- Capítulo 2

3.7K 345 34
                                        

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jasper detiene el movimiento constante y veloz de mi pierna al repiquetear con el pie en el suelo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Jasper detiene el movimiento constante y veloz de mi pierna al repiquetear con el pie en el suelo. Suspiro en voz alta y me levanto de golpe cuando Carlisle sale de su despacho. Sonríe dibujando una fina línea con sus labios.

- Está bien, solo asustada. El vampiro no la llegó a tocar.

- Y ya no tocará a nadie más. No es más que ceniza -explica Emmett entrando por la puerta y sacudiéndose las manos con fuerza.

- Quiere verte, Malory.

Asiento y, ante la atenta mirada de todos, entro en la habitación. Mi madre se encuentra sentada en una butaca mirando al suelo. Alza la cabeza de golpe cuando me escucha abrir la puerta y nuestros ojos se encuentran. La miro tímidamente, temiendo que aborrezca lo que ahora ve en mí, que me tenga miedo.

- Hola, mamá -musito.

- Mi pequeña -dice con los ojos brillantes. Tras unos largos segundos en silencio se levanta y me abraza con fuerza-. Con todo lo que has pasado... Tú sola, sin decirme nada. Ha tenido que ser tan duro.

Su cuerpo tiembla, y no sé qué porcentaje pertenece a la emoción y cuánto al temor. Probablemente bastante sea debido a la segunda opción.

- Lo ha sido -afirmo. Me encuentro rígida, sin tener ni idea de cómo reaccionar, cuando ella me suelta y me mira de nuevo a los ojos. Unos ojos que ahora no oculto tras mis acostumbradas lentillas, por lo que le permiten volver a ver su tono dorado.

- Carlisle me ha dicho que vuestros ojos son así porque os alimentais de animales. -Su voz titubea, aunque no tanto como esperaba, al tratar temas tan desconocidos para ella. Y tan irreales. Asiento con la cabeza-. Eso me tranquiliza un poco -dice, seguido de una risa nerviosa.

- Debe tranquilizarte mucho, mamá -replico llevando mis manos a sus brazos, que acaricio con suavidad y tiento-. Me fui porque no quería volver a verte hasta estar segura de que no te haría daño. Y eso hice.

- Entonces... -comienza, sin saber exactamente cómo continuar-. Cuando la casa de aquellos hombres apareció calcinada...

Frunzo los labios con fuerza. No tenía ni idea de qué relevancia habría adquirido la noticia, y mucho menos que mi madre supiese dónde se encontraba su centro de mando. Suspiro con fuerza.

I Equinoccio · 𝓙𝓪𝓼𝓹𝓮𝓻 𝓗𝓪𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora