CAPÍTULO 8

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Tardamos aproximadamente dos horas en arreglarnos y ya me duele la cabeza. Estoy emocionada por tener esta oportunidad, pero no soy gran fan de las fiestas, prefiero pasar la noche en casa con tranquilidad.

—¡Violetta, vamos! Nos están esperando.—grita Nina desde la cocina.

Me doy un último vistazo al espejo para confirmar que todo esté en orden. Al final he elegido un vestido dorado de tirantes con un notable escote y largo hasta los tobillos, pero lo suficientemente corto como para dejar ver los zapatos de tacón dorados.

—¡Voy!—me doy el visto bueno y tras recoger el bolisto negro, salgo corriendo.

—¿Que tal estoy?—me pregunta cuando llego dando una vuelta sobre sí misma.

Nina se decantó por un vestido verde oscuro con una gran abertura en la espalda y un palmo por encima de las rodillas.
A esta mujer le queda bien incluso un saco de basura.

—Espectacular.—asiento dándole el visto bueno y su sonrisa se ensancha.—Hasta a lo mejor puedas opacarme y pase más desaparecida.—pienso en voz alta y no le gusta mi comentario.

–¡Nunca!—borra la sonrisa de sus labios y me observa seria.—El vestido que llevas te hace reconocible a diez metros.—ríe haciéndome dar una vuelta sobre mis talones y ruedo los ojos ante su excitación

—Genial...

Asegurándose que no se le ha salido ni un pelo de la coleta alta, prácticamente me arrastra hasta el coche y este arranca de inmediato.

Joder, ha este paso no voy a durar ni una hora. Los zapatos ya me empiezan a molestar y eso me hace pensar que podría haberme llevado otros más cómodos de repuesto. El moño bajo me tira demasiado el cuero cabelludo y siento que me voy a quedar calva y el maquillaje pica.

Trato de disimular y aparentar serenidad mientras, de reojo, alcanzo a ver como Nina se aplica, por tercera vez, más pinta labios rojo.

—¿No crees que ya llevas suficiente?—corto el silencio ofreciéndole una sonrisa divertida.—Cuidado que con tanto rojo puedes parece un payaso.—me burlo y lo que ella responde sacándome la lengua y dejo ir una risotada.

—Nunca es suficiente cuando a pinta labios se refiere.—termina de hacerse los últimos retoques en los labios para asegurarse que están perfectos.—A demás, el rojo pasión es sexy.—pone un tono sugerente e inmediatamente alzo una ceja, curiosa.

—¿Alguien a quién desees capaz?—pregunto pícara adivinando sus intenciones.

Justo cuando lo digo, automáticamente se le cambia la cara y ya no sonríe y me mira de lo más seria. Como si hubiera dicho alguna barbaridad...

—No deseo cazar a nadie.—sentencia fría guardando la barra de labios dentro del bolso de forma brusca.

Sé positivamente que se ha enfadado por el comentario, pero no sabe que eso no hace más que confirmar mis sospechas.

Cuando voy a decirle que eso no cree ni ella, el coche frena y el chofer nos indica que ya hemos llegado.

Es ahora cuando los verdaderos nervios empiezan a aflorar y tengo que dar repetidas y hondas respiraciones para calmar el ritmo de mi corazón y el temblor de mis manos.

—Vio, todo va a ir bien.—me anima Nina al ver mi expresión de sufrimiento.—Solo sonríe como solo tú sabes hacerlo y déjalos parados con este increíble vestido.

Me da un último apretón antes de salir primero y esperarme pacientemente para hacer la entrada triunfal. En momentos como estos, preferiría que solo Nina tuviera que asistir. Ella es mi asistente así que no tendría que haber mucha diferencia, pero cuando se lo propuse casi me tira el secador por la cabeza y me gritó que me había vuelto loca y que en la vida repitiera tan aberración.

DOBLE MENTIRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora