Aquella mañana fría de un duro invierno en Madrid, sola, tirada en un callejón como una pordiosera, fui en busca de un hostal, me di cuenta que llevaba dinero en el bolsillo, aquel sobre que Diego me ofreció con dinero, ¡ni sabia el dinero que llevaba! Anoche cuando llegué nadie quería ofrecerme una habitación ni pagándola, y todo porque llevaba aquella puñetera cicatriz y quemaduras en la cara, me miraban como si fuese un bicho raro, ni aceptaban mi dinero en esa pensión, tras andar durante horas estaba demasiado cansada y por eso me acosté en la calle. Hoy sería un día nuevo, anduve un buen rato y visite varios hostales y finalmente conseguí que me alquilaran una habitación en una pensión de mala muerte que regentaba una señora mayor con el pelo tintado de rojo, pero por lo menos estaban las sabanas limpias aunque no se tratara mas que una simple habitación empapelada con papel de flores de colores chillones, ¡lo bueno no tenía que compartir baño con nadie! Tendría dinero suficiente para pasar unos cuantos días hasta saber que hacer, andaba perdida en un lugar que jamás había visitado, así que lo primero seria comprarme ropa limpia y presentar unos curriculum, pero todo fue en vano, me miraban a la cara y me echaban para atrás.
Estuve una semana buscando empleo, todos los días, desde que me levantaba hasta que se hacia de noche, pero nadie quería contratarme, miraban la cara y se echaban hacia atrás como si fuese un bicho raro ―¿que le ha pasado en la cara? ―¿eso que tiene que ver para que usted me quiera o no contratar? –lo siento pero este trabajo es de cara al público, y entonces... –se encogían de brazos y se acabó, otro fracaso más.
Voy a llamar a Lola, quizás eso me reconforte tras este día tan duro.
Llamé a Lola al colegio, la directora me reconoció y fue ella quien me hablo –mire Sara, se que es su hija, pero estas llamadas no le hacen ningún bien a Lola, si quiere su porvenir y que ella sea feliz, deje de acosarla, le aseguro que es lo mejor –no podía creer lo que me soltaba esta mujer por la boca, ¡por el amor de Dios es mi hija!
―Estoy segura, que si fuese una mujer con una buena renta y una buena posición, usted no pondría ninguna pega para hablar con mi hija, señora directora.
―Tenga por seguro que dadas las circunstancias, usted debería reconocer que no esta en la posición mas acertada para la crianza de una adolescente.
―No voy a discutir con usted directora, solo quiero saludar a mi hija, eso es todo, no creo que sea ningún pecado querer a una hija.
―Esta bien, un minuto, y por favor, no vuelta a llamarla hasta que solucione su vida, por el bien de Lola, o me veré obligada a llamar a las autoridades, y créame no se lo recomiendo, pues usted no tendrá nada que hacer si los organismos pertinentes deciden acoger a su hija, se la quitaran de inmediato.
―Ya lo han hecho, me han quitado a mi hija.
―Se equivoca Sara, usted ha abandonado a su hija, nadie ha hecho nada, es usted quien ha provocado esta situación, y nadie más.
―¿No se da cuenta que soy una víctima del sistema?
―No me venga con esas Sara, conozco a su madre muchos años, y sé que le han dado una buena educación, y que usted es una oveja descarriada, y créame que no vamos a permitir que pudra y envenene a Lola, usted ahora mismo no está en condiciones de educar a su hija, déjelo en nuestras manos, y se hará una mujer de provecho.
―Si, una mujer de su casa, casada con alguien por conveniencia, y que antes de los treinta tenga ya cuatro hijos a su cargo... ese es el futuro que quiere mi madre para Lola.
―Se vuelve a equivocar Sara, esta describiendo su vida, no la de su hija, ve como tiene un serio problema... hágame caso, cúrese usted, búsquese la vida, cuando se haya encontrado, y haya solucionado sus cosas, vuelva, le esperaremos con los brazos abiertos, Lola la recibirá con orgullo, pero ahora mismo usted no tiene nada que ofrecerle a su hija –y me colgó sin poder hablar con mi hija, volví a llamar pero ya no me cogían el teléfono, fue desolador.
En el camino a la pensión, vi por la acera de enfrente en un restaurante a Víctor con una mujer, se me vino el mundo entero encima, me quede mirando, con la lluvia que me cubría dejándome completamente calada, estuve a punto de cruzar la calle, entrar al restaurante, plantarme frente a Víctor, y decirle cuatro cosas, pero mi cara se vio reflejada en el espejo de un coche que aparcó justo al lado donde me quede parada, y me eche las manos a mi rostro, y me dije a mi misma Sara, ¿donde vas?
Él miró a través del cristal y me vio, estoy segura, pero no me reconoció, o al menos no dio señales de haberme conocido.
El corazón me latía a un millón de revoluciones, quede inmóvil en aquella acera de la calle por un buen rato, observando al hombre que me había helado el corazón, sin tomar ningún rumbo fijo me aleje de allí, hasta llegar a un club, donde me senté en la barra, y por primera vez me emborrache.
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Ardo en Deseo
RomanceSara es una mujer luchadora que vive una agonía constante en su vida personal, esto hará que se plantee su vida de nuevo y cambie todo aquello que cree que le perjudica, entrando en un bucle beneficioso para ella al mismo tiempo que peligroso, vivir...