24. Después de la cita.

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—¡Dios mío! — exclamó la mujer. —¿Por qué vienen empapados? — preguntó, viendo con preocupación y reproche el aspecto de los dos jóvenes. Mark hizo amago de hablar, pero la pelinegra lo cortó. —Luego me cuentan. Pero pasen, que hace frío. Van a pescar un resfriado.

Ambos chicos iban a reprochar, pero la mirada de la mujer no se los permitió. Entonces, entraron al lugar, sentándose en el sofá por órdenes de la mujer, misma que les dijo que esperaran ahí en lo que iba por un par de toallas.

—¿Qué les pasó? — cuestionó una vez regresó, entregándoles las toallas a ambos.

—Bueno, má. Cosas que pasan. — respondió Mark, restándole importancia.

—Por culpa del torpe de Mark nos caímos al río. — acusó Donghyuck haciendo un puchero, mientras secaba su cabello.

—Oh. — exclamó la pelinegra. —Bueno, no me sorprende. Es verdad que mi hijo es muy torpe.

—¡Mamá! — se quejó el canadiense.

—¿Qué? No es como si Hyuck no lo supiera, ¿cierto, bebé? — se dirigió al moreno con voz dulce, viéndolo con amor.

—Mamá tiene razón, Mork. — secundó el moreno, recibiendo una sonrisa de parte de la señora Lee.

El atacado bufó, desviando la mirada, luchando con la sonrisa que siempre deseaba salir cada vez que veía la interacción entre el castaño y su progenitora.

Ya que ambos se conocían desde que tenían memoria, su madre trataba a Donghyuck como a otro hijo más. Es más, la mujer estuvo encantada con el moreno desde que lo conoció (lo que era como hace unos trece años, cuando Donghyuck era una bolita de ternura —que lo sigue siendo, pero entienden el punto—), y lo trataba mejor a él que a su propio hijo. Quizá tenía que ver el hecho de que era hijo único.

Debido a esa interacción, la pelinegra fue la que propuso que el Lee le llamara "mamá" también. Taeyeon había hecho lo mismo, pero Mark estaba más acostumbrado a llamarle por su nombre. Una que otra vez se le escapó la palabra al llamar a la mujer, pero nada más que un par de veces (las cuales la mujer celebró como si fuera día festivo).

—A veces creo que lo quieres más a él que a mí. — masculló el mayor, cruzándose de brazos.

—Obviamente, ¿no me ves? Soy un amor. — habló Donghyuck, acomodando su cabello tal cual diva.

—Sabes que Donghyuck es como el hijo que nunca tuve. El otro. — añadió al ver la mirada que su primogénito le dedicaba. —Bueno, aunque ahora no sé cómo deba llamarle. — comentó, moviendo sus cejas sugestivamente. Rió al ver las expresiones avergonzadas de ambos chicos. —Bueno, ya es tarde. Hora de dormir. — ordenó, dando un par de aplausos.

A diferencia de la mamá de Donghyuck, la suya era bastante estricta cuando de las horas de sueño se trataba. Aunque ella sabía que no iban a dormir de inmediato, estaba satisfecha con saber que ambos ya estaban en la cama, listos para caer en los brazos de Morfeo.

Ya casi llegaban a la habitación de Mark, cuando pudieran escuchar la voz de la pelinegra resonar en el lugar otra vez.

—¡Lo olvidaba! — exclamó, asomándose desde la puerta de su habitación (ya que estaba a unas cuantas puertas de la de su hijo), ambos jóvenes la miraron. —Ahora que tiene una relación, porque estoy segura de que Mark no te ha pedido nada, ¿cierto? — preguntó dirigiéndose al moreno, el cual asintió cerrando los ojos con pesar, a lo que Mark le dió un suave golpe en forma de reclamo. —Al punto, ahora que están en algo, no hagan nada indebido, ¿sí? — pidió, haciendo que Mark casi se ahogara y Donghyuck riera avergonzado, dándole un par de palmadas en la espalda al mayor (no quería quedarse viudo). —No quiero tener nietos tan pronto.

Cupido | MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora