Capítulo 29

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En cuanto Juliana procesó lo que acababa de escuchar, se incorporó para sentarse.

—A ver si lo pillo. ¿Tienes fantasías sobre follar en lugares públicos?

—Soy una enferma, ¿verdad? —reconoció.

—¡ Y tanto! —respondió Juliana entre risas—. ¿Y eso?

Ella se encogió de hombros.

—Siempre me han gustado las descargas de adrenalina. Por eso me alisté y por eso cuando acabé la carrera militar, me hice policía. La mayoría de los policías de la Brigada de Crimen Organizado son como yo.

—Bien, pero ésas son formas legales de disfrutar de un subidón, mientras que si follas en público puedes acabar detenido.

Valentina negó de nuevo con un gesto.

—Ni de broma. Ningún poli detendría a otro por tocar a su chica —alargó el brazo para acariciarle el pecho derecho.

Al escucharla llamarla «su chica», Juliana se quedó como si le hubiera dado un abrazo tremendo. Se fijó en cómo Valentina la acariciaba.

—Vaya cara dura, de todos modos, juzgarme a mí por espiar a la gente cuando tú eres una auténtica pervertida.

—Tienes toda la razón. Puede que fuera eso lo que primero me atrajo de ti.

—Bueno, entonces, ¿ya has follado en público alguna vez?

—Lo de tu balcón ha sido lo más parecido a triunfar en público que he hecho en mi vida.

—¿Triunfar? —se burló Juliana.

Ambas soltaron una carcajada.

—En serio, esto me interesa, ¿dónde te gustaría echar un polvo?

—No lo sé. En algún sitio en el que pudieran pillarme, como en la mesa de un despacho, en mi coche, en un avión...

—¿Y en un aeropuerto?

—Sí, también.

Juliana le pasó la mano por el hombro desnudo y le estrujó el bícep.

—Bueno, puede que podamos hacer realidad alguna de tus fantasías.

En lugar de responder, Valentina miró la hora.

—Es casi mediodía, ¿por qué no vas a ducharte y luego te llevo a comer por ahí?

—Esta bien —Juliana se puso de pie y se quedó mirándola; allí tumbada en el sofá, estaba guapísima, tanto que la dejaba sin aliento.

—Venga —la apremió—. Ve tú a tu cuarto de baño si quieres, ya uso yo el otro.

Juliana se dirigió a la habitación. Salir a comer con ella era un paso más. Valentina era tan atractiva que estaba encantada de que sus vecinos y sus amistades las vieran juntas. Tenía su ropa colgada en el baño y le encantaba verla allí. Era una imagen íntima a la vez que tranquilizadora.

Dejó la puerta abierta porque no le gustaba salir de la ducha a una nube de vapor. Abrió el grifo y se quitó el albornoz, retiró la cortina, se metió en la bañera y se hizo con el gel.

Tenía los pezones y el sexo doloridos. La verdad es que en menos de cuarenta y ocho horas los había utilizado bastante. Se enjabonó el cuerpo mientras se imaginaba a sí misma llevando a Valentina a conocer a su familia.

Seguro que a sus hermanos, Matt y Tony, les caía bien enseguida, y Daiana se pondría muy contenta al saber que volvía a tener pareja. El problema sería, como siempre, su madre.

Bad Girl (Juliantina AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora