20. Ayuda.

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Habían pasado varios días desde el ridículo- digo, desde que Mark se había disculpado públicamente. Desde ese día, ambos chicos se la habían pasado igual de pegados que antes, y eso aliviaba de sobremanera a los demás. Aunque bueno, no podía faltar una que otra queja sobre la miel que derramaban ahora que ambos tenían bien claro lo que sentían.

Quejas de parte de Jaemin, por supuesto.

—Ya, sé que se quieren y todo, pero, ¿podrían dejar de ser tan melosos? — reclamó como por milésima vez en lo que iba de la semana, Donghyuck rodó los ojos, dirigiéndose a su casillero. —¿Ves? ¡Esto es a lo que me refiero! ¡Si no hacen eso en el salón porque no pueden! — chilló cuando el moreno sacó un ramo de girasoles junto a una caja de chocolates. Mark era tan anticuado... Pero le encantaba. —No coman frente a los pobres, por favor.

Donghyuck bufó, ya un poco cansado del parloteo del rubio. —Llevamos pocas clases juntos. Además, eres pobre porque quieres, Jaem. — espetó, sacando los libros que necesitaría y cerrando la puerta metálica. El rubio lo miró sin entender, pidiéndole una explicación silenciosamente. —No creo que yo sea el indicado para contártelo. — declaró, guardando todo en su mochila excepto las flores y comenzando a dirigirse hacia el salón.

—¡No me dejes con la duda! — lloriqueó, caminando a su lado. —¿A qué te refieres?

El peliplata suspiró, enviándole un besito al canadiense que estaba a unos pocos metros de él y un asentimiento al castaño a su lado. Mark, al darse cuenta de su presencia, se apresuró a acercarse, Jeno siguiéndolo.

—¿Cómo estás? — preguntó cuando llegó hasta él, sonriendo tímidamente, sus manos ardiendo por tocar al moreno aunque sea un poco.

Donghyuck rió, lanzándose hacia el pelinegro, rodeando el cuello ajeno con los brazos y el contrario rodeando su cintura. No quería que el menor se cayera.

—Eres tan anticuado, Makku. — se burló Donghyuck, frotando sus narices entre sí en un tierno besito esquimal.

—Estoy nervioso, ¿bien? No quiero arruinarlo otra vez. — se excusó haciendo un puchero.

Donghyuck río. —Aw, al menos aceptas que fue tu culpa. — dijo pellizcando una de las mejillas del canadiense, zafándose de su agarre para tomar su mano y empezar a caminar, ya que ese día tenían Matemáticas a primera hora, una de las únicas tres clases que compartían.

Jaemin suspiró, viendo a la parejita irse. —Otra vez abandonado... — se lamentó, poniendo una mano en su pecho, negando. Volteó a ver al castaño. —¿Te vas a quedar ahí? — preguntó, reincorporándose para seguir el camino por el que aquellos dos se habían ido, acercándose a Jeno, poniendo una mano sobre su hombro, queriendo abrazarlo, como siempre solían hacer.

Por eso a Jaemin no le molestaba el que algunas personas se equivocaran al decir que eran pareja. Después de todo, sabía muy bien que a veces actuaban como una.

Antes de poder lograr su cometido, el mayor se alejó, desviando la mirada. —Tienes razón, no quiero llegar tarde. — murmuró quitando con delicadeza la mano del rubio de su hombro, sin mirarlo. —Adiós, Jaemin. — dijo antes de irse, dándole una única mirada que Na no supo cómo interpretar. Era triste, de eso estaba seguro.

El rubio soltó un quejido, confundido por la actitud de Jeno. —¿Qué les pasa a todos hoy? — preguntó para sí, haciendo un puchero al ser completamente abandonado en el solitario pasillo. Hasta se le habían quitado las ganas de ir y recibir una terriblemente aburrida clase de matemáticas con el señor Moon.

Saltarse una clase de vez en cuando no dañaba a nadie, ¿cierto?

En el camino se encontró con su profesor de Educación Física, y se escondió lo más rápido que pudo por el temor de ser regañado e incluso reportado con el director. No quería ver al Director Seo.

Cupido | MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora