CAPÍTULO 26

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Los camareros acaban de servir la cena a los últimos comensales que quedan y yo ya voy de salida. Ha sido una jornada agotadora y por mucho que quiera tumbarme en la cama y no levantarme hasta la semana que viene, Tiago me ha obligado a salir con ellos. Para celebrar su nueva colección...mejor dicho: quiero salir de fiesta y esta es la menor excusa.

Recojo mis cosas y me dispongo a salir cuando la luz de la recepción llama mi atención y, aún con una duda en el cuerpo, decido acercarme.

—¿Nadia?—me asomo por el mostrador y me la encuentro revolviendo una inmensa cantidad de papeles.—¿Qué haces todavía aquí?—mi presencia le toma por sorpresa porque al querer subir la cabeza, se golpea contra el escritorio.

—¡Auch!—pega un agudo chillido de dolor y se levanta sobándose la cabeza.—Este golpe ha matado las neuronas que me quedaban.—gruñe malhumorada y no puedo evitar soltar una gran risotada. Hecho por el que me llevo una amenazante mirada.

—Lo siento.—me disculpo tapándome la boca para aplacar mi risa.—No no esperaba que estuvieras aquí, ¿que estás haciendo?—curioseo ante tanto desorden.

—El nuevo socio quiere ponerse al corriente con los pedidos, cifras y demanda, así que estoy intentando organizar todos los papeles de los últimos dos años.—responde atolondrada apilando los documentos en diferentes pilas.—¿Y tú?—pregunta deteniéndose y dándose cuenta que no es la única a estas horas.—Pensé que a las nueve y media de la noche sería la última en irme.

—Tenía cosas que hacer.—me limito a encogerme de hombros hasta que se me ilumina la bombilla.—Y, a demás quería averiguar algo. ¿Puedo preguntarte algo y me vas a responder con la verdad y sin cuestionar el como lo sé?—indago mirándola seriamente y ella deja de hacer lo que estaba haciendo para ponerse completamente seria.

—Claro, no te tengo por qué ocultarte nada.—responde prestándome toda la atención.

—Verás, hace días que quería saber quién es esa tal Marlene de la que todo el mundo parece temer y hoy, cuando estaba en el baño, Dakota me ha contado cosas.—empiezo y noto los hombros de Nadia tensarse aunque mantenga su expresión neutral.

—¿Que cosas?—susurra sin aliento, expectante.

—Me ha dicho que Marlene fue la primera directora del hotel que se obsesionó con Christopher y como él no le hizo caso se suicidó.—a medida que hablo, los ojos de Nadia se van abriendo más y más, al igual que su boca, que termina formando una perfecta "O".—¿Es cierto eso?—quiero estar cien por cien segura porque no es un echo que se pueda tomar a la ligera y Nadia es la persona que más confío del hotel.

—¿Qué...¡oh, sí! Sí, es cierto.—exclama agudizando su tono.—Pero, por favor, no intentes presionar en ese tema. De verdad que no vale la pena.—sus ojos se clavan en los míos con una determinación que no había visto antes en ella.

—Ya pero yo quería saber....

—¿Qué querías saber?—la voz alegre de Christopher nos sorprende a las dos y al instante, Nadia suelta mi mano y finge una sonrisa.

—Ah, ¡no se preocupe, señor Brown!—chilla Nadia siendo la primera en reaccionar pues yo me he quedado parada con miedo a ser descubierta.—Solo quería saber si habían llegado las cifras finales del último evento.—muestra una de las pilas de papel al azar y las dos lo observamos con la esperanza que se lo crea.

—Puntillosa como siempre, señorita Molina.—se ríe complacido por mi preocupación. Si solo supiera...—Pero lamento informarte que para estas cosas se tarda por la menos un mes y si se dan prisa.—explica con una actitud relajada, muy diferente a la fiera que se ha despedido conmigo después de la comida.

DOBLE MENTIRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora