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-de una asombrosa palidez lunar- y -de una rápida ojeada- su apariencia.

No era de la aldea. Lo que sí era ....extraordinariamente atractivo, hermoso podría decirse, todo lo hermoso que un hombre puede ser para los ojos de una mujer....

-Estoy de paso por aquí. Voy camino al país vecino, donde me han dicho que necesitan brazos para las cosechas. Soy huérfano de nacimiento -le contó más tarde, mientras la acompañaba hasta su casa, de puro cortés-. Lamentablemente, no tengo hermanos, ni primos, ni tíos... Ningún pariente.

Romi lo escuchaba fascinada. Era la primera vez en su vida que un muchacho le llamaba la atención de ese modo.

-¿Me estaré enamorando? -pensaba-. ¿Será esto el amor?

Y cuando él la despidió en la puerta de su casa y prometió quedarse un día más en la aldea para poder verla -otra vez- a la mañana siguiente, Romi ya no tuvo dudas: sí, ella estaba enamorada de Olao.

Pero tampoco tuvo dudas de que él también se había enamorado.

Esa noche le contó todo a su padre y éste le dijo:

-Cuando ese joven venga mañana a despedirse de ti, quiero conocerlo, Romi. Mira, hija, yo ya estoy viejo y no me gustaría morirme sin verte casada. Sufro al pensar que puedas quedarte sola en el mundo... Por eso, si ese tal Olao me parece honrado y trabajador, les daré mi autorización para la boda y...


¡SOCORRO! ( 12  cuentos para caerse de miedo) Elsa BornemannDonde viven las historias. Descúbrelo ahora