35. El gran día [pt.1]

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Estaba ansioso.

O bueno, quizás la palabra "ansiedad" no era la más acertada para describir lo que sentía en ese momento, mas sí la primera que se vino a su mente para hacerlo. Su interior era un revoltijo de emociones, ninguna buscaba dominar; simplemente estaban ahí, alterándolo e incluso provocándole arcadas.

—¿Estás nervioso, hyung?— preguntó el pecoso con voz alegre ocupando el lugar vacío del sofá a su lado. Mark simplemente le miró, respondiendo silenciosamente a la pregunta—. No lo estés. Lo harás bien y a él le va a encantar, ya verás— ánimo, palmeando su hombro amistosamente.

Se limitó a asentir.

Eso exactamente lo que le tenía en ese estado; el no saber lo que iba a pasar. No es como si quisiera prever las cosas, no, pero su mente se ponía creativa cuando de pensar en posibles escenarios se trataba. Estaba nervioso por presentarse ante miles de personas, mismas que sabía no esperaban que un don nadie interrumpiera la presentación por la que habían pagado. Estaba ansioso por ver su reacción, también. Tenía miedo de que a Donghyuck no le gustara la sorpresa. Había planeado esto con gran tiempo de anticipación, y probablemente se pegaría un tiro si al moreno le disgustaba; cosa que, sabía sería imposible que ocurriera, pero su mente insistía en que era algo que podría pasar.

Pero, más que todo, tenía miedo de cuán enfadado estaría Donghyuck por haberle mentido.

Sabía que lo había hecho por una buena causa; aunque, ahora que lo pensaba, pudo haber ideado una mejor excusa, una que no le hiciera pensar a su bonito casi-novio que estaba a kilómetros de distancia. No había tenido señales de Donghyuck desde que se marchó, por lo que suponía que le había creído su cuento y no le había contactado por "no molestar" debido a la diferencia horaria.

Eso hacía que se sintiera un poco mal, culpable, pero aceptaría las consecuencias de sus actos. Un golpe, quizá; rezaba porque fuera solamente eso. No quería que el moreno le dejase en algún tipo de abstinencia por eso, por lo que debía esforzarse para que todo saliera bien.

Podría sonar exagerado, pues no habían pasado ni doce horas desde que llegó al departamento que sus amigos australianos secretamente tenían para cuando ellos y sus miembros querían darse un descanso, pero extrañaba enormemente al revoltoso y bonito peliplata. No lo diría en voz alta nunca, ya que Donghyuck probablemente le haría burla por eso; pese a que irónicamente era eso lo que empezó a extrañar.

Sus labios hormigueaban, recordando la última vez que tuvieron contacto con los bonitos labios en forma de corazón que Donghyuck poseía; también evocando las últimas horas que pasaron juntos, así como la expresión lastimera que puso cuando el momento de irse llegó. Estuvo a nada de mandar todo a la mierda al verle así, mas el tono de notificación que había puesto especialmente para su pecoso amigo sonando le recordó que hacía todo esto por una buena causa. El golpe que seguramente recibiría no le importaba, finalmente le pediría a Donghyuck que fuese su novio.

Ellos no eran de los que consideraban necesario el poner etiquetas a una relación, pues les bastaba y sobraba con estar juntos, finalmente juntos después de tanto tiempo ansiándolo. Pero, él bien sabía, ambos querían tener el privilegio de poder decir que el otro era su novio cuando cualquiera se atreviera a preguntar. Y para Donghyuck quizá, sólo quizá, para presumir que el bonito canadiense estaba con él.

Mark y Donghyuck no eran populares, pero tampoco eran desconocidos. Ambos sobresalían por su indudable belleza; Donghyuck era conocido por su angelical voz, sus calificaciones también estaban bastante bien, y, por alguna extraña razón, también era reconocido por sus piernas. Más de una vez escuchó a una que otra chica halagar ese aspecto del moreno, diciendo cosas extrañas y algo turbias como "en serio desearía que me ahorcara con esos muslos"; el sólo recordarlo le provocaba escalofríos. Y pues sí, no negaba que Donghyuck tenía unas piernas para morirse, largas y torneadas, una delicia para la vista, pero, en su humilde opinión, esos comentarios estaban fuera de lugar.

Cupido | MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora