Advertencia: Temas sensibles son tratados en el capitulo
—Lena, ven aquí —llamó Abruzzi.
La sumisa salió de la cocina y se acercó al salón, donde adoptó con gracia una postura genuflexa ante el sofá de su amo.
Él la miró animado por algo parecido al afecto.
—Levántate y desnúdate.
Lena obedeció de inmediato. En unos segundos, ya se había quitado el vestido-jersey que llevaba y bajo el cual se descubrió totalmente desnuda. Y allí se quedó, en medio de la habitación, sólo con un par de tacones altos y negros.
Desde donde se encontraba, detrás de la chica, Juliana podía verle las marcas en los hombros, las nalgas y la parte trasera de los muslos. Se le llenó la boca de bilis al imaginar el dolor que aquella chica debía de haber soportado mientras Abruzzi la golpeaba.
—Ahora siéntate aquí a mi lado —ordenó él, con un par de palmaditas en el sofá—. Esta es mi chica —alabó cuando Lena obedeció. Entonces él le colocó, como si nada, la mano que tenía libre entre los muslos.
Luego le tendió el vaso a Gordon.—Prepárame otro —le ordenó.
Abruzzi esperó mientras el matón iba hasta el mueble bar que se encontraba al otro lado de la estancia, le servía una segunda copa y volvía para dársela. Luego le dio un buen trago a la bebida fría.
—Estupendo, Gordon, gracias.
De nuevo dedicó su atención a Juliana.
—En cuanto desarrollé la hipótesis —dijo, haciendo énfasis en la palabra «hipótesis»—de que eras una voyeuse, quise enterarme de hasta qué punto estabas interesada en mí y por qué tu acompañante atacó a Farr. Así que te envié las flores, firmé sólo con mis iniciales y luego te seguí hasta el supermercado. Cuando te pregunté si habías sido tú quien había avisado a la policía, tu cara me dijo la verdad aunque tú mentiste. Fue entonces cuando me llamaste por mi nombre y me sentí muy intrigado. Si conocías dónde vivía yo, podías, claro, haber hablado con mi conserje, como yo había hecho con el tuyo. Sin embargo, ¿por qué habrías de molestarte en hacer algo así? Más importante aún, ¿por qué la señorita Carvajal atacó a Farr? —Estiró las piernas—. Vas a tener que contestarme a estas preguntas, Juliana. ¿Por qué no empiezas ahora mismo?
Juliana apretó los muslos entre sí en un movimiento inconsciente de protección.
Temblaba.
Entrelazó las manos sobre el regazo para que Abruzzi no lo notara. «No puedo contarle que Valentina es policía y tampoco lo de la operación de vigilancia, pero tengo que contarle algo. La cuestión es ¿qué? —pensó—. ¿Y si me quedo calladita? Si lo hago, empezará a pegarme o peor. No, tengo que decirle algo.»
Juliana se humedeció los labios con la lengua.
—Tiene razón, señor Abruzzi. Una noche en la que yo estaba en mi balcón, lo vi a usted en el ático —dejó que los recuerdos de aquella noche tiñeran su voz de sinceridad—. Soy trabajadora social. No sabía qué era lo que estaba ocurriendo. Nunca antes había visto escenas de dominación o sadomasoquismo. Pensé que estaba usted matando a la chica. Por eso llamé a la policía. Mi primera reacción fue la de tratar de salvarle la vida a aquella criatura.
—Bien —asintió él con un gesto de aprobación—. ¿Y cómo es que sabes mi nombre?
—Seguí mirando cuando llegó la policía. La chica que estaba con usted les aseguró, claro, que, fuera lo que fuera lo que estaban haciendo, se trataba de algo consensuado. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que se trataba de un juego sexual —Juliana bajó la mirada sin esconder su vergüenza—. Sentí curiosidad y quise saber más. Por eso fui a su edificio para conseguir su nombre.
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Bad Girl (Juliantina AU)
Romance---- Contenido adulto (Ahí esta su advertencia) ---- La tímida asistente social Juliana Valdés sólo tenía un vicio: al oscurecer, espiaba a sus vecinos durante sus momentos más desinhibidos. Noche tras noche, detrás de cada ventana, en cada dormito...