Capítulo 12 CONVERSACIÓN SUBIDA DE TONO

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No es que busque una justificación hacia mi comportamiento, pero en estos momentos de mi vida estaba hecha polvo a lo que el corazón se refiere, entre mi fracaso más elemental y dañino como fue mi matrimonio, el plantón descomunal de José Ángel, Eros y su escapada fantasmagórica... Teo y su fallido intento de follar conmigo y dejarme a medias... Jorge y su confesión de amor a lo que yo siempre le respondía –no te enamores de mí. Me preguntaba si todos ellos eran los culpables de mi roto corazón o realmente la culpa era mía... conclusión... o todos son unos mal nacidos, cabrones hijos de puta o yo era una tonta confiada y demasiado imbécil de dar demasiado a cambio de nada.

Estaba tan sumamente sensible con ganas de enamorarme, de que me valoraran como mujer, de ser amada, de que me dieran todos los mimos y cuidados que durante años le he reclamado a mi marido y dejo de darme..., que cualquier hombre que entrara en mi vida diciéndome lo más mínimo me ganaría el corazón.

 —Quiero hablar contigo Jorge.

—¿Estas enamorada? –no es exactamente lo que le había dicho, simplemente que empezaba a tener sentimientos por él.

—No estoy enamorada Jorge. Simplemente siento cosas hacia ti. Creí que ya lo sabías.

—Genial... podía imaginarlo.

—No sé si seré correspondida.

—Pero tú eras la que me decías no vale enamorarse.

—Cuando te conocí, me enamore o creí estarlo de un hombre, me engaño, me traicionó, y por eso te decía que no quería enamorarme. No me fiaba de ningún tío. Estaba dolida, me destrozó el corazón, iba a dejarlo todo por él... no te imaginas lo que pase. Te conocí, y fue una válvula de escape, y comenzaste a gustarme, pero no estaba preparada para el amor. He tenido que desintoxicarme de ese hombre, porque con el tiempo me he dado cuenta que era obsesión lo que sentía por él, un amor tóxico. Ahora estoy casi curada, y empiezo a sentir.

—Comprendo tu situación... y te entiendo. Ahora escúchame tú a mí Sara.

—He salido de un matrimonio de más de treinta años, y con sinceridad te digo que no creo en el amor. Es una chorrada que nos metamos en la puta cabeza ¿para qué?

—Lo que tu digas Jorge, se que sientes algo por mí, y está bien que te pongas el caparazón. Lo entiendo.

—No me pongo caparazón, me muestro yo, pero no creo en el amor, lo siento... no puedo. Estaré dolido.

—Resentido más bien. Entonces para que me quede claro, ¿sólo soy un polvo virtual para ti?

—Yo no digo eso. ¿Te estás enamorando Sara?

—¿Para qué te voy a contestar? Si tu no sientes nada por mí, no voy a hacer el ridículo más.

—¡Que ridículo ni nada Sara! ¿Qué dices? ¿Cómo te enamoras si no me conoces? Y tú estabas cerrada a ello.

—He abierto mis puertas al amor, te lo acabo de explicar, no te conozco personalmente, es así... ¡olvida todo lo que te he dicho!

—Que complicado todo, anda no seamos tontitos.

—¡Lo serás tú!

—Yo no digo eso, me refiero que lo pasamos bien Sara, disfrutamos, estamos bien... ¿Qué amor?

—Lo siento Jorge, es lo que siento, entiendo que si no quieres complicarte conmigo dejemos de hablar y ya está. No voy a sufrir más, pues no soy correspondida, está claro. No he dicho estar enamorada de ti, sino que siento cosas. Para estar enamorada tendría que conocerte en persona, y el amor se va construyendo con el tiempo.

—Si no quieres hablar conmigo, yo lo entiendo y te respeto, por supuesto. Pero pienso es una lástima.

—Jorge, tu quieres disfrutar y lo veo genial, y yo siento cosas y tu no. ¿Quién sufre?

—No ha de sufrir nadie, esta relación es de disfrutar... no de sufrimiento.

—Yo voy a sentir cada vez más... y tú no.

—¿Cómo sabes lo que vas a sentir?

—No me martirices más, siento eres especial, te echo de menos, siento hormigueo...

—Uhhh, ¿estás coladita por mí sin conocerme? Jajjaja

—¿Eso qué significa? Ya está paso de que te rías de mi Jorge.

—No me río, no lo tomes así.

—No te conozco Jorge, ¡ya está, ni tú a mí!

—Correcto

—Pues ya está, no nos conocemos, no siento nada, olvídalo todo.

—Me refiero no nos hemos visto en persona, Sara.

—No sé ni cómo te llamas, te repito no estoy enamorada, siento cosas... no tenía que haberte dicho nada.

—Sara... no seas así.

—Sólo quieres follar, pues follamos y ya está, me olvido de lo que siento, teniendo claro que tu jamás te fijaras en mi para otra cosa.

—No... sé lo que yo haré en un mañana... nadie puede saber.

—Hoy por hoy, tu solo quieres follar conmigo.

Parece mentira que durante meses Jorge me estuvo preguntando qué es lo que yo sentía por él, que si me acordaba de él, que él era enamoradizo, y unas tantas cosas más... y por eso yo le decía que no se enamorara de mi.

—Sara me pones a mil, me gusta tu forma de ser, ¿Qué quieres que te diga? Que te amo, y te engañe, eso ¿crees que es lo mejor?

—No, pero recuerdo una conversación tuya que me confesaste que sentías por mí, y ahora no sientes. Me queda claro Jorge, no pasa nada, te excito, y ya está, ok, pues nada Jorge, a follar y ya está. Teniendo esto claro, me olvido de mis sentimientos, y solo disfrutamos y punto.

—Yo no digo eso... pero ya está, lo que veas por conveniente Sara. También recuerdo una conversación tuya diciendo no te enamores de mí.

—Y en esa conversación, tú lo estabas, por eso te lo dije, y hoy te he explicado el motivo, no quería hacerte daño en ese momento.

—Tranquila ya está, no hablemos más... ya está, porfi... tú haces sexo con otros tíos...

—¿A qué vienes esa pregunta?

—Haces sexo con otros, y sientes por mí... ya está nada más tengo que decir Sara.

—¿Qué tiene que ver? Yo puedo tener sexo con hombres y no sentir nada más que placer, y luego puedo tener sexo con otro u otros hombres y sentir algo especial.

Tras esta conversación con Jorge que no tuvo desperdicio alguno, al día siguiente nos dimos los buenos días como si nada hubiera pasado, hablamos de cosas sin importancia, le pedí disculpas por todo lo que le dije, y quedamos en no tener malos rollos entre nosotros, apartamos los sentimientos para seguir disfrutando de lo que teníamos, sexo virtual. 

Ardo en DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora