04; Olivos.

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PRE LECTURA:

— ¡Regresé con una segunda parte del universo del capítulo de "Piedra"!

— Kubo es una especie de gorgona sin serlo propiamente. Se dedica a cuidar un templo de Hera, puede petrificar como Medusa.

—Leo es hijo de Zeus.

Dio otro vistazo a su reflejo, unos bellos ojos chocolatados y hebras azabaches cubren su rostro pigmentado en el Sol, nadie que lo viera podía negar la belleza de aquél extranjero en tierras griegas

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Dio otro vistazo a su reflejo, unos bellos ojos chocolatados y hebras azabaches cubren su rostro pigmentado en el Sol, nadie que lo viera podía negar la belleza de aquél extranjero en tierras griegas. Kubo, así se hizo llama, bendecido por Apolo y Atenea, dotado de inteligencia y talento, cualquiera que lo ve, alude a su magnificencia. Esto, llegó a oídos de Afrodita, quien nunca está contenta con la competencia.

Con su maldad a flor de piel, puso a aquél joven en una trampa: que robara el arco de Artemisa. Dijo que ese arco le pertenecía a su pueblo y, sin saber, terminó por ser descubierto por el propio Apolo; quien indignado y desolado por su protegido, lo maldijo. Cualquiera que viera se volvería piedra, no podría ni ver bien y viviría el resto de su vida solo. Hera se enteró de aquello, sabiendo que todo fue planeado por Afrodita, decidió hacerse cargo del chico, dándole la tarea de proteger uno de sus templos.

Eso nos lleva al presente, aquél mismo joven que trata de verse en el estanque, su piel pálida, sus ojos tenues y su cabello tiznado ocultando uno de sus ojos. Suspira. Avanza por un enorme corredor lleno de uvas que crecen, toma unas cuantas y corre hasta la entrada del templo donde le espera la diosa.

—¡Señorita Hera, he traído un detalle! —exclama con alegría, dejando en sus manos el racimo, ella sonríe, aunque no puede verlo, y acaricia su cabello— Espero que esté teniendo un buen día.

—Siempre sabes qué decir, ¿no? Eres todo un caballero.

Hera le cogió apreció a aquél chico que no merecía semejante castigo no por su hermosura, sino por lo que hay en su interior, un alma cálida y devota a quién se dejara servir. Maldito Apolo, desaprovechó a semejante joven.

—Ven, cariño, tu cabello está hecho un nido de gorriones.

Lo lleva hasta dentro del templo, en el suelo, arregla sus revoltosas hebras para atarlas con una cinta azulada a juego con su túnica. Lo escucha suspira.

—¿Ocurre algo, hijo mío?

—Nada, señorita, lo mismo de siempre —responde tranquilo, llevando sus manos al rostro—; paralice a un gorrión, esta vez a una cría, pude sentirla en mis manos y era diminuta.

La diosa hizo una mueca, no le gustaba ver a su pequeño así, terminó de atar esa maraña y depósito un beso en su frente. Le dijo que todo estaba bien, que no quiso dañarlo y estaba bien. Kubo sonríe y le cree, siempre lo hace, incluso cuando le dijo que atrapara a un hijo de Apolo.

A pesar de su alma noble, un lado salvaje y astuto fue alimentado por la propia Afrodita, un deseo inconsciente de petrificar y acabar con todo, eso le sirvió a Hera a la hora de llevar a Marco Rivera a su trampa.

𝘾𝙝𝙤𝙘𝙤𝙡𝙖𝙩𝙖𝙙𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora