Capítulo 15 ROBO EN LA GALERÍA

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Aquella noche desperté sobresaltada, como una especie de aviso en mi mente, el corazón me latía muy rápido, mire a mi alrededor y solo había oscuridad y una leve luz que entraba a través de la ventana de mi cuarto, podía determinar que ya había amanecido, de pronto sonó el teléfono y mi corazón dio un vuelco de ciento ochenta grados de nuevo ―¡Ahí que desgracia mi nena! –me dijo Otis todo dramático, ¡claro estaba acostumbrada a sus lamentos exagerados, pero en esta ocasión me lo tome más en serio, algo debía de pasar, pues Otis no es de los que madrugan mucho, eran las ocho de la mañana, para el madrugar es a las doce del mediodía, y tras la sensación que tuve en mi cuerpo de escalofríos y haberme sobresaltado de esa forma, algo seguro debía de pasar, pero Otis no atinaba a decirme mas que –ahí, mi niña, que desgracia –a lo que yo le respondía ―¡por favor Otis, dilo de una vez! ¿Que sucede? –creí que Roni lo había dejado con él, pero la conversación llego a un punto que ya le di un grito a través del teléfono para que me terminara de explicar lo sucedido, me estaba poniendo muy nerviosa con esta situación.

―Vente corriendo a la galería... ¡ahí que desgracia! –de nuevo el dramatismo de Otis floreció.

―Otis, ¿que ha pasado? –mientras me levantaba de la cama y me ponía lo primero que encontré, unas mallas negras decoloradas y una sudadera enorme.

Cogi el coche, y me dirigí rápidamente a la galería, Lola aún dormía pues era fin de semana y no había cole, Tomas estaba en casa también.

―¿Que ha sucedido? –me dijo Tomas muy alterado.

―Me ha llamado Otis diciéndome que ha habido un robo en la galería... y no se ahora nada más, voy haber que sucede.

Cuando llegué a la galería había un despliegue de policía, una ambulancia, mucha gente alrededor especulando sobre lo que había ocurrido, aparque en una plaza de garaje que tiene Otis alquilada justo al lado de la galería, lo busque, y finalmente di con él, estaba hablando con aquel guardia que me había encontrado en dos ocasiones en la comisaría cuando a Otis lo detuvieron, recuerdo su nombre, Diego, normalmente no me quedo con los nombres de las personas, soy muy testaruda para ello, tengo que repetir varias veces en mi cabeza el nombre de la persona para que se me quede, pero con este guardia, supongo que porque me había ayudado y fue muy amable conmigo cuando me secuestro mi marido y sobre todo por aquellas miradas que me echaba, se me quedo en la memoria.

Me acerque a ellos, y Otis en cuanto me vio se tiro a mi cuello, que casi me tira al suelo abrazándome, llorando que no le salía la voz del cuerpo.

Así que Diego tuvo que explicarme lo sucedido.

―Parece ser que han entrado de madrugada forzando una de las cerraduras, se trata de profesionales sin lugar a dudas... y se han llevado unos cuadros que según este caballero tienen un valor bastante elevado.

―¿Que cuadros son Otis? –me dirigí a mi amigo, porque ciertamente el sabia perfectamente si eran los de Peter o los míos, desde luego los de Peter tenían bastante mas valor, lo único que lamentaría que se hubieran llevado el cuadro de Lola, aunque no estaba a la venta, siempre lo exponía en la sala contigua como una especie de mausoleo que me traía suerte para vender mis otros cuadros, ese era mi verdadero temor en ese momento, puesto que los otros cuadros que había depositado en la galería tenia valor material pero no tanto sentimental como el cuadro de mi hija.

Así que lo primero que hice fue dirigirme a la sala donde se exponía el cuadro de Lola, y allí estaba, me quede muda observándolo con lágrimas en mis ojos de felicidad porque no se lo habían llevado.

Otis era incapaz de responder a mis preguntas y mucho menos a las de la policía, así que entre Diego y yo tuvimos que inspeccionar la zona para ver que cuadros eran los que faltaban, a esto que vino Roni, ―¡ufff este hombre cada vez me ponía más enferma!

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