25. Miel.

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Los meses habían pasado, y su relación seguía tal cual como cuando habían comenzado a salir oficialmente. Tenían sus diferencias, como cualquiera pareja, y había veces en las que se enfadaban con el otro, por supuesto, pero nada que no pudieran arreglar hablando. Habían tenido muchas citas después de esa (todas igual de desastrosas, cabe decir, y la gran mayoría en la heladería de Jungkook).

Todos sus amigos estaban encantados con su relación, aunque no lo demostraran. En especial los que sufrieron los maltratos de Mark. Ellos eran los más felices al respecto, y no se molestaban en ocultarlo.

"Ellos son raros" había dicho Donghyuck viendo a Hendery, Yangyang y Xiaojun sonriéndoles, mientras le tomaban un par de fotos junto con unas cuantas chicas.

Mark no los culpaba.

La noticia había pasado por boca de todos en la escuela, como todo buen chisme, y también hubieron unos que otros rumores, todos infundados por la misma persona con menos de media neurona en el cerebro, misma que no se atrevía a acercarse demasiado después de cierta cosa que pasó con nuestra bolita de amor, también conocida como Kim Jungwoo.

Ese fue un día épico, y alguien terminó rapada y con lo que quedaba de cabello azul. Tuvo que llevar una peluca por meses, pero eso era historia aparte.

Sin embargo, a pesar de eso, la escoria no dejaba de molestar.

Era la única que se quejaba y hablaba sobre su relación (aparte de Jaemin, pero era bromeando y, además, él tenía el derecho de hacerlo).

Como en ese momento, cuando desgraciadamente se la encontraron mientras caminaban por los pasillos.

—Vaya, vaya. Miren que tenemos aquí. — dijo con sorna, dándoles una mirada de asco.

Donghyuck bufó, rodando los ojos y luchando con una sonrisa al escuchar los suspiros de las chicas que la acompañaban, mismas que se alejaron sin que la pelinegra se diese cuenta.

—¿Ahora qué quieres, escoria? — preguntó fastidiado, observándose las uñas de la mano libre con desinterés.

La chica hizo un sonidito fastidiado al ver otra vez el desinterés del castaño y la expresión molesta del canadiense.

—¿Por qué...?

Donghyuck y Mark rodaron los ojos, evitando soltar un quejido. Apenas había comenzado a hablar, pero sabían muy bien qué era lo que iba a decir.

—¿Por qué permiten que... algo como ustedes ande libremente por acá? ¿Acaso no hay valores en esta escuela? — preguntó en voz alta, siendo claramente escuchada por todos los estudiantes que estaban el pasillo.

—Y la perra seguía y seguía...

Todos, absolutamente todos, soltaron un suspiro, ya cansandos y, para su pesar, acostumbrados a los intentos de la chica por molestar a la que era considerada la pareja del año (junto con Jeno y Jaemin). Irene bufó al verse ignorada.

—¿Qué pasa? — preguntó el rubio acercándose a la pareja. Mark abrió la boca para hablar, pero Jaemin no lo dejó. —Ah, no me digan. — interrumpió al ver a quien tenía en frente. ¿Qué acaso la chica no sabía lo que era rendirse?

—¿Qué hizo ahora? ¿Te dijo una mentira sobre Mark o soltó su mierda homofóbica? Lo que es ilógico, porque la han visto con una chica. — habló Jeno, mirando a Mark y a Donghyuck.

—La segunda. — respondió, suspirando.

—Creo que vi unas pelucas nuevas que le quedarían di-vi-nas. — dijo el mayor cuando estuvo cerca. Al escuchar la suave y melodiosa voz decir eso, el cuerpo de Irene se tensó notablemente, tragando duro y mirando al dueño de la misma. —¿No lo crees, querida? ¿Quieres que te la regale? Me dijeron que pronto es tu cumpleaños. — le dijo con diversión, su sonrisa agrandándose al ver a la chica negar con nerviosismo y huir rápidamente por el pasillo.

Todos rieron, nada sorprendidos por la acción de Jungwoo. Después del incidente, todos sabían de lo que era capaz el pelinaranja, también sabían que lo hizo por lo que la azabache hecho a Donghyuck. Además, se convirtió en algo así como un héroe, ya que fue el primero en hacer algo de esa magnitud. El primero en darle una bien merecida lección a alguien como Bae Joohyun.

Luego de esos, por supuesto, hubieron muchos más intentos por molestarles, pero la pelinegra huía cada vez que veía a Jungwoo acercarse. Le había costado tener su cabello como antes.

Volviendo al tema de su relación, como ya había dicho, iba viento en popa. Ambos eran felices con el otro. Suponían que se debía a que se conocían desde siempre.

Aunque a pesar de ello, descubrieron nuevas cosas sobre el otro. Como que, contrariado a sus personalidades, a Donghyuck le gustaban más los besos lentos, y a Mark, para sorpresa de todos, le gustaba más la acción. Mark descubrió que Donghyuck tenía la manía de jugar con su cabello; Donghyuck descubrió que Mark podía ser muy cariñoso, y también muy pervertido.

A raíz de lo último, han pasado por varias situaciones... calientes, Donghyuck podría decir. No encontraba otra palabra para definirlo. No habían llegado a mayores, por su supuesto, pero después de haberse explorado a gusto, la mentecita del moreno no podía evitar imaginar cosas que no debía.

Sabía que debía decirle a Mark lo que sentía, habían acordado eso. Su relación se basaba en la confianza y la comunicación. Si alguno tenía problema con algo que el otro hizo, lo diría, hablarían e iban a arreglarlo.

Pero Donghyuck no podía evitar sentirse avergonzado.

Como en ese momento, en el que estaba sentado en su cama con las manos apretadas sobre sus piernas, viendo tentativamente a la almohada de Felix que lo acompañaba todas las noches.

¿Debería hacerlo? El dolor en su entrepierna lo estaba matando. Ya se habría calmado, de no ser porque a su imaginación se le ocurrió ponerse estúpidamente creativa. Más después de la sesión de besos que había compartido con Mark esa tarde, antes de tener que regresar a su hogar.

Mordió su labio, considerándolo. Él era un hombre, ¿cierto? Y los hombres tenían sus necesidades. Necesidades que era justo que cumpliera.

—Felix, por favor no mires esto. — murmuró, tomando la almohada y dejándola sobre una silla, de espaldas a él. —No quiero que te traumes.

Suspiró, recostándose en la cama, boca abajo, sosteniéndose uno de sus antebrazos, tomando con su mano libre una de las almohadas que no usaba, abrazándola.

Ya le contaría a Mark mañana.

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es relleno, pero esto no es naruto, ahre.

Cupido | MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora