Temblando como una hoja, mis pies empiezan a moverse como por inercia hacia mi oficina y yo me dejo llevar. Estoy en estado de shock, no soy capaz de articular palabra porque mi garganta de ha cerrado para evitar vomitar y mis ojos se han convertido en una cascada de lágrimas.
Pero es un llanto silencioso. Noto la humedad de ellas en las mejillas, pero soy incapaz de producir sonido alguno.
¿Por qué Tiago? ¿Por qué me has hecho esto? ¿Qué te hice yo para merecer esto?
A medida que avanzo por el pasillo como un zombie, advierto los golpes contra algunos de los clientes que circulaban tranquilamente, pero ni siquiera me detengo cuando oigo un sonido sordo a mis espaldas.
Después de lo que parece una eternidad, llego a mi oficina y es entonces cuando, de golpe, todo lo que venía contendiendo, sale incontrolable con una fuerza arrolladora.
Lloro, lloro desconsoladamente imporantndome bien poco el alboroto que pueda estar causando. Ya no tengo control sobre mí misma. Me siento como un león encerado en una jaula de la que no puede escapar y empiezo a andar de un lado a otro tirándome de los pelos.
—¡¡Contesta, maldito bastardo!!—grito con todas mis fuerzas ante mis cinco intentos fallidos para que atienda al teléfono.
¿Por eso no me ha respondido en todo el día? ¿De verdad ha sido tan cobarde para hacerme esto?
Me estoy desesperando y si lo sumamos a mi falta de aire provocada por el llanto, en cualquier momento siento que voy a desfallecer.
Justo en el momento que lanzo el teléfono al sofá con todas mis fuerzas, la puerta se abre súbitamente y por ella entra un Christopher agitado y turbado. Como si sintiera lo que yo.
—¿Qué haces aquí? ¡Vete!—le grito con la voz rasposa y tapándome la cara para que no vea lo mal que realmente estoy.
—Violetta...
—¡Que te vayas he dicho!—chillo dándome la vuelta.—¿¡No ves que quiero estar sola!?—no quiero que me vea en este estado tan lamentable. Con el maquillaje corrido y con el corazón hecho pedazos.
—Violetta.—insiste manteniendo la calma.—Mírame.—susurra posando sus calientes manos en mis hombros y yo inmediatamente me tenso y me aparto.
Su tacto me vulnera y si me dejo llevar voy a terminar peor que ahora. Necesito estar sola para desahogarme y conseguir asimilar todo antes que otra ola de emociones me arrolle.
Niego con la cabeza repetidas veces hipando, pero Christopher no se da por vencido y me rodea hasta quedar frente a frente. No le veo el rostro, no soy capaz. Solo le veo los relucientes zapatos negros que se detienen a milímetros de los míos y me encojo más en el sitio.
—No te escondas de mí, Violetta.—su tono condescendiente amenaza con destruir las defensas que estoy construyendo y las manos que segundos atrás estaban apoyadas en mis hombros, ahora presionan las mías para alejarlas de mi rostro.
Con algo de reticencia cedo ante su petición y dejo mi semblante demacrado expuesto ante su incesante e intenso escrutinio.
—Es un idiota.—sentencia alto y claro, dejándome momentáneamente estupefacta.—No tiene ni la más remota idea de la increíble mujer que ha tenido a su lado.—su absorbente mirada me abduce completamente.—Y eso lo prueba con lo bajo que ha caído haciendo lo que ha hecho. No merece tu dolor.
Y son estas palabras justamente las que hacen que todas las piedras que en estos minutos he tratado de apilar, sean derribarlas y mi llanto explote de nuevo
—Shh, tranquila.—susurra acercándome a su cuerpo y rodeándome con firmeza por los hombros.
Un abrazo ahora mismo es justo lo que me hacia falta para vaciarme emocionalmente y, sin dudar, lo rodeo de vuelta y me aprieto contra él y entierro la cabeza en su sólido pecho.
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DOBLE MENTIRA
Teen FictionHan pasado cuatro años desde que la vida de su mejor amiga Angelique cambió radicalmente, y ahora es su turno de luchar por la vida que tanto anhela. Violetta Molina no lo ha tenido todo tan fácil. Estuvo metida en una relación que no terminó bien y...