Capítulo 28. Mal sí puede y sí quiere suspirar por un chico

889 25 192
                                    


Este capítulo está dedicado a Angel-Hechizada.
Amiga, llevo meses esperando que lo leas. Desde que te hablé de él. Y afortunadamente, ahora es tiempo 😉. (Uy, sí, por cierto, probablemente ocupes de verdad los pañuelos).

Mal

𝓟lantada de nuevo ante el gentío proveniente de todas partes del reino, de mi reino, esbocé una sonrisa.

A lo lejos, observé al Hada Madrina hablando con las tres hadas buenas y Merlín. La directora señaló el castillo y luego a su hija Jane, que estaba con Carlos en la mesa de Jordan, Ally, Zevon, entre otros hijos de personajes bien afamados en la historia de este país. Evie ya me había dicho que mi noche de bodas debía ser mi prioridad, pero me daba muchísima intriga todo esto del artilugio y del Refugio de los Perdidos. Al fin de cuentas era algo que concernía mi atención, no solamente por haber pertenecido a ese montículo de roca al que se decidió mandar a los villanos o por ser la reina, también por entender por completo el plan de esos siniestros maestros de la maldad.

Claro, ya sabía su objetivo: destruir Auradon, vengarse, sembrar el miedo. Eso era obvio. Lo que me daba intriga era el inicio del plan. Para empezar, ¿quién diablos es en serio El Aliado? ¿Cómo fue tan descuidado para dejar la Piedra Descendiente en la Cueva del Espejo? Sin los talismanes, sin los poderes de su lado, ¿cómo los exiliados comenzarán la destrucción?

—Me alegra que les hayas tapado la boca a todas esas aurodianas que se morían por cautivar a Ben —Quien habló fue Freddie, que repentinamente llegó a pararse junto a mí. Pasé a ver mi anillo. Suspiré—. Te lo tienes ganado, Mal. Que no digan que una princesita es la única que puede gobernar.

—Gracias —dije y ella asintió.

—Oye, ¿en serio Ben pasó una semana entera en la Isla de los Perdidos? Es decir, no es que sea un petulante y vanidoso como el acosador de Chad, pero... ya sabes, vive en este castillo.

—Sí lo hizo.

Me crucé de brazos y no hice más que sonreír. Claro que lo hizo.

—En ese caso, creo que ese chico se tumbaría inclusive a un agujero inmenso nada más por ti.

—Y yo seré la chica que siempre le dará la mano, no importa qué.

Freddie me oyó suspirar, lo más probable es que adivinando a juzgar por su mirada, que eso ya sucedió. No precisamente estaba en esa zanja por mí, pues se había caído, pero Ben y yo logramos crear un momento único, solo de los dos y que solamente podría tener destino en los brazos del otro.

—Pensé que Jay estaría aquí.

Automáticamente mi sonrisa se perdió con el latido alegre de mi corazón.

—Yo también. Al menos lo pensé antes de que le importara más el chico mujeriego que el chico leal a sus amigos —contesté con una mueca marcada por la decepción—. Él fue mi mejor amigo desde que tengo memoria. Siempre peleando pero también sin falta puestos a la aventura.

—Es un buen chico. He visto cuánto los quiere a ustedes cuatro. Se dará cuenta que Audrey no vale perder a sus amigos.

Mal esperaba que entonces pronto Jay pusiera en funcionamiento su cerebro porque se estaba demorando demasiado.

—Estos años que he estado en Auradon me he percatado de lo que tú y Ben tienen y sé que el casarte con él no significó cualquier cosa para ti. Es por eso que lamento que Jay no esté aquí.

—Carlos será un lengua suelta, pero por lo menos está —Las palabras se ahogaron en mi garganta. Anudé mis dedos de una mano con los de la otra. Miré una vez más a Freddie y intente dar mi mejor cara. Encogí los hombros—. Como sea, ni siquiera la maldad de mi madre podría arruinarme este día. Ben está por llegar.

Mɪ Bᴇʟʟᴀ DᴇsᴄᴇɴᴅɪᴇɴᴛᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora