Capítulo 27

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—Hola —saludó Valentina.

Juliana dio un salto y se irguió de inmediato.

—¡Uy! —dijo, sorprendida, antes de soltar el cepillo.

—¿Estás bien?

—Sí, sí, estoy bien.

Se retiró el cabello de la cara y tardó un segundo antes de recuperar la visión. Lo primero que se encontró fue a una mujer desnuda plantada delante de ella. Sorprendida, primero dio un grito y luego casi pierde el equilibrio al intentar dar un paso atrás.

Valentina sonrió.

—No me he traído el pijama, espero que no te importe.

Juliana se quedó observando su cuerpo, incapaz de mirarla de una sola vez. A pesar de su desnudes, Valentina transmitía seguridad y poder. Tenía el torso alargado y delgado, los hombros firmes y las caderas marcadas. Aquella visión le arrancó una sonrisa que la relajó un poco.

—¿Paso el examen? —preguntó ella, tal y como lo había hecho en el bar un rato antes.

—Estás perfecta y lo sabes —la piropeó Juliana con la cabeza inclinada—; a tu lado me siento como un hipopótamo.

—De eso nada, cielo —Valentina se acercó a ella, la tomó por los codos y le dio un beso en los labios—. Eres mi preciosa e insaciable amante y no pienso consentir que nadie se meta contigo, ni siquiera tú misma.

Juliana apoyó la frente en la de Valentina.

—Se te da bien lo de elevar mi autoestima.

—Eso espero, porque a ti también se te da de maravilla lo de elevarme algo—respondió mientras deslizaba la mano derecha por el camisón y le acariciaba con los dedos la parte superior del pecho casi a la altura del pezón, aunque sin rozarlo—. De hecho, creo que si sigues elevando mis pulsaciones de esta manera terminare teniendo un paro cardiaco.

A Juliana le entró la risa y decidió acariciar el sexo de Valentina, tomándose su tiempo recorriendo con delicadeza el cuerpo de la castaña antes de que su mano llegara a su destino.  Valentina cerró los ojos y ladeó la cabeza. Su respiración se tornó sonora.

—¡Oh, nena!, ¡qué gustazo!

Mientras continuaba dejando carisias en sus pliegues, se inclinó para mordisquearle el hombro desnudo. Le recorrió todo el pecho, lamiéndola y jugueteando los pezones con la lengua, disfrutando de su piel limpia y tersa.

Valentina, a su vez, empezó a tocarle los pechos y a estimularle los pezones. Juliana gimió en cuanto le apretó las puntas, ya sensibles, con los dedos índice y pulgar de ambas manos. Luego fue empujándola ligeramente hasta que las pantorrillas chocaron contra la cama.

—¿Es una indirecta? —bromeó Juliana.

—Puedo decírtelo claramente, encanto: quiero que te tumbes boca arriba para que pueda meterte los dedos hasta el fondo.

Juliana se quedó sin respiración. Permitió que Valentina la ayudara a recostarse en la cama, donde se colocó enseguida para hacerle sitio. Valentina se quedó tumbada sobre ella durante un rato, mientras frotaba su pierna contra la fina seda del camisón que alcanzaba a cubrir a Juliana. Luego se apoyó en los codos de modo que quedaba algo de espacio entre ambas.

Juliana se acercó para darle un beso en los labios.

—Hola.

—Hola —respondió ella antes de besarla con mayor intensidad, juntando sus lenguas.

Bad Girl (Juliantina AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora