TIAGO:
—¡¡Joder!!—llegados a este punto ya arrojo cualquier cosa que esté a mi alcance contra la pared.
Llevo tratando de contactar con Violetta desde la última vez que me llamó para decirme que soy un hijo de puta y no la puedo culpar. Es la verdad.
Soy un hijo de puta por no haberle dicho que me había inventado que Chantel y yo fingíamos ser pareja para que Kaiden la dejara en paz, pero nunca me imaginé que estas fueran las consecuencias.
Estoy desesperado. Quiero contarle la verdad, escuchar de nuevo su voz, refugiarme en sus brazos y suplicarle perdón hasta que no me queden lágrimas.
El timbre de mi apartamento suena, pero no hago ni el esfuerzo para levantarme y abrir. Sea quién sea que me esté molestando, ya puede irse por donde ha venido porque no voy a hablar con nadie.
La persona está unos minutos insistiendo hasta que, por fin se da cuenta que no tengo la puta intención de abrirle la puerta y se larga.
Ahora ya puedo volver a sentirme miserable tirado en el suelo de mi habitación. Solo.
—Levanta tu jodido culo del suelo y dúchate.—la repentina voz de Chantel me hace incorporar de golpe, pero inmediatamente vuelvo a echarme al suelo mirando al techo.
—Qué haces aquí. Lárgate, quiero estar solo.—le contesto con voz monótona.
No quiero tener compañía porque la que realmente me gustaría no está aquí.
—Y yo quiero un viaje a las Bahamas, pero no puede ser.—se burla arisca, pero no me hace ni pizca de gracia.
—En serio, lárgate Chantel.—insisto viendo como se me nubla la vista e inmediatamente parpadeo para alejar las lágrimas.—No quiero ver a nadie y como comprenderás, tú no eres de mis favoritas ahora mismo.—soy frío con ella porque es la única que se ha presentado. Además, ella es una parte de la culpa dentro de todo esto.
Por el rabillo del ojo, veo como sus pies avanzan lentamente hasta mí y se paran justo delante de mi cuerpo agazapado y un rincón de la cama.
—Créeme que esta situación a mí tampoco me gusta, pero no estoy tirada en el piso de mi habitación oliendo a sobaco sudado y llorando como una puñetera cebolla.—en serio que aprecio sus intentos de animarme, pero eso no hace más que recalcar el hecho de que soy un bastardo desgraciado.
—¡No te atrevas a cuestionar cómo me siento!—termino reventando.—¡No tienes ni idea por lo que estoy pasando! ¿Lo sabes? Tenía todo lo que quería en esta vida. El trabajo por el que siempre he luchado y la mujer de mis sueños. Pero claro, tenía que aparecer alguien para joderlo todo.
Me lamento golpeando con fuerza el suelo. Si sigo utilizando las manos me voy a dejar los nudillos a piel viva.
—¿Te tengo que recordar que fuiste tú el que empezó esta mentira y el que no quiso contárselo?—sigue pinchándome.
En serio esta mujer no entiende cuando se le dice que no es bienvenida ni ella ni sus consejos. Ya sé que fui yo, ¡y Dios sabe cuanto lo lamento! Puede que suene como un mal amigo, pero si hubiera sábado las consecuencias no creo haber hecho lo que hice.
Ella podía defenderse sola de Kaiden. ¡Por el amor de Dios, tiene 23 años!
—No me provoques, Chantel porque ahora mismo no estoy lo suficientemente calmado para controlar mis impulsos.—le advierto echándole una mirada matadora.
—Pues contrólalos.—me reta son vacilar.—¿Crees que yo no era feliz? Había conseguido hacerme un hueco en la empresa y mi vida personal era buena, así que no te atrevas a martirizarte como si fueras la única víctima.—me señala con un dedo acusador y el entrecejo fruncido.
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DOBLE MENTIRA
Teen FictionHan pasado cuatro años desde que la vida de su mejor amiga Angelique cambió radicalmente, y ahora es su turno de luchar por la vida que tanto anhela. Violetta Molina no lo ha tenido todo tan fácil. Estuvo metida en una relación que no terminó bien y...