Capítulo 15

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Después de batallar todo el día, por fin logré entrar. Btw @AM_Shipperxz es mi cuenta de respaldo por si se me vuelve a ocurrir cerrar sesión :v jajaja y mai tuiter is @AM_Shipperx por si acaso jajajaja

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Aquel traqueteo tan sensual casi hizo que se cayera de la silla. Juliana estaba poseída por el éxtasis, se le curvaron los dedos de los pies y los muslos se apretaron más con la intención de sostener el aparato aún más cerca. Inconscientemente, empezó a mover las caderas de modo que el huevo acabó adentrándose más entre los pliegues.

—¡Madre mía! —musitó antes de volver a colocarse el aparato junto al clítoris.

—Juliana , abre las piernas —Valentina respiraba de tal forma que parecía que acababa de correr la maratón.

Obediente, ella las separó.

—Tienes un co.ño precioso...

Aunque Juliana quería responder, impedida por la falta de aliento, no logró hacerlo. Se había concentrado totalmente en aquel espacio superior de la entrepierna y acabó corriéndose con fuertes sacudidas. Aunque al alcanzar el clímax se aferró a los cojines de la silla como si tratara de anclarse al mundo real, le pareció como si estuviera volando, ajena a la materia física que conformaba su cuerpo, girando a riesgo de salir disparada hacia el espacio.

Olvidado ya, el huevo cayó al suelo y arrastró con él el mecanismo de control. Valentina se recostó, fascinada por la visión del orgasmo de Juliana. Le parecía que los pechos y el cuello estaban bañados en ese color rosado que tanto había admirado en el cuadro de Betsabé de Rubens. Deseó poder estar cerca de ella, alargar el brazo y palpar la calidez de su piel sonrosada para sentir el clímax que la hacía temblar de aquella manera.

Por su parte, Juliana parecía ajena a su mirada, como si estuviera a años luz de distancia. Y eso no era lo que ella quería. Valentina deseaba que ella gritara su nombre y se agarrara a ella en lugar de a aquellos cojines de la silla. Mientras colocaban la cámara, había imaginado que ésta sería su primera película porno interactiva, en la que no sólo podría mandar, sino también aparecer como protagonista. Sin embargo, la reacción de Juliana lo había dejado estupefacta. Era tan auténtica, tan honesta... Nada que ver con aquellas sacudidas que se fingen. Valentina no se veía capaz de explicarlo: de repente no le parecía bien correrse mientras la miraba en la pantalla. No quería que todo se limitara a conseguir que ella actuara para ella y su exclusivo disfrute.

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Aquella noche, mientras se realzaba las pestañas con el rímel, deseó encontrar algo que le hiciera sentirse más segura respecto al encuentro con Valentina. En la época en la que salía con chicos, iba con Alba a los bares y cumplían su sistema de guardaespaldas. Ninguna se iba a casa con alguien al que acababa de conocer, siempre se los presentaban una a la otra, para presumir, claro, y con la intención de que la persona en cuestión cayera en la cuenta de que la otra podría reconocerlo si al final acababa aprovechándose en cualquier sentido de su amiga. Con todo, Juliana siempre había sabido que aquello no era más que otra forma de hacer que se sintiera segura y, por eso, ahora le apetecía que Alba conociera a Valentina, pero aquella noche su amiga había quedado con su último ligue.

Al acomodarse el cabello por última vez, pensó que no estaría mal llamar a Alba y dejarle un mensaje en el contestador. Aliviada, marcó el número de su amiga y dijo:

—Hola, cielo. Son casi las diez menos cuarto de la noche del sábado; me voy al Jane's a ver a una chica a la que no conocí por ahí, sino, bueno..., por teléfono. He pensado que sería mejor contárselo a alguien por si luego resulta que en realidad es alguien como Jack el Destripador. Espero que te lo estés pasando bien con Richard. Luego hablamos.

Colgó, reconfortada. Aunque se tratara de un ritual inútil —ni siquiera sabía el verdadero nombre de Justiciera—, llamar a Alba la había tranquilizado.

El teléfono sonó. «Por favor, que no sea ella para anular la cita. No podría soportarlo.»

Agarró con fuerza el auricular.

—¿Sí?

—Juliana , soy tu madre —a Juliana le dio un vuelco el corazón—. Te llamo para recordarte que todavía tienes que comprarte un traje para ir de dama de honor a la boda.

—¡Uy! Es verdad, mamá, gracias. Lo haré la semana que viene.

—¿La semana que viene? Hace ya dos semanas que tendrías que haberlo hecho..., aunque no te culpo, si yo pesara lo mismo que tú, tampoco me apetecería ir a probarme vestidos.

Por una vez, los punzantes comentarios de su madre le resbalaron completamente.

—Sí, mamá, gracias por llamarme. Iré la semana que viene sin falta.

—Espera un momento, pero ¿por qué tienes tanta prisa?

—He quedado con alguien y me está esperando. Ya hablaremos.


Bad Girl (Juliantina AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora