Capítulo 28

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—Yo no le conté nada, claro, fue el imbécil de Dennis el que no supo mantener el pico cerrado. —Juliana cerró los ojos y se quedó esperando. Sabía que Annie no había acabado de hablar aún—. Le dijo cómo te llamabas, el nombre sólo, y le explicó que vivías por la zona. Entonces Pete intervino para que se callara.

—Menos mal. ¿Y Abruzzi les comentó por qué quería saberlo?

—¿Se llama así? Pete dijo que ese tipo no le daba buena espina y que...

Juliana la interrumpió.

—Annie, ¿dijo algo Abruzzi? —el tono se volvió más brusco, pero tenía que enterarse

—Bueno, dijo que estabas como un queso y que le apetecía llamarte.

«Sí, ya; y voy yo y me lo creo.»

Annie continuó explicándose.

—De todas formas, como a Pete no le gustó ese tipo, me dijo que te llamara. Te parece bien, ¿no?

—Sí, sí, Annie. Muchas gracias, y dáselas también a Pete de mi parte, ¿de acuerdo?

—Claro, hasta pronto —y colgó.

Juliana le pasó a Valentina el auricular para que lo colgara.

—¿De qué iba todo eso? —preguntó.

—Abruzzi ha estado preguntando por mí en el bar. Dennis, el tipo que estaba hablando conmigo cuando llegaste, le ha dicho mi nombre y le ha contado que vivo por aquí.

Por la expresión del rostro de Valentina, Juliana sabía lo disgustada que estaba.

—¡Mierda! —explotó dando un manotazo sobre la mesa. El ruido la sobresaltó—. A lo mejor convendría que te vinieras un tiempo a mi apartamento.

Las palabras de Valentina la tranquilizaron, pero...

—No puedo —dijo—. Me has dicho que vives al otro lado del lago White Rock. Tardaría una hora más en llegar al trabajo todos los días —negó con la cabeza—. De todos modos, no va a venir a buscarme. Y si lo hace, le explicaré que lo confundí con mi ex suegro o con mi psiquiatra, o algo así de raro —le dio unas palmaditas en la mano—. No va a pasar nada.

«¿Estoy tratando de convencerla a ella o a mí?», se preguntó Juliana.

Valentina volvió a fruncir el ceño.

—Está bien. Entonces me mudaré yo aquí. No pienso dejarte sola en este piso con Abruzzi en el edificio de enfrente.

Juliana le dedicó una sonrisa.

—Y eso significa que tardarás en llegar al trabajo lo que le cueste al ascensor subirte hasta el puesto de vigilancia.

—Sí. Ya ves, voy a ahorrar un montón en gasolina —bromeó algo más relajada.

El teléfono volvió a sonar. De nuevo, Juliana esperó a ver de quién se trataba.

«Juliana, soy tu madre. Coge el teléfono. Sé que estás ahí. No creo que vayas a misa los domingos por la mañana. —Valentina arqueó las cejas y Juliana hizo un gesto de desesperación con la cabeza. Aún no estaba preparada para contarle cómo era Victoria Austen—. Anoche me colgaste el teléfono y aún estoy esperando una disculpa y una explicación. Haz el favor de llamarme», dijo finalmente y luego colgó con energía.

—Vaya —Valentina se alejó del contestador—, me habías dicho que tu madre era complicada, no que fuera una bruja.

Juliana suspiró.

—Pues tendrías que oírla cuando está enfadada de verdad...

A ambas se les habían quitado las ganas de sentarse a la mesa para comer, así que Juliana llevó los platos al cuarto de estar y se acomodaron en los sofás para ver las noticias de la mañana.

Bad Girl (Juliantina AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora