Capítulo 26. Con sol, todos felices... y hermoso

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Dedicado a @rosadita51, una de mis lectoras
desde hace años y que sigue aquí 🙌😜. Gracias.

Mal todavía seguía sobre el colchón, leyendo repetidamente la nota de Ben. Quiero despertar cada mañana contigo, teniéndote en mis brazos, como hoy.

Ella misma sabía que ya estaba mirando demasiado la nota, pero maldita sea, había llegado a ese punto en que tenía que reconocer que estaba feliz de ser parte de esa supuesta debilidad a la que su madre cariñosamente asociaba con el amor. Era dichosa de llamarse débil centenares de veces, no le importaba. Realmente quería estar con él. No había ni un ápice de duda, ella sería capaz de empezar a creer en los cuentos de hadas si le concedían el deseo de que eso se hiciera realidad.

—Dime Mal, ¿qué se siente estar tan embobada por un chico? —Evie le habló y ella salió de lo que sea que haya sido el paraíso al que sus sentimientos la llevaron.

—¿Qué se siente guardarle un secreto a la propia hija de Maléfica, y, aparte, diseñar el mejor vestido del mundo —Y lo señaló—. Es perfecto, amiga, gracias.

Le dio un gigantesco abrazo. Evie debió haberse desvelado mucho para tenérselo a tiempo, no podía no estar agradecida con ella.

—Jane y Lon vinieron a decirme algo —abordó Mal, mientras se distanciaba del abrazo. Dejó la nota dentro de su libro de hechizos, justamente en el apartado que decía «POCIÓN DE AMOR». Las palabras de Ben las atesoraría por siempre en ella.

—¿Sobre qué, M?

—Me lo dijeron antes de enterarme de mi boda oculta, por eso no les había entendido mucho. Ahora lo sé. Merlín y las hadas buenas estarán aquí para revelar la ubicación del Refugio de los Perdidos. Lo harán cuando termine el Día de los felices, que es mi boda —El resplandor inundó su mirada con la mención de las últimas palabras.

—¡Buenísima noticia! —Evie puso las manos sobre las caderas y rió—. Pero usted, señorita, para ese momento estará disfrutando de su mágica noche de bodas —A Mal se le pusieron los pómulos rosas tan solo de pensar en eso.

—Supongo que te concedo la razón. Aunque no seré ingenua, no espero que sea fácil devolverlos a la Isla de los Perdidos. Hay una razón por la cual son temibles. Los peores. Varios de ellos unos genios de la maldad —Suspiró, haciendo una mueca—. No seré ingenua y ellos no son tontos: sin sus poderes, tienen que protegerse a toda costa. Apuesto por una cúpula.

—¿No crees que la Varita Mágica sea suficiente para penetrarla?

—No importa lo que yo crea ahora. Mañana mismo lo averiguaremos —respondió—. Al parecer nuestra primera misión como reyes será detener el posible levantamiento de los exiliados.

—Pero siempre que quieran podemos ayudarlos —expresó Evie.

Mal se lo agradeció.

—Yo abro —se adelantó Mal al escuchar golpes a la puerta. Tuvo la sensación de que era Ben, pero su ilusión fue machacada tan pronto vio que un chico con una mascota en brazos entró como Carlos por su casa—. Oye, puedes pasar, que no te mortifique.

—Gracias. Eres muy amable, futura reina —replicó el muchacho, haciendo al tiempo una reverencia.

Mal cerró la puerta, rodando los ojos.

Carlos vio a la Princesa Azul y sus esfuerzos por retener sus carcajadas. Luego a Mal y la gran sonrisa que se le apreciaba en todo el rostro.

—¿Soy yo o interrumpí una conversación de chicas? —Las vio alternativamente a las dos. Como ninguna de las dos respondió, intentó con algo más—. Miren, si es sobre Ben y Doug... Sobre esas confesiones íntimas de amigas, —Carlos señaló con el pulgar la puerta— lo mejor es que me vaya.

Mɪ Bᴇʟʟᴀ DᴇsᴄᴇɴᴅɪᴇɴᴛᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora