El dominador mostró una amplia sonrisa al mirarla de arriba abajo.
—Me temo que estoy en desventaja. ¿Nos conocemos?
Luego entró en el bar seguido de la chica a la que Juliana había apodado la muñequita.
Aún desencajada, Juliana seguía boquiabierta. Valentina tiró de ella para alejarla de aquel tipo.
—No, es sólo que le encantan los hombres bien vestidos. Vamos, cielo, tenemos que irnos a casa.
Sin darle tiempo a responder, Valentina pasó por delante del dominador para salir con Juliana a rastras. En cuanto se hubo cerrado la puerta tras ellas, ella empezó a caminar a toda velocidad en dirección sur por la avenida McKinney mientras mantenía agarrada por el codo a Juliana, que todavía tardó otros tres o cuatro pasos en recuperarse y retirar el brazo. De repente, se quedó parada en medio de la acera.
—Mi casa está en el otro sentido.
Al echar la mirada atrás, Juliana vio al dominador que, desde fuera del bar, las miraba mientras se alejaban.
—Ya lo sé. Tú sigue caminando. ¡Vamos! —Valentina tiró de ella con fuerza—. ¡No mires hacia atrás, por lo que más quieras!
Juliana decidió no discutir y permitió que ella la guiara a toda velocidad por la calle. Estaba confundida, primero por aquel inesperado encuentro con el dominador y luego por el hecho de que parecía claro que Valentina lo conocía. Si bien por un lado le agradecía que la hubiera sacado de allí antes de que quedara totalmente en ridículo, por otro, quería saber qué era lo que estaba ocurriendo.
Un par de manzanas más adelante, ella giró a la izquierda y se metió en una heladería. Había unos cuatro o cinco clientes esperando a que les sirvieran un helado italiano y ninguno de ellos les prestó atención.
—Val, ¿qué ocurre? ¿Qué es lo que pasa? -Valentina se dirigió a una de las esquinas del local y se colocó cerca de una ventana desde la que se veía la calle.
—Valentina —Juliana pronunció su nombre (mismo que había aprendido hace unas horas) a modo de prueba y le gustó cómo sonaba—. ¿Qué mi.erda ocurre, Valentina?
Ella negó con la cabeza y fijó la mirada en el tráfico del exterior. Juliana esperó a que se volviera para mirarla.
—Venga, vámonos —le indicó mientras la cogía de la mano.
—No, no nos vamos a ningún sitio hasta que no me expliques qué es lo que acaba de ocurrir —respondió ella en voz baja, pero con firmeza.
Ella miró a las personas que los rodeaban.
—Salgamos de aquí primero.
Una vez fuera del local, Valentina empezó a caminar de nuevo en dirección sur.
—Cielo, mi piso está hacia el otro lado —le recordó ella ya algo irritada.
—Ya lo sé, pero vamos a dar la vuelta a la manzana para ir por la calle Oak Grove.
Oak Grove corría paralela a la avenida McKinney hacia el este y solía estar menos concurrida debido a la presencia de un viejo cementerio en desuso que se extendía a lo largo de todo el paseo. Durante la reforma urbanística del vecindario, los constructores habían sido incapaces de obtener licencias para trasladarlo y sacarlo de allí porque en él había tumbas de la guerra de Secesión.
El hecho de que Valentina hubiera propuesto volver por una calle casi desierta hizo que se encendieran todas las alarmas en la mente de Juliana, que volvió a ponerse nerviosa con la idea de quedarse sola con ella.
—No, yo me voy por donde hemos venido. Tú haz lo que quieras, puedes quedarte o venir conmigo —entonces dio la vuelta y empezó a caminar hacia el norte para ir a su casa.
—Juliana, por favor, esto es importante. Si no quieres que volvamos por Oak Grove, lo haremos por Colé.
La avenida Colé corría paralela a McKinney, pero estaba situada una manzana hacia el oeste y quedaba por detrás del piso del dominador. Era una calle mucho más transitada, de modo que, después de pensárselo un momento, Juliana accedió.
Esperaron a que pasara un coche antes de cruzar la avenida, luego avanzaron hasta Colé y empezaron a caminar en dirección norte. Ella fue la primera en romper el silencio...
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Bad Girl (Juliantina AU)
Romance---- Contenido adulto (Ahí esta su advertencia) ---- La tímida asistente social Juliana Valdés sólo tenía un vicio: al oscurecer, espiaba a sus vecinos durante sus momentos más desinhibidos. Noche tras noche, detrás de cada ventana, en cada dormito...