- Capítulo 8

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Siento cómo mi cabello se mece con la brisa cuando llego a la puerta de mi hogar

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Siento cómo mi cabello se mece con la brisa cuando llego a la puerta de mi hogar. Jasper se ha quedado en la casa de los Cullen con el fin de que Bella no lo vea, ya que eso podría traer complicaciones que no necesitamos ahora. Brent, tras darme un apretón cariñoso en el hombro, rodea la casa para permanecer escondido; así podré percibir su aroma sin necesidad de presentárselo a mi madre todavía. Inspiro con fuerza, detectando el olor a sangre humana que proviene del interior. Me sorprendo a mí misma debido al autocontrol que estoy logrando, aunque sé que no sería posible de no ser por su presencia. Trago saliva innecesariamente y extiendo la mano al frente. Tras unos segundos de vacilación presiono el timbre. Siento cómo mi madre deja lo que está haciendo en la cocina y sus pasos se aproximan a la puerta. Su corazón late con normalidad, prueba de que ni siquiera imagina mi visita. Acciona el picaporte y pregunta de quién se trata mientras abre la puerta despreocupadamente.

- ¿No te he dicho siempre que debes preguntar antes de abrir, mamá? -inquiero con la ceja levantada y una sonrisa que se ensancha al ver su rostro.

Ella me mira fijamente y sus ojos se aguan con unas lágrimas que no llegan a salir. Deja caer el trapo que llevaba entre las manos al suelo y, tras unos segundos de desconcierto, se abalanza sobre mí para fundirnos en un "fuerte" abrazo que no me hace el más mínimo daño. La rodeo suavemente con los míos mientras me atrevo a aspirar su aroma, que me envuelve en una ola cálida. No deseo su sangre, y no sé qué parte es gracias a Brent y cuál forma parte de mi propio autocontrol; pero no me importa, estoy junto a mi madre al fin, después de tantos meses añorándola. Aprieto los labios en una fina línea debido al escozor tras mis ojos por las ganas de llorar. Sólo espero que la ponzoña no acelere la disolución de las lentillas. Ha sido muy difícil encontrar un modelo de azul que cubra el tono rojizo de mis iris ahora.

- ¿Cómo...? ¿Qué haces aquí? No me dijiste nada... -comienza a tartamudear mientras nos separamos, todavía con ojos llorosos.

- Quería que fuese una sorpresa. -Sonrío, y nunca había sentido una sonrisa tan verdadera. Por fin estoy en casa de nuevo, y esta vez espero que sea para quedarme.

- Oh, cielo. -Me toma por los hombros y me mira de arriba abajo-. Estás verdaderamente hermosa. ¿Cuándo se ha puesto tan guapa mi niña? No creía posible que pudieses serlo más aún.

I Equinoccio · 𝓙𝓪𝓼𝓹𝓮𝓻 𝓗𝓪𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora