22. Primera cita [pt.1]

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Donghyuck mordió su labio, el tic renuente en su ojo derecho, la punta de su zapato repiqueteando constantemente contra el pulcro piso de la sala mostrando su impaciencia.

Mark ya iba cinco minutos tarde.

Y podía sonar exagerado y muy dramático, pero no le gustaba esperar. Su mente era muy creativa cuando alguien tardaba.

¿Y si le había pasado algo? ¿Y si alguien lo había secuestrado camino a su casa? (lo que era ridículo, porque bueno, eso).

¿Y si había decidido dejarlo plantado porque había encontrado a alguien mucho más maravilloso que él (cosa que dudaba, pero cada quién con sus gustos) y se fue con esa persona?

Infinitas posibilidades se planteaban en su mente, poniéndole los nervios de punta. Pero más que eso, estaba empezando a molestarse.

Estaba a punto de hacer un berrinche y mandar todo a la mierda. Mark podía irse también.

Mark era un idiota, un desconsiderado, un estúpido con cejas de gaviota, un lento, horroroso, un malnacido aunque su madre era lo más amable del mundo, un malagradecido, un cornudo, un-

Un gritito salió de sus labios cuando escuchó el timbre resonar por toda la sala, seguido de tres tímidos golpes en la puerta. Muy diferente de Jaemin, del cual su grito probablemente se escuchó hasta América.

—¡¿Qué esperas para abrir?! — chilló desesperado, sacudiendo al moreno con euforia. —¡Ya está aquí, no lo hagas esperar más!

—¡Lo haré si me sueltas, desgraciado! — gritó de vuelta, dando manotazos a los brazos del rubio para que lo soltara.

—Oh, lo siento. — murmuró, finalmente soltando al moreno y sacudiendo sus manos. —Ahora ve.

Donghyuck tragó. Sabía que Na hacía ese tipo de cosas (que dependiendo de su humor podían ser totalmente graciosas o completamente de mal gusto) para disipar un poco su nerviosismo, cosa que agradecía grandemente.

Pero el sentimiento estaba ahí otra vez, mientras sus manos temblaban cuando abrió la puerta, haciéndole una seña discreta a Jungwoo, quién sonrió, entendiendo; Donghyuck olvidó rápidamente el asunto de Mark llegando tarde, como siempre.

La respiración se le aceleró cuando vió al canadiense frente a él, sonriendo de manera tímida y padeciendo lo mismo que él.

A los ojos del otro, lucían realmente perfectos.

Los efectos de estar enamorado.

Aunque Mark no se llevaba algo tan diferente de lo usual, quizás eran las circunstancias lo que hacía que el moreno pensara de esa manera.

—Perdona la tardanza. — habló el pelinegro, su tono se notaba avergonzado. —Me quedé dormido. — admitió, encogiéndose por la mirada que le dedicaba Donghyuck.

El moreno sonrió, una risita escapando de sus labios debido a los nervios.

¿Por qué no podía enojarse con Mark por eso? Debería de estar más que furioso.

—No me sorprende. — se burló, cerrando la puerta de la casa cuando estuvo afuera. —¿Vamos?

El canadiense asintió, caminando al lado del moreno en silencio.

Mordió su labio, mirando de reojo la mano del menor. Se moría por tomarla, pero, ¿eso sería apropiado?

Estaba debatiéndose entre sí debía hacerlo o no, cuando la calidez de la mano más pequeña rodeó la propia.

Bueno, al parecer Donghyuck era más valiente que él.

—Eres tan anticuado, ¿cuántas veces hemos hecho eso? — preguntó en broma, alzando sus manos entrelazadas. —Pareces un chihuahua, Makku. — se burló cuando sintió el ligero temblor en la mano del más alto.

Cupido | MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora