Capítulo 12

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—¡Juliana! ¡Date la vuelta y mírame! —ordenó Valentina.

—Éste es mi show. Si no te gusta lo que ves, cambia de canal —Juliana se sorprendió de su propia brusquedad. Nunca se había puesto al mando de una situación de tipo sexual como lo estaba haciendo ahora.

—Aún no te has quitado la maldita camisa —protestó ella.

—Ten paciencia —respondió Juliana con una sonrisa maliciosa.

Después de haberse bajado la cremallera de los pantalones, los dejó caer hasta los tobillos. La blusa le llegaba justo por debajo de las nalgas.

—¿Sigues ahí? —preguntó Juliana.

—Esto es un martirio. Así no es como me había imaginado este momento.

—Las cosas no pueden salir siempre como tú quieres —respondió ella.

Juliana se quitó la horquilla que le sujetaba el cabello en un moño, fue volviéndose lentamente hacia la cámara y con la camisa agarrada para cubrirse el cuerpo.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Juliana.

—Aguantando la respiración, preciosa. Déjame ver esa maravilla de cuerpo, por favor.

Juliana agradeció en silencio haber seguido el impulso que la había llevado a ponerse el body de Valentina un rato antes. Se abrió la camisa, y aunque dejó que se viera un trozo del encaje negro, no retiró las manos que le cubrían los pechos.

—Lo llevas puesto... —gimió Valentina—. Estoy empapándome sólo de ver ese encaje.

—Que bien —la animó—, eso es lo que queremos.

Luego se dio la vuelta y dejó que la camisa le resbalara por los hombros.

—Mier.da, Juliana, date la vuelta. Quiero verte.

Ella sonrió antes de que la prenda cayera al suelo. Acto seguido, se volvió para situarse de cara a la cámara. Aparecía tapándose los pezones con los dedos.

La primera reacción de Juliana al ver el body había sido de sorpresa al comprobar que no había tejido en la parte del pecho, salvo un refuerzo de seda debajo de los dos amplios agujeros en los que encajar los senos que quedarían, así, realzados. Sin embargo, cuando se vio con la prenda puesta, encontró que los pechos le quedaban completamente rodeados de tiras de encaje y sostenidos por los tirantes del conjunto. Había quedado fascinada con la visión de su propio cuerpo con aquella prenda calada y los pechos proyectados hacia fuera. Se veía seductora y sexy.

—Dios, Juliana..., eres preciosa —respiró Valentina—. Déjame verte los pezones. Llevo un rato tratando de imaginar de qué color son.

—¿De qué color crees que son? —preguntó ella con tono pícaro.

—He visto mujeres que los tenían rosados o casi rojos, pero los tuyos creo que serán claros, marrones y claros.

Extasiada, Juliana retiró las manos para dejar al descubierto sus pezones.

—¡Dios! ¡Lo sabía! —se felicitó Valentina en un susurro—. Son preciosos, me muero de ganas de probarlos.

Juliana paseó los dedos alrededor de las areolas y los apretó y pellizcó hasta que quedaron erectos.

—Cielo, siéntate delante de la cámara para que te vea —rogó ella.

Ella arrastró por el suelo una silla hasta ubicarla en el campo de visión de Valentina. Se sentó en el borde y esperó.

—Eso es. Ahora recuéstate. — Juliana siguió sus instrucciones y se acomodó en el respaldo de color verde caza.—Ahora extiende las piernas y colócalas por encima de los brazos de la silla.

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Gracias por sus comentarios. Trataré de seguir publicando capítulos diarios, también estoy considerando adaptar otras historias (Un toque más relajadas) pero eso ya lo veremos más adelante.

Bad Girl (Juliantina AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora