Capítulo 14 UN POLVO, DOS POLVOS, TRES POLVOS

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Cada vez estoy más sorprendida con la actitud de José Ángel, tras pasar deliberadamente de mí durante todo este tiempo, tras varios plantones gordos, y tras supuestamente el amor que me prodigaba, no entiendo como tras su absoluto silencio a mis plegarias de mujer idiota enamorada, ahora me envía de pronto una postalita virtual a través del teléfono diciéndome cosas sensuales de las que solíamos compartir mezcladas con amor romántico... ¿que narices puedo yo pensar? ¡Ni contigo ni sin ti! ¡Una de cal y otra de arena! Todo esto llegué a pensar sobre este hombre que tanto creí que me había dado en tan solo cinco días, que me destrozó el corazón y que ahora que estoy recomponiéndome entonces vuelve a la carga con no se que intenciones, porque lo que esta claro que amarme no me ama, aunque yo insista en disculpar su actitud macabra, finalmente utilizando mi cabeza me doy cuenta de la realidad, y no es otra que este hombre me ha usado como un pañuelo de papel de usar y tirar.

Creí aquellos ojos que parecían reales, aquella mirada cómplice que me dedicaba, esa sonrisa que hacia que se le encogieran sus pequeños ojos verdes, ese hoyuelo que se le hacia en su barbilla al sonreírme, ese temblor al tocarme, esas lágrimas de emoción mientras me hacia el amor... ¡si el amor... y un cuerno!

Fui un simple polvo en su vida, algo que se desvaneció en cuanto me tuvo en sus brazos, una aventura pasajera, una mujer más en su vida... alguien en su sendero. Sin embargo en mi vida ha arrasado como un huracán a su paso, todo lo ha revolucionado, lo ha volcado y he tenido que volver a soñar con el amor, incluso decirme a mi misma ¡no creo en el amor, ya no voy a permitir que nadie entré a hacerme daño, ya basta! Eso es lo que ha creado este hombre en mí.

Menos mal que las ganas de sexo no se me han ido, sigo siendo mujer apasionada y sexualmente activa, eso por lo menos no me lo ha robado, porque en cuanto al corazón ha sido un estupendo ladrón de sentimientos.

Sin embargo quiero mantener una conversación con José Ángel y sigue sin responderme a algo tan sencillo como –buenos días o un simple ―¡hola! ¿Como estás?

Mi corazón está verdaderamente tocado, incluso tanto que se me ocurre contratar a una detective privada para que investigue a José Ángel, es tal la obsesión que tengo por este hombre que voy a la desesperada y sin contar con dinero, pues todo lo ganado en la última exposición fue a parar a pagar deudas, y otra parte que me exigió Tomas como aportación en casa, me quede sin nada, a pesar de todo me metí en este embolado sin sentido contratando a esta detective que no me cobro demasiado pero lo suficiente para tener que pedirle un préstamo a Otis, la única persona que sabia podía recurrir para tal cosa.

Al final la conclusión es que José Ángel, efectivamente era un hombre divorciado, ¡me había dicho la verdad! Pero me mintió cuando me enseño una foto de una mujer supuestamente que era su esposa, y no era esa mujer, y después que es un hombre que vive al día, un verdadero sinvergüenza no paraba de decirme esta detective, al final tuve que descubrir por mi misma que efectivamente lo era, no era necesario contratar a nadie para averiguar esto.

Cuando fui a pedirle a Otis el dinero, me vi con la sorpresa de que Roni fue quien me abrió la puerta del ático, tras la noche de sexo que tuve con él, me daba un tanto de reparo volver a mirarlo a la cara, y más sabiendo que era novio de mi amigo, aunque el mismo Otis consintió ese desliz.

―Hola Sara, Otis esta en la ducha... pasa –con una mirada lasciva que me dirigió de arriba a abajo.

Aunque tengo que decir que estaba cañón este hombre, me recibió sin camiseta con todo el pecho al descubierto ¡y que pechamen!

―Hola Roni... vendré más tarde –por tal de no quedarme a solas con él.

Y a la distancia y con un grito salta Otis ―nena no te vayas que bajo ya –bajando por las escaleras en albornoz con sus zapatillas de toalla, y una toalla anudada en la cabeza.

Iba a pedirle un préstamo y delante de Roni me daba corte, así que –Otis ¿puedo hablar a solas contigo?

―Cariño sabes que no tengo secretos para Roni –jo... pensé ¿desde cuando si lo acabas de conocer? Me sorprendió la actitud de Otis, la verdad en un tiempo pasado sin pensarlo le hubiera dicho a Roni que por favor nos dejara a solas, le daba tanto protagonismo que incluso llegue a estar un tanto celosa de sus atenciones que dirigía hacia su amigo más que conmigo, ¡supongo que me mal acostumbro!

Así como estaba desesperada porque tenía que pagar a la detective, para saber algo más de este sinvergüenza que se había llevado parte de mi corazoncito. Me armé de valor y ―Otis necesito que me prestes algo de dinero, me he quedado tiesa.

Roni fue prudente y se alejo de nuestro lado, creo que se metió en el baño para así poder hablar mejor con Otis.

―¿De cuanto estamos hablando Sara?

―Trescientos euros... –Otis me dio el dinero sin pestañear, que cuando pudiera se lo diera, que no me preocupara.

―Bueno cariño... voy a echar un polvo con Roni, me está esperando en mi cama ¿te apuntas?

Mire a Otis con cara de circunstancia de no –No... No quiero estropear nuestra amistad.

Los deje allí a los dos, y antes de que me diera la vuelta para abrir la puerta Otis se había quitado el albornoz dejando ver su rechoncho trasero, y Roni salió con su miembro descomunal con movimientos de un lado a otro ¡tipo péndulo! Se morrearon, y me largue antes de que me excitará más esta escena... ¡tengo que confesar que me excito un poco!

Bajando por el ascensor no pude contenerme y metí mi mano por el pantalón, estaba todo humedecida por la escena de apenas segundos que me brindaron Otis y Roni, lleve mi dedo hasta dentro, lo metí un instante y lo saque rápidamente cuando el ascensor anuncio una parada en la siguiente planta, donde se subió un hombre que me pareció bastante atractivo, y entonces mi imaginación se disparo completamente, entre lo excitada que estaba y este chico... me dieron ganas de apretar el botón y parar allí mismo el ascensor.

Y como la imaginación es cosa de cada uno, me acorde de Cristo, el chico del ascensor era muy similar en parecido físico a este galán. Espere a llegar a casa para pajearme con Cristo a través de una videollamada.

Habíamos alquilado una vivienda en Murcia, pues dado que últimamente hacia muchas exposiciones en la galería de Otis, y Tomas por su trabajo siempre andaba fuera, decidimos venir a vivir a la capital. Creí que de este modo todo seria mas fácil, y que mi matrimonio volvería a ser lo que nunca fue, solo puedo decir que en ese momento Tomas estaba mas suave que nunca conmigo, a todo me decía que si. Supongo que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, y eso debió de pasarle a mi marido entonces.

Aunque mi matrimonio no era precisamente de color de rosa nos llevábamos relativamente bien, pero cada vez estaba también mas distanciada de Tomas, y claro como en una ocasión me dijo Otis –en cuanto te has fijado en otros hombres y te has enamorado de otro es porque a tu marido ya no lo amas –¡Y debía de tener razón! ya sus caricias me sabían a nada, incluso le rehuí en muchas ocasiones, no quería acostarme con él, de hecho acondicione una de las habitaciones de nuestra nueva vivienda como dormitorio independiente del mío para dormir separados. Lola como ya estaba acostumbrada a nuestros desaires, y que había visto que dormíamos desde hacia tiempo separados no le extraño nada esta situación, de hecho la vio hasta normal.

 Me encerraba en mi dormitorio una vez que Lola se iba a dormir por las noches y entonces era la ocasión perfecta para dedicar placer a mi cuerpo. Era un ritual cada noche que tenía la ocasión de hacerlo, exactamente a las 23.00 horas tras cerrar la puerta de mi habitación y asegurarme que todos andaban dormidos e incluso si Tomas estaba de viaje de trabajo mucho mejor para desatarme. Comenzaba a desnudarme completamente y enseguida acudían los pitidos de mensajes a mi móvil, no tenia que hacer nada, sin llamarlos yo a ellos... ellos venían a mí como si se tratara de un imán.

Y entonces me metía en la cama desnuda, me tapaba lo justo hasta las axilas para no pasar frío, enganchaba el móvil y recibía mensajes de mis amantes virtuales, ya por aquel entonces tenía aproximadamente unos diez especiales como yo les llamaba, podía tener sexo a través del teléfono con dos, tres incluso con cuatro a la vez. Una mano la utilizaba para escribir, y con la otra me masturbaba ¡adquirí esa destreza! E imaginación no me faltaba para decirles cosas excitantes a todos ellos, de forma que se avivaban tanto o más que yo, conseguía que se masturbaran, me enviaran fotos y videos, se corrieran a través de llamadas y mensajes. Yo podía alcanzar dos y tres orgasmos esa noche. Me daban las tantas de la madrugada follando de forma virtual, a la mañana siguiente estaba completamente cansada físicamente y sin embargo muy animada mentalmente. 

Ardo en DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora