- Capítulo 7

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Es por la mañana y el olor a sangre del alce que acabo de comer todavía inunda mis fosas nasales

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Es por la mañana y el olor a sangre del alce que acabo de comer todavía inunda mis fosas nasales. Sonrío levemente. Mis ojos cada vez son menos borgoña, volviéndose dorados conforme mi dieta vegetariana avanza con éxito. Jasper dice que no debería tomarles más que dos o tres semanas para adquirir su color definitivo. Todavía estamos en Alaska; ha pasado una semana desde que enfrenté al alfa de Brent, así que es probable que nos vayamos pronto. He avanzado bastante, tras varias pruebas soporto bastante bien el olor a sangre humana. No puedo esperar a ver a mi madre.

El sonido de ramas al romperse me alerta, aunque enseguida me relajo al percibir el olor tan característico de los hombres lobo. Me giro con una sonrisa para saludar a Kaia, la joven pelirroja de la manada. Me ha ayudado bastante estos días a practicar con mi nuevo don, aunque todavía no he vuelto a conseguir ejercer mi voluntad sobre el cuerpo que habito. Pero creo que con el tiempo podré manejarlo de nuevo.

- Hola -saluda ella. Lleva el cabello cayendo sobre sus hombros, retirado con una diadema-. Estaba paseando cuando te escuché. Venía a ver cómo te va, aunque creo que sería mejor preguntarle al pobre alce. Dudo que diga nada. -Frunce la nariz. Yo me río ante su reacción.

- Lo siento. Sé que no te agrada ver que cazo animales -me disculpo mientras me acerco y la estrecho entre mis brazos.

- Sería peor que cazases personas. Me agrada vuestra dieta -sonríe.

Nos separamos y comenzamos a correr, echando una carrera hacia la cabaña. Sé que si se transformase podría casi igualarme, pero como opta por no hacerlo ralentizo ligeramente mi paso. Una mancha borrosa se une a nuestro paso a mi izquierda, distinguiendo cabellos rubios. Se trata de Dixon, el otro hombre lobo con el que también me llevo bastante bien.

- ¿Carrera? Mola -dice entre jadeos sin dejar de correr.

Me detengo al llegar a la cabaña y ellos se paran detrás de mí, jadeando y apoyándose sobre sus piernas para recuperar el aliento.

- Eres una neófita, es normal... Que nos ganes -exhala Kaia.

- Nadie dijo que no pudieseis entrar en fase -me excuso yo encogiéndome de hombros.

I Equinoccio · 𝓙𝓪𝓼𝓹𝓮𝓻 𝓗𝓪𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora