Capítulo 36 ¿VIOLACIÓN O POLVO?

163 4 0
                                    


Y entonces se levanto, y contundente me dijo Yena –mira guapa, te voy a decir una cosa, ese tío es multimillonario, tiene empresas en China, aquí en España, y en su puta madre... ese tío venía dispuesto a dejarse mucha pasta con nosotras, y podía haber elegido a una de esas pibón, o a mi... y te ha elegido a ti, a la más fea... mil euros por una noche Sara... ahora puedes pagarte esa puta operación...

―¡Que polvo más caro! La operación vale más... necesitaría que ese tío me violara diez veces mas... esto no me soluciona nada.

―Nadie te ha violado, tú has venido por tu propio pie, no seas desagradecida.

—¿Cómo puedes decir eso? Me ha violado Yena...

—Te voy a explicar una cosita, Mark, es como se llama ese tipo, tiene gustos extravagantes, pero jamás haría daño a una de nosotras, te lo aseguro.

Y con incredulidad le dije —¿te lo has follado Yena?

—¿Tu qué crees Sara?

—No puedo creerlo que me dejaras en sus manos sabiendo lo violento que es.

—Como también sabía lo rico y generoso que es.

—¿Todo vale para ti, Yena?

—Necesitábamos dinero, y me pidió dejaros a solas.

—¿Cuánto dinero te ofreció?... ¿Cuánto valgo Yena?

—Quinientos euros por dejaros a solas y otros quinientos por mi silencio.

—¡Vaya! ¿Eso es lo que valgo? ¿Mil euros?

Jamás había estado tan enfadada con nadie, estuve una semana sin ir a trabajar, no podía moverme, ese tío me había dejado marcas por todas partes, me dolió la vagina durante todo ese tiempo.

―No puedes ir al hospital, nos denunciarían, tu irías a la cárcel. Conozco a un medico que podrá verte... –me dijo Yena.

―Déjalo... no me ayudes más... ¿tendré que dejar a ese medico que me folle también para que me ayude?

—Escúchame con atención Sara... con los rusos no se juega... si denuncias a Mark, no te quedara sitio donde esconderte... esto es algo muy serio... si crees que se pasaron contigo en el club, ni te imaginas lo que pueden hacer, tu vida se puede convertir en un infierno.

—¿Más todavía?

—Ni te lo imaginas... ¿tienes una hija no?

—Ni se te ocurra mencionarla, no tienes ningún derecho.

—Te aseguro que estos tíos van a por todas, lo he visto.

—¿Cómo has sido capaz de arrojarme a esta situación Yena? Me has puesto en peligro conociendo las consecuencias que esto llevaría... ¡no quiero volver a verte en mi vida, nunca, jamás...! ¡eres una...!

—Dilo... puta.

—No... una cabrona, hija de puta.

Decidí entonces quedarme en la pensión para recuperarme, e ir a visitar al doctor que me había ofrecido ayuda, pero cuando salía por la puerta de la pensión, Yena me detuvo.

—¿Estás loca? ¿Dónde vas? Si apenas puedes moverte.

—Voy al hospital... a ver al doctor.

—Nos vas a meter en un lío, ¿acaso te negaste a coger los 1000€?

—¿Eso que tiene que ver Yena? Estoy hecha polvo, no aguanto más.

—Pues la cueces aquí, que no estás para morirte. No voy a dejar que la cagues así, entra a la habitación... yo me he curado heridas peores que las tuyas, toma te he traído algo que te aliviara el dolor –ofreciéndome una bolsita blanca.

Tenía dudas si tomándome aquella bolsita blanca, junto con otros medicamentos y mezclándola con el whisky me llevaría al hospital, lo estuve pensando toda la noche, me sentía secuestrada en mi propia habitación, Yena no me dejaba salir, estaba más recuperada, y aún así me puso a unos de esos rusos en la puerta para que no me pudiera ir a ninguna parte, ella decía que velaba por mi seguridad -¡y una mierda Yena! Me tienes secuestrada.

—Lo ves Sara... estas desquiciada no sabes lo que dices, cuando quieras puedes largarte, pero no creo que estés en condiciones.

—¿De veras puedo irme?

—Ahí tienes la puerta –señalándola

Observé la puerta de la habitación que me daba vueltas, me levante y entonces Yena me dijo con rabia –pero si lo haces, y me acusas de algo, o vas a la policía... o dices lo que ha pasado en el club, tu hija sufrirá las consecuencias, te lo aseguro Sara.

—¿De veras le harías daño a Lola?

—Tú no sabes de lo que soy capaz... y esos rusos no se andan con bromas.

—Te odio

—Acuéstate en la cama... necesitas reponerte... ahora mismo pareces una mierda pinchada en un palo.

Ardo en DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora