Capítulo 10

2.3K 236 9
                                    

Juliana se paseaba por su apartamento pisando fuerte y con ganas de arrojar algo al suelo.

Eran las ocho y diez de la noche, y aunque Valentina le había prometido que la llamaría a las siete y media, aún no lo había hecho. Tendría que habérselo imaginado. Ni siquiera aquella chantajeadora sexual la encontraba lo suficientemente atractiva. De pronto, la rabia hizo que se le llenaran los ojos de lágrimas, así que fue hasta la cocina en busca del medio litro de Ricky Road, el helado de chocolate, crema batida y bombones de dulce que guardaba en el congelador.

El sonido del teléfono interrumpió aquel homenaje sagrado a la auto-compasión. Juliana salió disparada a contestar.

—¿Sí?

—¿Juliana? —preguntó la voz de Valentina.

—¿Dónde has estado? —espetó sin poder contenerse—. Dijiste que llamarías a las siete y media —reprochó. Acto seguido se avergonzó de la actitud quejosa que había adoptado.

—Ya lo sé, cariño; lo siento.

—¿Dónde estabas? —Pero ¿qué le estaba ocurriendo? Hablaba como una chica a la que hubieran dejado plantada, y esta tipa era su chantajeadora, no su amante.

—Aquí, tratando de decidir si llamarte o no,

—¿Por?

Valentina dudó antes de continuar

—Pregúntamelo otro día. Ahora cuéntame qué has hecho hoy.

Juliana suspiró contenta sólo por el hecho de volver a hablar con ella. Se negó a permitirse reflexionar sobre lo importante que se había convertido esa desconocida para ella en menos de veinticuatro horas.

—He ido de compras y luego he comido con unas amigas.

—¿Has ido al museo?

—Sí. —Se armó de valor—. Esos cuadros... ¿es así como me ves de verdad?

—Dime qué es lo que has visto tú en ellos.

—Había un cuadro de Betsabé desnuda. Es preciosa. Quiero decir, todas las mujeres que pinta Rubens tienen la cintura y el vientre anchos, pero parecen tan sensuales...

—Lo que quieres decir es que tienen muchas curvas y unos cuerpos brillantes, como tú.

El corazón de Juliana se estremeció con aquellas palabras. ¿Lo creería realmente o estaría jugando con ella?

—¿De verdad te parece que... son atractivas las mujeres... así?

—Me parece que eres sexy tú. ¿Has mirado esta tarde lo que había en la segunda caja?

—Sí, y no puedo creerme algunas de las cosas que he visto.

—¿Ha habido algo que te excitara? —había bajado la voz y el tono parecía más profundo.

—El body. Nunca había visto algo así. No sabía que los hacían...

—Juliana—la interrumpió ella—, vamos a colocar la cámara y luego te lo pones y me lo enseñas.

Juliana no se lo pensó dos veces. Filmarse no implicaba tener que entregarle la grabación, de modo que apretó con fuerza el botón del altavoz y solicitó instrucciones:

—Dime qué tengo que hacer.

Valentina le hizo sacar la cámara de la caja y enchufar el alargador. Luego le sugirió que fuera a buscar un taburete y un destornillador. Cuando Juliana regreso a la sala de estar, ella le dijo que desatornillara la rejilla del conducto de aire acondicionado que había en el techo.

Juliana se subió al taburete.

—No entiendo nada, ¿qué es lo que estoy haciendo aquí arriba? —protestó.

—Enseguida lo verás —respondió Valentina.

Con ayuda de la herramienta, Valentina retiró la rejilla y acto seguido apareció un cable eléctrico de color negro que le golpeó el hombro.

—Aquí hay un cable —comentó sorprendida.

—Claro, cielo. En cuanto lo enchufes a la cámara, tendremos conexión directa entre nosotros.

—¿Directa? ¿Como en un sistema de circuito cerrado de televisión?

—Eso es. Así te veré desde aquí.

Bad Girl (Juliantina AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora