🌙; Odio

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[❗] NOTAS PRE LECTURA.

✎Este one-shot está basado en un Hogwarts AU!

✎Kubo, Gryffindor tuertito de segundo año; Leo, Hufflpuf chisguete de tercero.

Kubo camina aferrando su mano al desgatado farol que alumbra el tenebroso camino y sosteninedo su varita en la contraria, listo para lanzar un expelliarmus si alguna criatura trataba de pasarse de lista

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Kubo camina aferrando su mano al desgatado farol que alumbra el tenebroso camino y sosteninedo su varita en la contraria, listo para lanzar un expelliarmus si alguna criatura trataba de pasarse de lista. ¿Por qué debía de estar ahí? Cuando podía estar en su cuarto bien tranquilo y leyendo; ¿quizá será por andarse metiendo en cosas que no le deben de importar? Sí, por eso. También, esa era la razón de la segunda figura frente a él, alzando su varita brillante característico del hechizo de lumos. Leonardo San Juan, se llama.

Ambos fueron dos pobres almas desgraciadas que quisieron parar las locuras de sus amigos, Hiro y Miguel respectivamente, terminando castigados de igual modo por “uso indebido de la magia” —Snape podía irse de regreso a las mazmorras—. Era por eso que seguían la pista de sus, en estos instantes, perdidos amigos con el fin de hallarlos e irse cada quien a su cuartito. El menor trata de tener la mayor cautela posible, de vez en cuando se choca con el castaño e inician una discusión como:

—Ten cuidado, mira por dónde vas.

—Baja la voz.

—No, tú baja la voz.

Y era porque ambos se odiaban. No era un odio realista, más bien sentían fastido con el otro por estar influenciados por sus mejores amigos desaparecidos. Además de ciertos encuentros como el Incidente de la Bludger en el partido de Gryffindor contra Hufflepuff o en clase de Defensa Contra las Artes Oscuras; de ahí en fuera, buscaban no tratarse para nada ni verse tan siquiera. Pero no tenían de otra si querían regresar en una pieza. El frío empezó a acrecentarse en el área, calándoles la piel, haciendo que busquen calor.

Leo, de menos, se había traído su bufanda para una situación como esta; sin embargo, el azabache sólo su túnica llevaba —y no iba a incendiar el bosque por estarse helando—; la naturaleza del Hufflepuff tuvo que salir aunque no lo quisiera.

—¿Quieres compartir? —pregunta, señalando su bufanda alargada.

—Estoy bien, gracias.

—¿Seguro? Estás temblando.

—Tú igual —contesta con molestia, dirigiendo la lámpara a su cara para que note su expresión acorde.

—Pero tengo bufanda, de menos.

—Que bueno.

—¿Dejarás de comportate como un niño y aceptarás?

—No soy una doncella, San Juanito.

Y la discusión sigue por un buen rato hasta que escuchan unas pisadas acercándose veloces. Con rapidez el tuerto direcciona la varita a todos lados, buscando el objetivo, y el moreno imita su acción sin dejar de alumbrar el sitio. Se escucha allá, luego allá, luego allá; pero no veían nada. A no ser que...

—¡Aparecium!

Del lado izquierdo aparece una bestia de tamaño considerable, colmilluda y oscura que piensa amedrentar contra ambos, bufando y sacudiéndose sin cesar; Leo identificó a dicha criatura como un tebo —¿qué rayos hace uno en Hogwarts?—. Sin preguntar, toma la mano del asiático y empieza a correr en dirección contraria al jabalí mágico. 

—¡Leonardo, el farol! —regaña.

—¡Eso puede esperar, hombre! ¡Hay que librarnos de esa cosa!

Se escabullen entre las hojas secas, los árboles retorcidos y la neblina que sale de la nada; Kubo trata de pararla sin muchos resultados y Leo de guiarlos hasta la salida. Nada les serviría si no se quitaban del paso de la bestia y lo sabían; el azabache murmura y de su varita sale una soga rojiza que se adhiere a la rama firme de un árbol.

—¡Agárrate bien!

—¿¡Qué!?

Sin soltar la mano del contrario, se balancea con ayuda de la dicha tanto como se puede hasta quedar en dicha acortando la soga. El jabalí sigue corriendo descarrilado hasta perderse en la lejanía nublada. 

—¿Debería querer saber qué es eso?

—No lo creo —comenta el mexicano recargándose del tronco del sicomorro mientras el japonés regula su respiración—. Ese idiota de Rivera me deberá dulces de Honeydukes.

—Santos cielos, ¡wu! —El menor alza sus manos y las baja enseguida al exclamar aquello— Es la noche más loca de mi vida.

—Y sí.

Ambos se miran, el Gryffindor ríe, sacando de sí a su acompañante. ¿Qué era tan gracioso?

Jajaja, tu pelo es... jajaja.

—¡No has visto el tuyo!

Ambos ríen a lo alto como gallinas cluecas o un chihuhua ladrando. Se vuelven a observar y sonríen. Tendrían que esperar un rato hasta no saber más del tebo, sería una larga noche.

 Tendrían que esperar un rato hasta no saber más del tebo, sería una larga noche

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¡Hey, espero lo hayan disfrutado!

Recuerden dejar su estrellita y comentario su gustan. Juntar una de mis parejas preferidas y saga favorita se siente bastante bien, me imagino que sería entretenida una dinámica de odio entre ellos porque sus amigos se “odian también“ toda extraña porque aprenden a apreciarse.

Cabe explicar que a Leo lo puse en Hufflepuf porque esta casa está caracterizada por su lealtad y Leo es una persona muy ese estilo. Será valiente como Gryffindor; pero esa valentía proviene de querer ayudar a otros. En cambio, Kubo, ya es un atrabancado valiente por naturaleza —y por ende Gryffindor—.

¡Sin más que opinar, me despido de ustedes!

𝘾𝙝𝙤𝙘𝙤𝙡𝙖𝙩𝙖𝙙𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora