- Capítulo 9

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He pasado las dos últimas noches pensando y soñando a partes iguales con Jasper

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He pasado las dos últimas noches pensando y soñando a partes iguales con Jasper. No puedo sacarlo de mi cabeza, es como si un imán me atrajese hacia él sin poder evitarlo. Mi madre ha notado que algo ha cambiado en mí, y aunque no tiene idea de qué se trata sé que está feliz de verme sonreír después de haberme pasado los últimos días encerrada en mi cuarto.

Me levanto temprano para poder desayunar con mi madre, que a juzgar por los ruidos en el piso de abajo se encuentra en la cocina. Cuando bajo las escaleras me impacta el delicioso olor de las tortitas que hace. Se encuentra sentada en la isla, con dos platos a rebosar de este delicioso desayuno. Las mías se adornan con sirope de frutos salvajes, mi favorito. Me siento y la miro.

- ¿A qué se debe este manjar suculento antes de ir a clase? -pregunto, cogiendo el tenedor con una sonrisa en los labios.

- A lo mismo que la ropa que te has puesto hoy. -Me mira de arriba abajo, y es entonces cuando compruebo lo que ya creía: me he arreglado demasiado-. A que somos felices, cielo.

Dejo el tenedor sobre mi plato y tomo sus manos.

- Te quiero, mamá -le digo.

- Y yo a ti, Lory -sonríe, y puedo ver su felicidad titilar en sus ojos. Eso no hace más que ensanchar mi sonrisa-. Y ahora vamos a hablar de que te hayas arreglado tanto. -Observo mi vestido, uno que hacía tiempo que no usaba. Es de color verde oscuro, semejante al de los árboles de Forks, de gasa y por debajo de las rodillas. En los pies unas botas de caña baja negras, a juego con la chaqueta de punto larga que lo acompaña-. Hacía tanto tiempo que no te veía ponerte esas cosas. -Desde que mi padre murió lo único que vestía eran vaqueros y camisetas sencillas, como mucho alguna blusa de vez en cuando, y zapatillas. Hasta hoy.

- Tú lo has dicho, mamá, soy feliz -sonrío mientras continúo comiendo mis tortitas.

- Y eso, claramente, no tendrá nada que ver con cierto chico Cullen con el que has pasado el fin de semana... -comienza a decir cantarina. Noto cómo me sonrojo ligeramente mientras devoro el último trozo en mi plato.

- Puede ser... -respondo.

Me levanto, cojo la mochila y beso su mejilla como despedida. Echo mi bolsa al hombro y salgo por la puerta. Voy a coger mi bicicleta cuando el flamante deportivo rojo de los Cullen se detiene frente a mi casa y el claxon suena dos veces. La ventanilla se baja, dejando ver a un Jasper al que me cuesta acostumbrarme: es como si ya no hubiese rastro de las facciones atormentadas de antaño. Y eso, aunque no suceda durante todo el tiempo, es un alivio para todos.

I Equinoccio · 𝓙𝓪𝓼𝓹𝓮𝓻 𝓗𝓪𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora