Seis meses después
Juliana se miró en el espejo del baño. Aunque había parecido imposible, el vestido de dama de honor le sentaba bien. El color rosa le iba fenomenal con el color de su piel y el tono oscuro del cabello, y el escote bajo le realzaba el pecho. Por supuesto, tampoco molestaba lo de que hubiera perdido unos kilos en seis meses. A lo mejor debería plantearse escribir un libro sobre cómo adelgazar mediante una estrategia basada en disfrutar de sesiones diarias de sexo fantástico.
Habían sido unos meses maravillosos. Había testificado ante el jurado de acusación que debía decidir si presentaba cargos de secuestro contra Abruzzi y la habían escogido como testigo principal para el juicio cuando se celebrara.
Aunque había asistido a un par de sesiones de terapia después de todo lo ocurrido, se había recuperado antes de lo que nadie esperaba. Valentina la había cuidado como si fuera una gallina con su polluelo y la ternura de sus atenciones habían sido de gran ayuda para que se repusiera.
La puerta del baño se abrió y entró Daiana barriendo el suelo con la cola de su vestido de novia que llevaba por delante de ella.
—¡Ah! Estás aquí —exclamó al entrar—, mamá está buscándote.
—Genial, ¿y qué quiere ahora?
—No se lo he preguntado —su hermana sonrió—. Estaba demasiado emocionada ante la idea de que no estuviera centrada en mí en ese momento. Uno de los efectos secundarios de casarme es que está siendo encantadora conmigo, para variar.
—¡Qué suerte tienes! —suspiró Juliana—. Supongo que tendré que ir a ver qué quiere.
Se inclinó hacia el espejo y, después de sujetarse uno de los rizos, tomo su bolso y se volvió para marcharse.
—Espera, Juliana —pidió Daiana mientras detenía a su hermana con la mano en alto.
Ella miró a su hermana pequeña.
—¿Qué pasa?
—Nunca hemos hablado de lo de Sergio y yo. Quiero decir que he querido hacerlo, pero tú nunca querías... —dudó un momento, claramente incómoda—. No planeé enamorarme de él, pero...
—Pero lo hiciste, y juntos hacen una pareja estupenda. —Juliana abrazó a Daiana—. Sergio te quiere a ti, no a mí. Y no pasa nada.
—Y tú quieres a Valentina, ¿no? —Daiana preguntó ansiosa mientras se apartaba para mirar a su hermana a los ojos.
Juliana asintió.
—Y ella me quiere a mí. Así que todo ha salido como tenía que salir.
—Gracias, hermanita. Es el mejor regalo de boda que podrías hacerme —a Daiana se le llenaron los ojos de lágrimas—. Me alegro tanto por ti.
—Y yo por ti —Juliana sonrió—. Venga, vamos a buscar a mamá para que disfrute de su dosis mínima diaria de dar lata.
Agarradas del brazo, las dos hermanas salieron del baño y regresaron al salón de baile, donde la celebración de la boda estaba en su mejor momento. No habían caminado mucho cuando Victoria—impresionante en un vestido de corte imperio y color azul claro— las detuvo.
—Aquí están. Todo el mundo está buscándote, Daiana. La fotógrafa está esperando.
—Pues entonces mejor me voy a buscar a mi marido —dijo Daiana resplandeciente de orgullo al pronunciar aquella palabra—. Ahora las veo —le dio unos golpecitos a Juliana en el brazo y desapareció para cruzar la pista de baile.
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Bad Girl (Juliantina AU)
Romance---- Contenido adulto (Ahí esta su advertencia) ---- La tímida asistente social Juliana Valdés sólo tenía un vicio: al oscurecer, espiaba a sus vecinos durante sus momentos más desinhibidos. Noche tras noche, detrás de cada ventana, en cada dormito...