36. El gran día [pt.2]

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Donghyuck terminó teniendo un dilema, viendo los conjuntos minuciosamente preparados por el pelinaranja. Jungwoo tenía un excelente gusto, y eso lo llevó a esa situación. Inspeccionaba con sus ojos achocolatados cada una de las prendas, suspirando y soltando un quejido.

—Es muy díficil, me gustan todos— lloriqueó, tirándose al suelo como el buen dramático que era, patrocinado por Hwang Hyunjin—. Me rindo. ¿Te parece si te lo dejo a ti en lo que me doy una ducha?

Al ver que Jungwoo asentía, se levantó y caminó hacia el baño, cerrando la puerta mientras comenzaba a quitarse la ropa, dejándola en la cesta. Su mirada se paseó por su cuerpo una vez estuvo frente al espejo, sonriendo un poco orgulloso por lo que veía. Como todo adolescente, tuvo esa época en la que se sentía como el ser más horrible del mundo; muchas inseguridades y cosas así; hundiéndose tanto en lo malo que ni siquiera se percataba de las miradas y uno que otro halago que le dedicaban. Sin embargo, eso no influyó ni un poco en su carácter, por eso mismo no se quedaba callado cuando idiotas buscaban molestarlo.

Luego de un tiempo logró superar esas inseguridades en su mayoría, y ahora le importaba una reverenda mierda lo que los demás pudiera decir de él. Que si su tono de piel era ligeramente más oscuro que el de los demás, que si sus piernas eran demasiado largas; no le importaba. Para algunos podría sonar egocéntrico, pero él sabía bien lo que era, y estaba orgulloso de poder alardear de todos sus atributos, los cuales no eran precisamente pocos. Pasó largos días mirándose al espejo antes de que se decidiera a convencerse de que era hermoso, a su manera, pero lo era. Y lo había logrado un poco después de que Mark y él fueran algo.

Quizás tuvo algo que ver el que Mark le repitiera lo hermoso que era hasta el cansancio, sucediendo espontáneamente mientras miraban películas en la habitación de alguno de los dos o durante una de las tantas sesiones de besos que habían compartido. Besos. Ahora que lo pensaba, había pasado mucho desde la última vez que besó a Mark. Hizo un puchero, su mente evocando las imágenes del último rato que había pasado con el canadiense antes de que éste tuviera que marcharse miles y miles de kilómetros lejos de él.

Tragó, sintiendo su rostro arder al notar las imágenes nítidas en su cabeza, mordiendo su labio inferior mientras regulaba la temperatura del agua. Pasó un rato más así, percatándose luego de que de tanto pensar terminó teniendo un problema mayor.

—¿Otra vez?— Se quejó, mirando hacia cierta parte de su cuerpo, su mano hormigueando por ir ahí—. ¿Ves lo que me haces, Mark Lee?

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Una vez solucionado el problemita, Donghyuck salió de la ducha notablemente más animado, tarareando una de las canciones del grupo que no había podido sacar de su cabeza. Cuando salió del baño, fue recibido por la sonrisa de Jungwoo y su movimiento de cejas sugestivo, como diciéndole "sé lo que estabas haciendo".

—Tardaste— exclamó el mayor, todavía mirándole de esa manera—. ¿En qué estabas pensando?

Donghyuck bufó, viéndose atrapado, desviando la mirada mientras un notable carmín se apoderaba de sus mejillas. —En nada.

Jungwoo rió, decidiendo zanjar el tema. —Ahí está la ropa.

Donghyuck se dirigió al espejo de cuerpo completo que tenía una vez terminó de ponerse la ropa, silbando asombrado al verse tan bien. Era bastante simple, e incluso le recordaba a uno de los outfits que el líder del grupo había usado; jeans ajustados negros con rotos en las rodillas, una simple camiseta blanca de las tantas que tenía en su clóset, y la chaqueta de cuero con la que estuvo obsesionado durante un tiempo. Hace mucho que no la usaba, y no recordaba que le quedara así de bien. Jungwoo se encargó de maquillarle ligeramente, dejándose hacer aunque sentía que no era realmente necesario. Se giró para agradecerle al mayor, quedándose sin aire al verle ya vestido.

Cupido | MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora