Cuando Juliana se volvió hacia la derecha para contemplar la obra siguiente, Valentina rápidamente fingió estar estudiando el folleto que había recogido en la entrada mientras ella se movía por la sala hasta pararse frente al lienzo más grande de la exposición. Era el preferido de Valentina: el de Betsabé, cuya figura dominaba el centro del cuadro. Aparecía desnuda con la piel rosada y brillante. Había dos doncellas arrodilladas ante ella: una portaba un aguamanil con agua y la otra le ofrecía una toalla. En segundo plano, estaba representado el rey David, que observaba desde el tejado de su casa.
Rubens había plasmado a Betsabé con detallismo. La mujer llevaba el cabello recogido con una horquilla que dejaba escapar unos mechones que le caían sobre los hombros. Una hilera de gotas le rodeaba la cabeza a modo de tiara de perlas. Los pechos eran exquisitos. A Valentina se le secó la boca mientras que su mirada se trasladaba de la piel dorada de Juliana hasta los suntuosos pechos de la mujer representada.
La ironía del rey David al observar desde el tejado aquel cuerpo femenino desnudo no pasó desapercibida para Valentina: le recordaba la primera vez que había visto a Juliana desde el otro lado de la calle. Desde entonces, todas sus actuaciones parecían ser de alguna manera fruto del destino. Valentina se preguntó si David habría sentido el mismo impulso que la invadía a ella en aquel momento. «Claro que sí, no pudo ser de otro modo. Había sido entonces cuando había tramado acabar con la vida del esposo de Betsabé, ¿no?»
Juliana, a quien se le habían sonrosado los pómulos, permanecía embelesada. Valentina se preguntaba si ella también estaría pensando sobre cómo miraba David a Betsabé. Juliana se aproximó al cuadro y Valentina vio a un vigilante del museo acercarse a ella. Juliana no había tocado la tela, sólo se había inclinado sobre ella, fascinada. Valentina sentía como iba aumentando la humedad en sus pantalones, de modo que cruzó las piernas para tratar de controlar lo incontrolable.
Después de lo que pareció una eternidad, Juliana sacudió la cabeza como si se despertara de un sueño. Miró a su alrededor con expresión de culpabilidad y se dirigió al siguiente cuadro.
«Tranquila, Carvajal—se dijo Valentina —, nadie se moja por algo así. Sal de aquí ahora mismo y deja de soñar con ella. No vas a llamarla esta noche. Si esto saliera mal, podrías quedarte sin trabajo, tirar por la borda tu carrera profesional e incluso acabar en la cárcel.»
Juliana se sentó en un banco ubicado frente a un par de obras gemelas. Por primera vez pudo verle los pezones a través del tejido de la blusa.
«¡ Mier.da! ¡Está tan caliente como yo!»
Valentina apretó los dientes para contrarrestar el impulso de echarse a andar hacia ella y susurrarle algo al oído.
«Valentina ¿qué crees que hará si apareces detrás de ella así, de repente? Pegará un grito aterrorizado y saldrás en las noticias de las seis bajo un titular que diga "Policía, acosadora sexual".
Sal de aquí ahora mismo.»
A regañadientes, Valentina caminó hasta la puerta principal después de lanzar una mirada de enojo a la mujer que le daba la espalda.
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Bad Girl (Juliantina AU)
Romance---- Contenido adulto (Ahí esta su advertencia) ---- La tímida asistente social Juliana Valdés sólo tenía un vicio: al oscurecer, espiaba a sus vecinos durante sus momentos más desinhibidos. Noche tras noche, detrás de cada ventana, en cada dormito...