06; ¡Obtén al alfa!

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Marco regresó del instituto con sueño, hambre y medio kilo de hormonas ajenas.

Esos malditos no podían controlarse y terminaban por asquearle. Colgó su mochila en le perchero junto a su sudadera azul, estando por anunciarse, escucha unos lloridos suaves. ¿Miguel, otra vez te rechazó del chino universitario? Se acercó con lentitud hacía la cocina.

En la barra, yacía su hermano, acariciando la espalda de su hermano no sanguíneo, un omega que golpea su frente contra la barra y repite que es un estúpido. Kubo, omega como él, uno obstinado y valiente que no se deja pisar ni hacer por nadie, sollozando como el estereotipo de su casta. Okey, algo no anda bien.

—¿Kubeta? ¿Ahora qué pendejada te pasó?

—Vete al diablo, Marco.

Bien, esa contestación lo tomó desprevenido, pero de menos sabía que aún está en sus cabales. Se acerca a su hermano menor y, este, hace ademanes con su mano libre. Un corazón, señala a Kubo; luego, un dedo que recorre su mejilla. Okey, creía ya entender.

—¿Es sobre Leo?

—¡Ah, pinche Miguel! —exclama retomando la compostura, tomando el servilletero cercano y atinando a la nariz del mencionado que no hizo más que quejarse— ¡Deja de andar de boca floja!

—Kubo —llamó el mayor, el azabache regresa sus ojos a él, unos rojizos de haber llorado y trata de no verse acomplejado— ¿Qué ocurrió?

El de sudadera rojiza agacha la cabeza, otras lágrimas asaltan su rostro y las deja irse. Busca una excusa, cómo expresarse; pero, lo único que hace son hipidos y mascullar, sintiéndose un imbécil. Marco rueda los ojos.

—Habla bien, puto, no te entiendo.

—Lo arañé —Entiende de todo el balbuceo, un suspiro de asombro lo caracteriza—, le arañé la cara, creo que le deje cicatriz.

—¿Y eso por qué? Nunca se han peleado de ese modo —cuestiona.

—Se estaba peleando con Valentina —añade Miguel con servilletas en su nariz, Kubo le lanza un mango a la frente.

El Rivera mayor negó, dio un suspiro pesado y puso su mano en la barra. Se tomó su tiempo para decir:

—¿Seguro que no te tiraron de chiquito?

—¡Ella me estaba molestando!

—Y si con molestando te refieres a que escuchaste que hablaba de Leo y lo bello que son sus ojos a metros de tí, claro que sí —El japonés vuelve a agachar su rostro—. ¡Eres el Omega más posesivo y estúpido que he conocido!

—¡Oye!

—Eres inteligente, bello, independiente y voraz y me sales con estas mamadas.

El nipón se siente como cachorro regañado, Miguel lo nota en el cambio de su aroma a un más amargo.

Era bien sabido en casa de ellos que aquél omega increíble, alabado por muchos, rompecorazones de otros y apodado por celosos "omega feo", tenía un punto débil contra las viejas poblanas panaderas alfas. No lo culpaba, si no fuera tan vieja, Marco se hubiera tirado a Leo —aquí entre nos'—; y esa actitud tan pasiva y amable del castaño tiene a una fierilla domada. 

Kubo se desespera y vuelve a golpear su cabeza contra la barra.

—Ve a disculparte, Tsukino-Rivera.

—Uno, no soy Rivera; dos, probablemente me odié, prefiero morirme ya.

—Uno, nos has visto desnudos, has ayudado en esta casa, tienes llave de copia, has cuidado a Coco, eres Rivera; dos, ¡hablamos de Leonardo! 

Marco agarra el periódico matutino de su padre y le da tres buenos golpes, que es idiota y no usa su cerebro a su favor.

—Es el ser más amable, no rencoroso y cariñoso que han visto mis ojos, casi como Miguel y, ¡tú! Eres un hijo de puta —explica el de ojos ámbar—. Vas a ir a disculparte ahorita o le diré a mamá Elena.

¡Marco! Si de todos modos no cambia nada —El azabache coloca su mentón en la superficie blancuzca de azulejos—. Tienes razón: soy un hijo de puta y Leo es demasiado.

El Rivera mayor se frota las sienes, estos imbéciles van a darle un ataque se estrés, ¿dónde está Simón cuando lo necesita?

—Nunca dijo eso —interviene Miguel después de un eato—. Habló que eras hijo de puta; pero, eres el omega más increíble que conozco, después de Hiro, claro.

—Y si Leo no se ha fijado en ello, no te merece.

—Pero, Marco y yo lo dudamos.

—¿A qué te refieres?

Ambos hermanos se miran incrédulos. 

—¿Es neta, Kubeta?, Leo habla de tí como merolico —habla el moreno mayor.

—¿Te defiende? No, pero porque sabe que eso daña orgullo y deja que te salgas solo de los líos. Te apoya en las penas —prosigue Miguel.—Te consiguió tus suspersores en tu celo desfasado, no te tocó.

—Te vino a visitar enfermo.

—Te defendió de unos alfas, les rompió la nariz.

—¿Y dudas que le gustes? —cuestionaron a la par.

El azabache sonríe divertido, quizás tengan razón, debía seguir intentando, un poco más. Se limpió los ojos y se levantó, ¡él era Kubo, un omega feo obstinado! Y Leo San Juan sería su alfa aunque tuviera que pagarle a Simón para que lo robara. 

—¡Ahora, ve por ese alfa! ¡Obtén al alfa! Y dime qué tal su primera cita, es lindo escucharte —finaliza el moreno mayor, reviviendo un beso en la mejilla de parte del nipón.

Este sale corriendo, abre la puerta a la calle y se escucha cuándo la azota con alegría.

—Eres buen dando consejos.

—Lo sé, Miguel, ya deberías escucharme.

Espero les haya gustado este one-shot en cuarentena lleno de drama y algo de comedia barata

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Espero les haya gustado este one-shot en cuarentena lleno de drama y algo de comedia barata. Algo para salirme del contenido triste y melancólico, porque el proyector en el que ando metida ya está bastante triste por sí sólo y debía salirme un rato de ello.

Esto se escribió una noche cualquiera de desvelo, aburrida, sin pensarlo mucho y con ganas de dar mi admiración por la diva de Marco Rivera. Así que, ahí está el resultado.

¡Recuerden dejar su estrellita y comentar si gusta!

Nos leemos pronto, quizás (?)

𝘾𝙝𝙤𝙘𝙤𝙡𝙖𝙩𝙖𝙙𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora