☀️; Sabor.

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Las Noches Mexicanas son de las fiestas enormes y padres, llenas de música, juegos, comida típica y alcohol por montones; bueno, esa e la definición que tienen Hiro y Kubo acerca de ellas. Pueden tener motivo, pueden no tenerlo; pero, nunca debe faltar uno al menos cada dos meses. Miguel y Leo, compadres hasta que sus parejas los separen por borrachos, procuraban traerlos a cada una de las que hacían sus compañeros hermanos y latinos; aunque, Hiro no disfruta el contacto hasta que lo pones pedo hasta las neuronas y Kubo en sí no es de beber como si no hubiera mañana.

Es por eso que el japonés era el guardián de las de pendejadas de los universitarios. No obstante, de vez en cuando, le gustaba divertirse con su novio y olvidar que Miguel puede cogerse a Hamada en cualquier momento y lugar. Deberíamos contar la primera vez.

Leo lo llevó persiguiendo por todo el plantel de artes, rogando, suplicando, tratando de negociar hasta que el azabache se cansó y aceptó a ir si luego le compraba una dotación de galletas artesanales. Miguel sólo tuvo que decirle a Hiro que lo llevaría a la convención de nerds y así ambas matas negruzcas se vieron sentados frente a desconocidos que bebían, cantaban como sufridos y bailaban hasta descalzos. INCÓMODO.

Miguel cantaba “Llamado de emergencia” de Daddy Yankee —dedicada a su chinito— mientras Leo, Teo y Nando jugaban su tercera ronda de lotería —y Villavicencio estaba dejándolos pobres—. Hiro comía sus tamalitos a gusto, hablando con Marco Díaz y Kubo vigilaba que su novio no se fuera encima del que decía las cartas por no pasar la que le faltaba para ganar. Después de un rato de juerga, llegó la esperada hora de los shots de tequila. 

—¡Apuestas, apuestas! Como concursantes tenemos a Miguel Rivera y Marco de la Cruz —Janna anuncia a los chilangos— ¿Quién pierde? ¿Quién gana? ¡Apuestas!

—Kubito, amor, precioso, chulo, mi gatito... ¿me prestaste veinte varos? Voy a apostarle a Marquitos.

—Leo no —responde el azabache, dejando esos veinte varos con Ordonia— Porque ya lo hice yo.

Y reto tras reto, ronda tras ronda, beben hasta quedarse cortos y pendejos. Hiro participó en una y le ganó a Lucitor; pero perdió contra De la Cruz. Todo chido hasta que varios pidieron a la Chocolatada participar contra Díaz y Long. San Juan se negó de manera rotunda, no iba a poner hasta las pantuflas a su pareja. ¿Y si se aprovechaban de él cuando estaba inválido para ayudarlo! No, no, no, no...

—Una ronda no estaría mal, Leito. Quiero probrar.

Sí. La primera vez que Kubo tocó esa delgada línea de sabor, la primera vez que tomó tequila, sintió su garganta arder. Era fuerte, ácido quizás, quemaba las papilas; sin embargo, encantador. Como ese calor que disfrutas, o el ardor del picante. Nadie imaginó la máquina que crearon ese día, con decir que le ganó a Marco antes de perderse entre el dulzor y la embriagues. Desde ese punto, todos acordaron vetarlo de las competencias por su bien. 

Capítulo de relleno aleatorio(?)

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Capítulo de relleno aleatorio(?)

Siempre he pensado que Kubo no es tan débil como lo manejarían al ser el pasivo en la relación. Que él tiene un carácter necio, valiente y bromista que sabe salir a la luz para encantar al león. Tengo el headcanon de que su aguante al alcohol es mucho después de varios incidentes con sake.

Sé que debo —de nuevo— días de Inktober. Pero, la pereza fue más que mis ganas de autorealización y no se pudo. Ya mañana hago bocetos y entinto agustín en mi casita. Recuerden su estrellita y me piro vampiro(??)

𝘾𝙝𝙤𝙘𝙤𝙡𝙖𝙩𝙖𝙙𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora