03; Peores cosas que hacer.

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PRE LECTURA:

» Retomando la idea del AU de Kubo romaní.

» “There are worst things I could do”, cover de Vanessa Hudgins.

—¡Pues puedo decirte que eres un completo desastre! —vocifera Rivera con todo el impulso guardado, acercándose peligrosamente al azabache que no sabe cómo reaccionar— Un maldito ofrecido de la esquina, con todos esos bailes y tus ojos suplicantes

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—¡Pues puedo decirte que eres un completo desastre! —vocifera Rivera con todo el impulso guardado, acercándose peligrosamente al azabache que no sabe cómo reaccionar— Un maldito ofrecido de la esquina, con todos esos bailes y tus ojos suplicantes. ¿Qué más esperabas?

—Por lo que debo saber, nada —Atina a decir con veneno en su voz.

La vela se apaga, Miguel le ha dado un cachetazo que resuena en todo el lugar; pasa su mano por el área del golpe, acariciando y tratando de descubrir si aquello no era más que un mal sueño. Lo odia, siempre lo ha hecho, con todo su corazón, a un alma que era libre, envidiaba verlo libre. El moreno se retiró sin dar explicaciones, dejando a Kubo con su molestia y amargura. 

Se frotó el cachete tratando de bajar el dolor, no sólo eso dolía, también su interior. ¿Era por ser diferente? Todos se quejan de su libre expresión cuando a su gente la estaban cazando por tratar de sobrevivir. Un maullido lo hace mirar al suelo, Salem se recarga en su pierna y se estira. El romaní se pone hasta la altura del animalito, acariciando su cabecita sucia.

—Hey, no te preocupes por mí —habla al gato, quien ronronea a su tacto—; estaré bien.

Incluso si eso no es verdad, se lo dice, tratando de creer que quedaba humanidad en sí mismo, una pizca de remordimiento que nunca salió. Quizás tuvieran razón, nació danzante, prostituta y hombre y así moriría, sin pena ni gloria. Como todos. Sin embargo, podía hacer peores cosas que eso, que gritar, que engañar o encantar.

Hay peores cosas que hacer —susurra entonado, se levanta y curosea con sus ojos el enorme cuarto en la catedral—; que meterme con un chico... o dos.

Se pasea hasta la imagen que cuelga en una de las paredes, el archidiácono Marco de la Cruz, amigo de Miguel y aquél que le causaba un dolor de cabeza. Enamorado de su figura, un ser repugnante al cual le creyó antes de saber la verdad, jodia admitir que aquél ser alguna vez puso una mano encima suyo. Gracias a él, todos conocía a "Luna", la ofrecida del archidiácono.

Incluso si piensan que soy un asco, de lo peor; supongo, puede ser verdad —Marco siempre se lo recalcó, sólo serviría se adorno exótico y bonito, no estuvo dispuesto a vivir así su vida y dejar a sus hermanos morir—. Pero hay peores cosas que hacer.

Unos ojos chocolatados se proyectan en su memoria, una sonrisa elegante y discreta, una piel asoleada y suave para sus genes. Una pequeña sonrisa se le escapa.

Podría salir con cualquiera —Se pasea entre las bancas apiladas, deslizando sus pies en el azulejo frío, recordando aquellos tiempos de ladrón primerizo y encantador—. Sonreír y coquetear.

Buenos tiempos, donde ningún esfuerzo más que su cuerpo era necesario, vivía como rey y huía de cualquier futuro reprochativo. Danzando de acá para allá por Andalucía en la caravana junto a su pueblo, de lugar en lugar, de hogar en hogar, sintiendo que eso era todo lo necesario para sentirse lleno. Aunque fuera momentánea su felicidad.

Apegarme al danzar, hacer creer que chance tienen y negarlo al final —Conoció a Marco y sus planes se fueron en picada. Nunca creyó en el dolor y lo vivió, vivió lo que era ser una de sus víctimas y comprendió lo malo que era en verdad. Un vicio enorme que trata de parar—. Es algo que me evitaré.

Y no lo cumplió, volvió a meterse con un guardia andaluz y conoció una euforia ciega en las manos desnudas de un mestizo encantador. La religión se iba al carajo, estar en sus sábanas era el templo, suplicando más por dar, más por recibir, orando al climax de la ocasión. No quiso, en verdad que no, lo hecho estaba hecho y no tenía más que enfrentar con el rostro en alto y el orgullo montado en las nubes. Y Miguel lo bajó del cielo.

Quedarme una noche por esperar —Llegó a soñar con una familia, una linda esposa, hijos encantadores, un lugar dónde esconderse no fuera opción. Le gustaría creer que aún puede soñarlo. Enreda su cuerpo en las largas cortinas de tela—, al perfecto para mí. Caer en cuenta de "el hoy", y mi vida desperdiciar en algo que no se hará.

Salem se acerca hasta su dueño, viéndolo resbalarse por la tela y dar al suelo con lentitud; Kubo no es malo, sólo quiere ser feliz y dejar de sentirse abandonado, acorralado por el mundo que lo rodea y en paz. Todo lo que ha hecho es por su familia, es por sobrevivir y por buscarse un hueco en el proyecto de alguien más. Cuando se presentan un extraño y lo rechaza, se da cuenta de ese hueco que le dejó y negó, un lugar para él. Se siente idiota pensado que es un genio cuando no es más que una prostituta.

Puedo herir a alguien como yo, por despecho o vanidad —Se preguntaba si todavía habrá espacio en el corazón de Leo, un rincón en sus sábanas tibias, en un local que huele a café y pan, entre sus brazos y sus besos—. Pero no he robado ni mentido, puedo llorar y sentir, algo que parece sin igual.

Miguel está en lo correcto, no le quedaría nada, sólo rescatar a Norman e irse lo antes posible de la capital a Cataluña a probar suerte en otras tierras. Ya ha hecho lo suficiente timando y mintiéndose, tratando de cambiar y enamorándose de la noche. Oh, Leonardo, esperaba poder verlo un segundo antes de partir.

Pero llorar frente a tí, es lo peor que puedo hacer...

—Pero llorar frente a tí, es lo peor que puedo hacer

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¡Hey, regresé después de un mes!

Avisando que entraré en exámenes y será difícil para mí escribir, que de por sí es complicado. Pero, tengo respaldo en desvelarme ciertas noches y un capítulo ya escrito así como uno que reeditaré.

Lamento desaparecer así de golpe, trataré de no hacerlo (unu). Recuerden dejar su estrella y comentarios.

¡Hasta la siguiente!

𝘾𝙝𝙤𝙘𝙤𝙡𝙖𝙩𝙖𝙙𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora