❄️; El Cisne Negro y el Cascanueces.

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Interrumpimos su programación habitual para este Especial Navideño

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Interrumpimos su programación habitual para este Especial Navideño.

¡Feliz Navidad a ustedes! Espero la hayan pasado bien en su cena de Nochebuena y hayan comido hasta hartarse. Con cometido de estas fechas, logré hacer en un media hora o menos un pequeño capítulo que pensaba tener temática navideña; but no quedó tan así. De todos modos se los doy, porque ya está hecho.

¡Disfruten!

[❗] NOTAS PRE LECTURA.

→Temática dis que navideña con el ballet.

Referencias a ballets clásicos y películas de ese estilo.

→Referencias a ballets clásicos y películas de ese estilo

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Un, dos, tres, debía seguir.
Un, dos tres, en punta, vuelve a caer.
Cuatro, cinco, seis; de nuevo, se levanta.
Un, dos, tres, ya no resiste, otra vez al suelo.

Se apoya de sus puños para verse frente a frente con su rostro, tan pálido como se volvía habitual, ojeras que el maquillaje logra cubrir y sus brillantes ojos cafés apagados y hastiados. Todo estaba mal, no llegaba a los pasos desordenados de Xóchitl, no le llegaba a los talones. Nada le queda más que el sudor y el dolor de sus pies que poco aguantaron. Suponía, esa era la razón de haber escogido a la poblana como protagonista del número invernal.

La puerta se abre, cuando voltea, Leo está parado, mirando escéptico la escena, sintiendo su corazón estrujarse contra el tórax. Vestía ese bello traje de soldado, aquél que caracteriza al hermoso Cascanueces de película, con sus pómulos marcados de rubor. Sabe lo importante que es para Kubo la danza, fue lo único que le quedó de herencia de su madre, la razón de haberse escapado de la casa de su abuelo y de su obsesión por la efímera belleza de un tutú en encaje a tonos negros.

-Leo, deberías estar en ensayo general -recuerda el nipón, dejando de sostener las miradas. No estaba listo para admitirlo, aún no-. Teo se va a preocupar y molestar.

-Ella puede esperar, es la Clara más mandona que me ha tocado -asegura sereno, dirigiéndose a su compañero.

-Pero, es muy buena.

-Sí.

Se pone al nivel del azabache, con sus manos enguantadas, retira la dona que amarraba sus cabellos y pasa ambas entre ellos. Hebras tiznadas que se resbalan en su piel y caen junto a unos hombros desgastados. Escucha un suspiro de su parte, no le importa en lo absoluto; después de todo, era su deber salvarlo de sí mismo.

-Kubo.

-¿Uhm?

-Baila conmigo -susurra, enrollando algunos mechones de su cabello en el dedo-; baila conmigo, cisne negro.

Sin esperar respuesta, lo tomó de la mano y hizo que se levantara del suelo; dolía, esa presión en sus dedos, por más que quería descansar, no le daría un respiro. Lo apegó a su cuerpo, quería darle todo su apoyo en un gesto que ambos entenderían; como la primera vez que chocaron, o que bailaron o que se abrazaron en lo recóndito de un recuerdo. Con ambas manos en sus palmas, lo hizo volver a estar en punta, volviendo a ese martirio del bailarín que mucho ha practicado por anehelar con toda el alma.

-Leo, lastima, basta.

-¿Recuerdas tu primera navidad aquí? -Evadió su comentario, llevándolo a otro extremo con tranquilidad- Recuerdo que decías amar el ballet de El Cascanueces.

-Aún me gusta, la música es mágica y encantadora... ¡Ahg, Leo!

-Recuerdo que querías bailar ese pas de deux que tengo que saberme al pie de la letra -Lo agarró del torso y lo levantó en el aire, casi tirándolo-, esa vez nos caímos, mientras bailabamos. Reías por la nariz.

Lo bajó, hizo que lo encarara y no dudó en besar sus labios. No eran dulces, estaban rotos y desgastados, secos, cansados; aún así, dejaba cualquier aspecto de lado para centrarse en la alegría de un tintineo azucarado que le brindaban. Kubo tampoco negó su atención, envolvió sus brazos en su cuello, hundió sus manos en su greña, necesitaba un descanso de tratar.

-Baila conmigo, cascanueces.

-Será un honor, bello cisne.

Sin importar el cansancio, ni el dolor, ni la pena, bailaron hasta desfallecer cualquier cosa que cruzara por sus mentes. Se cayeron, se golpearon y siguieron entre leves carcajadas. Sin darse cuenta del reloj que sonaba y marcaba la media noche del 25 de diciembre hasta que llegaron al límite. Volvió a reencontrarse con esa boquita morena que tanto le encanta, y entre suspiros, le dijo:

-Feliz navidad, Leo.

-A tí también, Kubo

¡Espero lo hayan disfrutado!

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¡Espero lo hayan disfrutado!

Ya después me preocupo por terminar el reto pendiente de octubre, por ahora, ¡feliz navidad y año nuevo!

𝘾𝙝𝙤𝙘𝙤𝙡𝙖𝙩𝙖𝙙𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora