14. Hora de (Chen)Min.

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Mark tragó, frotando sus manos sudadas debido a los nervios.

Finalmente, buscaría a Donghyuck. Hablaría con él y aclararía todo.

Debía hacerlo. No quiera que las cosas quedaran así. Había pasado casi un mes de esa manera y, aunque creía que descansaría, realmente se encontró extrañando la presencia del moreno.

Lo único que lo hizo reaccionar fue cuando Hendery le dio una bolsa entera de dulces diciendo que tal vez así se le quitaba lo amargado.

Eso, y el que Yangyang le dijera que ha estado actuando así justo después de ese día.

Ah, también las constantes miradas no tan amistosas de Jungwoo, Jaemin y Jeno.

No sabía que hacer. Estaba debatiéndose entre si tocar o no, ya que había llegado ahí por un impulso. Como siempre.

Seguramente lucía como un estúpido parado frente a la puerta sin hacer nada más que frotarse las manos.

Suspiró, dirigiendo su mano hecha puño a la madera barnizada de la puerta frente a él, dando tres toques suaves.

Aunque podía tocar el timbre, pero nuestro amigo en realidad está muy nervioso.

En poco tiempo la puerta fue abierta, encontrándose con la madre de Donghyuck.

-¿Mark? - preguntó la mujer, extrañada de ver al (ahora) pelinegro a esa hora. -No es que me moleste, pero, ¿qué haces aquí?

El canadiense carraspeó. -¿Se encuentra Donghyuck?

-No, dijo que dormiría en casa de Chenle. - respondió viéndolo fijamente.

-Ya veo... - murmuró entre decepcionado e incómodo por cómo lo miraba la señora Lee.

Pasaron unos segundos en silencio, siendo observado por la mamá de Hyuck como si ella quisiera recordar algo.

La mujer chasqueó los dedos luego de haberlo analizado durante lo que parecieron horas, viéndolo ahora con los ojos entrecerrados.

-Contigo quería hablar... - dijo con voz suave, con una sonrisa encantadora que le provocaba escalofríos. -Vamos, vamos, pasa. - alentó la mujer, haciéndose hacia un lado para dejarle pasar.

-No quiero molestar, señora Lee... - replicó Mark, más temeroso que cualquier cosa.

Sabía perfectamente porqué quería hablar con él. Después de todo, la relación de madre-hijo entre ellos dos era envidiable, y es imposible el que Donghyuck no le hubiera contado. En especial si estaba tan afectado como le había dicho Jeno el día en el que le había preocupado la ausencia del moreno (que en realidad fue el segundo, pero bueno).

-Ya, te he dicho que no me digas señora. - exclamó con un mohín. -Apenas llegué a los treinta y seis, te dije que podías llamarme por mi nombre. Me haces sentir vieja.

Mark rió, aún un poco tenso. -Lo siento, Taeyeon noona.

La castaña sonrió. -Mucho mejor.

Después de eso, Taeyeon prácticamente lo obligó a pasar, no físicamente, pero su mirada tenía algo que lo obligaba a obedecer. Tal vez porque era como su segunda madre, pero no lo sabría nunca.

Se dirigieron a la cocina, donde la mujer le ofreció algo de beber, que amablemente declinó. No quería terminar manchando la bonita alfombra bajo sus pies descalzos.

Al final, la madre de Donghyuck sacó algo del refrigerador para calentar alegando que tenía hambre. Mark se sentó en uno de las sillas que habían frente al pequeño comedor, aún nervioso.

Cupido | MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora