmente, y ahora es su turno de luchar por la vida que tanto anhela. Violetta Molina no lo ha tenido todo tan fácil. Estuvo metida en una relación que no terminó bien y...