Juliana se incorporó e introdujo la mano en la caja hasta rozar con los nudillos varias capas de papel y cartón.
-¿Está en la otra? -preguntó.
-No, mete la mano hasta el fondo, ya verás.
Y así fue. Tocó con los dedos algo duro y alargado, lo empuñó y lo extrajo.
-¡Es un consolador!
-No, es un vibrador, nena. Y aunque no se compara con lo que yo puedo hacer con mis manos... se acerca bastante
Juliana se quedó estudiando el aparato mientras le aumentaba el ritmo de los latidos.
Con un instrumento así y con algo de imaginación podía hacer como si se tratara de una mano de verdad, fingir que tenía a Justiciera en sus manos. Aquel pensamiento se tradujo en un chispazo en la entrepierna.
-Quiero que te lo pongas en tu sexo e imagines que soy yo.
Juliana presiono un botón: estaba cediendo, aunque no mucho.
-Nunca he hecho algo así -se quejó con la voz queda.
Justiciera se mantuvo en silencio durante unos segundos. Cuando empezó a hablar, adoptó un tono amable.
-Juliana , ¿eres virgen? -quiso cerciorarse.
Ella se ofendió al instante.
-Claro que no. Tengo 22 años, ¿es que crees que me pasa algo o qué?
Era cierto que tenía sobrepeso, pero ¿pensaba ella que era un bicho raro?
-No, cielo, no es eso, es que quería estar segura. Escúchame, túmbate y déjame hablar un minuto, ¿Ok?
-Bueno... -accedió rezongando, aún molesta por la pregunta.
Juliana se acomodó entre los almohadones y buscó la postura más confortable.
-Quiero que cojas el vibrador y que te frotes con él por fuera de tu sexo. Mantelo apagado y sólo rózate con él moviéndolo arriba y abajo mientras te voy indicando qué hacer.
A Juliana ya se le había pasado el enfado. Fue siguiendo sus instrucciones, envolvió el vibrador con la mano derecha y empezó a masajearse con la punta redondeada.
-Estoy recostada en una silla, estoy tocando mi entrepierna y me encantaría que fuera la tuya - la voz de Justiciero acariciaba a Juliana como si se tratara de un pañuelo de seda-. Frotaría mi mano contra tu sexo una y otra vez hasta que me rogaras que te follara, pero yo no lo haría.
-¡Ah!, ¿no?
-No, no hasta que te corrieras, una vez, para mí. Así estarías empapada y anhelante cuando te penetrara por esa hendidura, pequeña y tensa -su voz era ahora casi un bramido-. Empujaría, entraría y saldría un poco cada vez hasta que empezaras a correrte de nuevo y, entonces, me clavaría entera dentro de ti.
Juliana se la imaginó encima de ella. Tendría las manos, agradables y experimentadas; el rostro, lleno de amor... Luego se relajó arropada por los cojines del sofá y con la mano izquierda se separó los labios del sexo. Una vez abierta, se pasó el vibrador a lo largo de la hendidura con un movimiento lento y rítmico.
-Háblame, Juliana -le pidió Justiciera en un gruñido-, ¿qué estás haciendo ahora?
-Estoy empapando el vibrador -respondió.
-¡Oh! Sí..., te aseguro que yo estoy igual de empapada. Tengo tantas ganas de follarte...
Juliana contuvo la respiración, el sonido de aquella voz la tenía fuera de sí. Sentía el sexo húmedo y el capullo del consolador ya estaba resbaladizo bañado por todos sus fluidos. Cuando intentaba introducirse la punta emitió un gemido al notar el contraste entre la dureza del juguete y su carne mullida.
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Bad Girl (Juliantina AU)
Romance---- Contenido adulto (Ahí esta su advertencia) ---- La tímida asistente social Juliana Valdés sólo tenía un vicio: al oscurecer, espiaba a sus vecinos durante sus momentos más desinhibidos. Noche tras noche, detrás de cada ventana, en cada dormito...