Capítulo 44. La niña de la sonrisa en el mercado

238 8 339
                                    



Querida Angel-Hechizada, este capítulo es dedicado a ti. Te agradezco por estar conmigo durante todo este recorrido y esperarlo ansiosa. Recuerdo el día en que leí tu primer comentario tanto como tú cuando lo respondí, hace más de 4 años. Espero que al terminar de leer este casi cierre tan importante y el capítulo siguiente, tengas la misma sensación de aquella vez, un escrito de alguien que verdaderamente ama Beal.

Canciones del capítulo
Die for You | Starset
Slip Away | Unsecret
Rise Above | Tommee Profitt feat. Trella
Can you hear me now? | The Score

❦

Ningún sonido de la cima le llegaba y eso solo causaba que algo dentro de él se encogiera cada vez un poco más, pero a su vez le frustrara no saber qué ocurría.

La niebla era más visible desde ahí, pero esta ni lo tocaba. Parecía inclusive que su propia presencia la repelía.

Miró la altura de la Montaña Prohibida, las piedras resbaladizas y las posibles trampas en el camino. Pensó en Mal, la mujer que creció en una isla mugrienta e injusta, a la que intentaron desde niña amargar su corazón, que llegó a Auradon y muchas personas la juzgaron, cuando lo único que él veía era una chica con dudas, que naturalmente podía inclinarse ante el bien, alguien que no pudo apartar de su mente apenas la soñó.

Una reina que le quitaba el aliento.

Se arremangó la mangas de la camisa. Trataría de irse por el área de la montaña donde llegaron Mal y él rato atrás para evitar un camino feo y engañoso; confiaba en que su sentido de la orientación no fallaría. Normalmente se consideraba valiente y hasta atlético, pero eso no quería decir que los nervios no se le plegaran a la piel como pulgas.

Empezó a subir. Las rocas eran firmes, casi era fácil, hasta que una se descolocó y tuvo que impulsarse rápidamente para llegar a un recoveco lo suficientemente amplio para pararse sobre él. Caminó despacio hasta llegar al siguiente estrato. Con el corazón desbocado, continuó caminando entre los pequeños espacios, procurando no mirar a otra parte que no fuese arriba, cuando oyó un grito hecho jirones y su cuerpo se paralizó; a posteriori una luz esmeralda tiñó un relámpago. Se tragó el terror que le atenazaba la garganta y esta vez dejó de titubear. Se aferró con la fuerza de mil soles a lo que pudiera; sus manos terminarían ensangrentadas, pero cumpliría su promesa sí o sí.

La oscuridad la burlaba. Solo eso. No la seguía atacando, nada más reía. Porque creía que «solo Mal» no era rival. Hizo el amago de incorporarse, pero Maléfica se agachó junto a ella con apoyo de su báculo y le ladró:

—Te diré lo que voy a hacer con esa isla que tu debilidad y tú decidieron mantener. A todos aquellos que mis sirvientes no logren matar de miedo, los mandaré allá, apretujados y esperaré pacientemente en mi trono hasta que el último se muera de hambre. Y los que viajan en ese barco en alguna parte de los mares, en cuanto los encuentre, les derretiré la esperanza que cultivaron en ellos de una vida mejor, enseñándole la única cosa que quedará de sus patéticos reyes: sus coronas.

Sin embargo, Mal sonrió.

—Bien. Es una lástima que tu molesto cuervo no te pueda acompañar en esos sueños que no saldrán de este risco.

Elevó la vista a un punto negro que sobrevolaba sobre sus cabezas. Para cuando Maléfica volteó, Mal tenía sujeto a Diablo mediante un hechizo de control. El cuervo se quedó estático y después su pelaje negro empezó a cambiar. Sobre las plumas se escribió con una especie de pintura de grafiti la palabra «MAL» con mayúsculas.

Mɪ Bᴇʟʟᴀ DᴇsᴄᴇɴᴅɪᴇɴᴛᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora