—¡Las maletas!—chillo como energúmena desde la habitación.—¡Necesito la maleta grande!—corro de un lado a otro de la casa en busca de la dichosa maleta gris bajo la atenta mirada de Nina.
—¡Te he dicho que le tienes encima el armario!—me devuelve el grito desde la cocina.
Después de nuestra pequeña charla y reconciliación de anoche, me obligó, literalmente, ha prepárale la habitación para que se quedara a dormir.
¿Lo peor? Nina no calla ni debajo del agua y mi "situación" fue la excusa perfecta para darle a la lengua y dejarme sin dormir.
¡Las tres de la mañana y la niña aún con cosas que decir! A ver, no voy a mentir y decir que normalmente voy temprano a dormir, siempre me quedo leyendo hasta que me duelen los ojos, pero ¡vamos! No suele agradarme tener a una mosca cojonera hasta las tantas.
—¿Has visto una mochila roja de piel?—vuelvo a gritar desde el baño.
Es mi casa y ni siquiera me acuerdo dónde dejo las cosas. Increíble, pero en mi defensa diré que Nina me ha puesto la casa patas arriba desde primera hora de la mañana cuando le confesé que aceptaría.
—¿Para qué necesitas una mochila?—inquiere mirándome por encima del hombro cuando aparezco en el comedor con los pelos de loca.
—¿Como que, para qué?—me paro en seco y le dedico una mirada como si hubiera formulado la pregunta más tonta. Y lo ha hecho.—Los libros no se van a tele transportar por arte de magia.—ironizo robando una de sus tostadas y llevándomelo a la boca antes que me pueda detener.
A Nina se le escapa una risotada y me da un manotazo cuando le voy a robar el zumo. Mala amiga, encima que te dejo la casa...
—Y para que te vas a llevar libros, listilla.—me observa burlona desde la encimera.
—No sé, para hacer barricadas con ellos, duh.—chasqueo la lengua y Nina rueda los ojos dirigiéndose a mi estante.—¿Que crees que estás haciendo?—la detengo con el miedo en el cuerpo al verla tocando mis hijos.
—Poniéndote un límite de libros, porque si por ti fuera te llevarías el estante entero.—señala haciendo una pequeña pila de cuatro libros.—Ale, listo.
Me quedo mirando la diminuta pila con los ojos como platos. ¿En serio pretende que sólo me lleve estos cuatro libros.
—Estos son los que se van a quedar, ¿verdad?—río al ver su expresión.
—Violetta, vas ahí a trabajar, no ha una feria de libros.—sentencia colocando su mano encima los libros.
—¡Pero si estos me los leo en cinco días!—exclamo señalándolos con indignación.—Necesito por lo menos siete si quiero pasar el mes, y ya me estoy rebajando mucho.—protesto sin dar mi brazo a torcer.
Vamos a ver: las horas de avión, las horas antes de ir a dormir, cuando esté demasiado estresada en algún evento... Cuatro libros definitivamente se me quedan cortos.
—Si das un paso más, te confisco la cuenta de Wattpad.—decreta con un brillo desafiante en la mirada y elevando el mentón.
—¡No puedes hacerme esto!—Abro la boca, atónita.—Soy adulta e independiente.—me opongo imitando su postura, pero obvio que a ella le queda más natural.
—Entonces actúa como una y déjate de tantos libros.—me ordena dejando las bromas de lado y la miro mal.—Prometo que te los voy a cuidar.—añade al ver la indecisión gravada en mis facciones.
No es que no me fíe, pero... no, no me fío de nadie para cuidar a mis hijos.
Por su postura, siento que Nina no está dispuesta a dejarlo pasar esta vez y alguna de las dos debe darse por vencida.
ESTÁS LEYENDO
DOBLE MENTIRA
Teen FictionHan pasado cuatro años desde que la vida de su mejor amiga Angelique cambió radicalmente, y ahora es su turno de luchar por la vida que tanto anhela. Violetta Molina no lo ha tenido todo tan fácil. Estuvo metida en una relación que no terminó bien y...