Capítulo 11

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—¿Y dónde es aquí? —quiso saber—. ¿Estás en mi edificio?

—Deja de hacer tantas preguntas, anda, y enchufa la cámara de una vez.

Juliana descendió del taburete. No había previsto nada como aquello. Hasta ahora, había contado con que podía grabarse sin tener que entregarle a Valentina la filmación. Un circuito cerrado significaba que ella tenía una pantalla y, seguramente, una grabadora instalada en algún sitio no muy lejano.

—No sé si esto me convence —acabó confesando.

—Vamos, cariño. Me muero de ganas de verte. Y tú también quieres que yo te vea, ¿a que sí?

—Yo no soy Paris Hilton, ¿sabes? No quiero que haya vídeos míos rulando por ahí.

—No voy a grabarte, linda. Sólo quiero ver cómo te das placer.

—Perdona, pero no me lo creo —contestó ella con brusquedad.

Valentina no replicó.

—Juliana , cuando estabas mirando lo que había en la caja esta mañana, ¿encontraste la máscara?

—Sí —contestó. Le había extrañado dar con aquella elaborada pieza de arte engalanada con plumas y lentejuelas. Inspirada en las caretas de carnaval, le cubriría la parte superior del rostro sin lugar a dudas.

—Póntela si no me crees cuando te digo que no voy a grabarte. Con ella puesta, nadie podrá reconocerte en el caso de que hubiera una cinta.

Aunque la razón le indicaba que debía negarse, su intuición la animaba a arriesgarse por una vez. Durante un rato, la noche anterior, se había convertido en una mujer diferente: atrevida, sensual, excitante. Quería experimentar esa sensación de nuevo, le nacía fiarse de Valentina. Y también le gustaba la idea de conseguir que le rogara, de oírla gemir, primero para suplicar y luego al dejarse llevar.

Juliana se acercó al lugar donde estaba la caja y rebuscó hasta que encontró la máscara. Valentina tenía razón: podía ocultar su identidad con aquello.

—Si cambio de idea, no te enfades conmigo, ¿verdad?

—Claro que no. Si lo intentas y ves que no puedes, dejamos la cámara.

Juliana no tenía aún muy claro si creer a Valentina o si le importaba siquiera si le estaba diciendo la verdad. Su verdad era que hacía meses, años, que no se sentía tan viva. La sangre parecía circularle a toda velocidad y el cuerpo se le estremecía al imaginar lo que estaba por venir. No quería perder aquella sensación.

La torpeza de los dedos nerviosos de Juliana hizo que le llevara varios minutos preparar la cámara. Se le caían las cosas y se veía obligada a descender del taburete para recuperar la herramienta o los tornillos. Valentina se mostró paciente, ni levantó la voz ni le metió prisa.

—Te habrá costado un montón montar el cableado hasta mi piso —comentó Juliana —, ¿cómo lo has hecho?

—Soy una mujer muy hábil.

—¿Por qué no dejas que lo grabe yo?

—Porque entonces sería imposible que tuviéramos los orgasmos al mismo tiempo, y quiero venirme cuando lo hagas tú.

El estómago se le encogió con aquellas palabras; había vuelto a poner voz a su fantasía más secreta. Esto era surrealista. Junto los muslos y los apretó para disfrutar de la sensación que le proporcionaba el tejido sedoso en el sexo al imaginar lo que iba a suceder.

Juliana tomó la máscara, se la colocó y luego se situó enfrente de la cámara, que conectó después de emitir un profundo suspiro.

—¿Me ves ahora? —comprobó.

—Te veo perfectamente. Desnúdate para que pueda mirarte, Juliana.

La tensión le produjo un escalofrío. Juliana miraba a la cámara como si fuera un conejo al que han enfocado con una luz.

—Vamos, cariño, sin miedo. Desnúdate.

Juliana se llevó las manos al primer botón de la camisa y lo desabrochó muy lentamente.

Después pasó al segundo..., luego al tercero...

—Cielo, si no te das prisa en quitarte esa maldita blusa, voy a bajar ahí a quitártela yo mismo.

Juliana esbozó una sonrisa, encantada de ver que, con todo, ejercía algún poder sobre ella.

Cuando se hubo abierto la blusa completamente, le dio la espalda a la cámara sin quitarse la camiseta y empezó, en cambio, a bajarse la cremallera de los pantalones...

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Creo que nunca mencione que esto es una adaptación... en fin, la novela originalmente fue publicada en Septiembre de 2007, tiene 267 páginas, su autora es Maya Reynolds; el título que lleva es el mismo y la pareja retratada en la historia es heterosexual. Mi labor aquí es sencillamente adaptarla y compartirla con ustedes, dicho esto, me ayudaría mucho saber si quieren que continué con la historia o prefieren que hasta aquí quede. 

En caso de que la respuesta sea positiva tratare de subir un capitulo diario hasta finalizar la historia.

Bad Girl (Juliantina AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora