- Capítulo 3

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Observo a mi madre dormir

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Observo a mi madre dormir. El primer día quiso hacerlo en casa de los Cullen, ya que yo pasé toda la noche allí buscando más información por si el plan A fallase, aunque finalmente conseguí que al día siguiente volviese a casa. Aquí descansará mejor. Jasper dice que mi madre tiene un corazón fuerte, y una voluntad aún más poderosa. Puede sentir el pánico cada vez que se cruza con ellos, e incluso algo de temor cuando ambas estamos cerca, pero pese a todo ello lo único que busca es estar junto a mí gran parte del día. Porque me quiere.

Su respiración da un pequeño vuelco, indicando que sueña algo, y poco a poco se remueve más y más hasta que percibo que está teniendo una pesadilla. La despierto delicadamente para evitar que la siga sufriendo.

- Mamá -susurro, agachada junto a ella con la intención de no resultar amenazante.

Acaricio su cabello, evitando su piel para que no sienta mi tacto helado tan bruscamente. Ella abre los ojos y da un violento respingo, aunque enseguida se recompone. Se incorpora, quedando sobre la cama, y me mira. Resopla con una sonrisa.

- Lo siento, todavía no me acostumbro. -Se frota los ojos, cansada.

Me siento junto a ella y me recuesto contra el cabecero.

- ¿Una pesadilla? -pregunto, sin querer profundizar en el tema con miedo a lo que pueda responder.

- Sí -murmura, y entiendo que ella tampoco quiere hablar de ello-. Bueno... Yo...

- Cualquier pregunta que tengas la responderé, mamá. Di lo primero que se te ocurra -sugiero al ver que no es capaz de articular dos palabras seguidas.

- ¿Brent también es como vosotros? Es decir, es completamente distinto... -comienza.

- Eso es porque Brent no es un vampiro. Él es un hombre lobo. -Su respiración se entrecorta en un instante-. Pero no como los de las películas, tranquila. Ellos se convierten en lobos gigantes... De verdad son enormes, como un caballo. -Río un poco, tratando de calmar el ambiente-. Y su misión es proteger a los humanos de nosotros. Bueno, no de nosotros, si no de los vampiros que se alimentan de sangre humana. Cuando Carlisle y los demás llegaron aquí establecieron una alianza con los Quileute. Así lograron convivir hasta el día de hoy.

I Equinoccio · 𝓙𝓪𝓼𝓹𝓮𝓻 𝓗𝓪𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora