🏳️‍🌈 Especial; Coming out.

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Interrumpimos su programación habitual para traerle este especial colorido, donde no importa si te gustan lo chicos o las chicas, o ambos o ninguno porque eres libre de elegir si amar o no.














ANTES DE LEER:

Perspectiva del padre de Kubo, porque aunque sabemos que mami Sariatu siempre será buena, también hay que darle aprecio a nuestro escarabajo número uno.

¡Feliz orgullo LGBTQ+!

Hanzo Yamata podía jactarse frente a los demás padres de familia de no sólo ser un grandioso padre, sino ser comprensivo, y un intermedio entre ser liberal y tradicional

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Hanzo Yamata podía jactarse frente a los demás padres de familia de no sólo ser un grandioso padre, sino ser comprensivo, y un intermedio entre ser liberal y tradicional. Él, como hombre venido de una familia estricta de linaje samurái, decidió hacer caso omiso a las reglas de sus padres sobre ser médico o algún trabajo de ese estilo y tomar por esposa a la bella artista de la esquina en Shinjuku que además sería una excelente maestra. ¿Perdió? A sus padres y parte de su familia que esperaban se casara con alguien de una buena posición, a cambio, ganó una familia conformada de su linda Sariatu y su recién nacido azabache Kubo.

Ambos son su adoración, se dedicó a ser maestro de artes marciales y trabajar como cuerpo de seguridad en empresas a la par que hacían su mayor esfuerzo por crecer a su pequeño bichito de tres años que camina de acá para allá sobre el tatami.

Nunca le dijo que algo estaba prohibido porque sí, siempre tendía a explicarle las consecuencias de lo que quisiera hacer y probar cosas sanas, como cuando empezó a aprender shamisen o a escalar árboles; pero, nunca lo dejo ser grosero con sus mayores ni con nadie porque no era propio de un futuro muchachito de la sociedad y tenía que honrar a su familia y a sus ancestros. Hanzo pensaba que estaba por un buen camino a su hijo cuando empezó a ir al jardín de niños, sería un gran adulto como él y encontría una bella esposa como su madre.

Lástima que esto último no sería posible. En cuanto tuvo noción por medio de su amada Sariatu, empezó a notar esos "extraños" comportamientos de su hijito hacia y con los demás niños, jugaba con sus amiguitos algo pesado —eso debía ser de su esposa con mano dura para los golpes—; pero, era el único niño de su grupo que se acercaba a jugar con las niñas a la casita o a la familia. Bien, ¿no? Él puede jugar a lo que quiera y en la casita aprendería un poco de responsabilidad como el papel de un padre. La cosa es que él no era el padre, él era la madre.

Sí, la cosa no estaba como esperaban. Sariatu estaba algo inquieta, niños mayores de otros salones habían empezado a molestar a su hijo —no es como si Kubo no se defendiera, el problema eran los citatorios porque Kubo los agarraba a cachetadas guajoloteras— por esos gustos y las madres viboreaban diciendo que eso no era correcto de un niño y Sari no sabía qué hacer respecto al tema. En cambio su esposo estaba inquieto no por eso, si no por las razones que llevasen a Kubo a preferir ser la madre al padre en esos juegos o querer muñecas para jugar con sus amigas Winnie y Agatha.

𝘾𝙝𝙤𝙘𝙤𝙡𝙖𝙩𝙖𝙙𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora