Capítulo 9 SEXO VIRTUAL

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―La noche ha salido redonda, hemos vendido prácticamente todos tus cuadros.

―El de Lola no...

―Tranquila, ya se que ese no querías venderlo, y no se ha puesto en venta, también decirte que varios compradores se han interesado por el cuadro de Lola, sin duda uno de los mejores de la exposición.

―Es un regalo para mi hija, jamás lo vendería así me dieran el mayor tesoro del mundo.

―Lo sé tesoro... bueno cuenta... ese dios del amor...

―Total discreción Otis, si se entera mi marido, me mata.

―¡Sabes que soy una tumba!

Bueno precisamente Otis no era de las personas que podías contarle un secreto, no porque no se pudiera confiar en el, sino porque le encantaban los chismes, y se le escapaba todo de su boca, es un ser maravilloso, generoso, cariñoso, pero no puedes contarle nada que le llame la atención porque enseguida lo suelta sin más. Ahora si se le advierte de que no lo cuente, sí puede llegar a ser una tumba, pero como le aprieten mucho, lo suelta.

―Escuchame con atención, si mi marido descubriera que me acuesto con Eros o cualquier otro hombre, me mata, pero también te mata a ti, sabes que no te soporta.

―Sara tranquila, no diré nada cariño, no quiero morir tan joven, jajajaj

La exposición fue todo un éxito, conocí a gente interesante del mundo de la pintura, y eso hizo que pudiera relacionarme al fin con artistas de mi mismo gremio, así como por supuesto gane un dinero que no me vino nada mal para subsistir, me lo guardaría en secreto, y otra parte se la tendría que dar a Tomas para que viera que mis cuadros no son una mierda, aunque a estas alturas de mi vida me importaba ya muy poco lo que opinara de mis cuadros mi marido.

Esa noche la pase en el ático de Otis, me invito a dormir. No era demasiado grande pero si espectacular, dos plantas bien definidas, la parte de abajo un salón grandísimo junto a una cocina americana con una campana impresionante en el centro, todos los muebles blancos y decorado de cristal, sofá de diez plazas, sillón relax, cortina japonesa y cuadros de su cara caricaturada en dos de las paredes, una televisión de plasma de cincuenta y nueve pulgadas frente al enorme sofá, y un baño con ducha relajante. Y en la planta superior se situaban los dos dormitorios de los que disponía la vivienda junto a otro baño con ducha de hidromasaje.

El dormitorio que Otis dispuso para mí, con cama de matrimonio, todo decorado también en blanco los muebles, un enorme espejo, y también cortinas japonesas en ventana.

Era ya tarde, estuvimos de cháchara en el salón tomando unas copas, y ya nos entró sueño, a esto que recibí un mensaje de Jorge, cada vez que le apetecía sexo se ponía en contacto conmigo, igual no sabia nada del él durante semanas, que de pronto lo tenia encima durante días, o incluso a horas intempestivas.

Le enseñe algunos de los mensajes a Otis, y nos estuvimos riendo un tanto, en ocasiones el mismo respondía haciéndose pasar por mi, y nos descojonamos de la risa, para mi todo era un juego donde cualquiera podía entrar, jamás me reía de las personas que participaban en esos juegos, pero si me reía de las situaciones que yo misma podía provocar.

 ―Hola preciosa –me dijo Jorge, siempre empezaba con un tono suave.

Podían ser perfectamente las dos de la madrugada.

―¿Como te ha ido la exposición?

―A la cual tú no has venido...

―Lo siento cariño, no he podido... mira como estoy –foto de su pene erecto.

Ardo en DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora