CAPÍTULO 7

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—¡Fabio! Mueve las mesas a la derecha.—grito estresada.—¡Tu derecha no, la mía!

Todo el mundo corre de un lado a otro cargando todo tipo de decorados, mesas, sillas...y yo no les doy tregua. Puedo ser tímida y amable, pero cuando me sale el venazo de mandona no hay quien me pare, y para llevar un negocio como este hay que saber mandar.

—¡Esto no es un concierto de rock, Anton!—exclamo cuando se pone delante de los controladores haciéndose el dj.—¡Baja la maldita música o te despido!—y como si Dios lo hubiera dicho, la música se apaga en ese instante.

—Wow, parece que alguien se ha levantado con el pie izquierdo esta mañana.—irrumpe Nina sorprendiéndome.

Le ofrezco una sonrisa y me abraza, respondiendo a mi sonrisa y dándole una mirada de advertencia al chico.

—No es el pie izquierdo, es la gala de esta noche.—suspiro sonoramente echando la cabeza atrás.—Tiene que estar todo perfecto, porque como no lo esté y tengamos un problema que no podamos solucionar y...

—Violetta.

—¡Qué!

—Respira.—inspira y expira y me insta a imitarla.—Si sigues así va a darte un ataque antes de que esos ricachones entren por la puerta.—ríe pasándome un brazo por los hombros y, pese a todo, no puedo evitar reírme con ella.

—Tienes razón, pero siento que en cualquier momento voy a explorar de nervios, tensión y estrés.—me quejo como cual niña pequeña recostando mi cabeza en su hombro. Esta chica es realmente alta.

Estamos a punto de salir de la sala cuando se escucha un ruido estruendoso a mis espaldas. ¿Y ahora que desastre han hecho ya?

Voy a darme la vuelta para echar la bronca a algún incompetente cuando las fuertes manos de Nina me sujetan por los hombros, impidiéndomelo.

—¿Has hablado con Tiago?—su voz a subido dos tonos y le tiembla ligeramente.

—¿Y este cambio de tema?—pregunto entrecerrando los ojos en su dirección.

Ya nos conocemos lo suficiente como para distinguir cuando está tratando de esconder algo, y este es uno de aquellos momentos.

—Solo te distraigo antes que pierdas la cabeza.—se apresura a impedirme que me vuelva aferrándose a mis hombros cuando hago de nuevo el intento.—Cuéntame, ¿habéis hablado?—se pone a mi lado y se engancha a mi brazo para obligarme a caminar junto a ella.

—Sí, ayer antes de irme a dormir pudimos hablar un poco.—le cuento rindiéndome mientras abandonamos la escena.—Tenía algo de tiempo libre antes de volver al trabajo y me contó que todo allí es fenomenal y le está gustando mucho el trabajo.

—Ahora ya me explico el por qué de tus ojeras y de tu mal humor.—se burla y le pego en el brazo haciéndome la ofendida.—Aunque noto cierto resentimiento.

Me señala con el dedo y con una sonrisa picarona en los labios y, aunque trato de disimular, Nina me conoce demasiado y me mira como diciendo, si me mientes lo sabré. Así que no me queda de otra que decírselo, tomo una gran bocanada de aire y lo dejo ir de golpe.

—Lo echo de menos, es evidente y pensé que él también a mí, pero en cambio solo escucho lo contento que está de trabajar allí y lo mucho que le gusta.—no pretendo sonar enojada, al contrario, me alegro que le esté yendo bien, pero no sentirme como un peso que tenga que arrastrar en su "nueva" vida.

—¿Y que querías que dijera?—ríe mirándome incrédula.—¿Que también te echa mucho de menos y le gustaría estar contigo a todas horas y no a continentes de distancia?—me encojo de hombros y la escucho suspirar.—¿Que bien os haría?

DOBLE MENTIRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora