Capítulo 21 PEDIDA DE MANO, PÉRDIDA DE UN SER QUERIDO

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Mientras Tomas estuvo en la cárcel, pinte muchísimos cuadros, todos aquellos que el no me permitió hacer, Víctor y yo vivíamos en la cabaña en verano y en invierno nos íbamos al piso, así Lola fue al instituto, lo tenia mas cerca. Yo pintaba en la galería en una habitación que me arreglo Otis especial para mi llena de pinturas al óleo, acrílicos, pinceles...

Aquel verano fue el mejor desde hacia muchos años, lo recuerdo con una cierta nostalgia y con mucho cariño. Víctor, Lola y yo pasamos todo ese verano en la cabaña, la cual estaba situada frente a un riachuelo de aguas cristalinas, no venía demasiada gente porque era un paraje bastante escondido, Víctor lo había descubierto en su niñez, era como su refugio en la adolescencia, durante la estación veraniega nosotros aprovechábamos nuestra estancia para disfrutar al máximo de este paraje natural.

―Ha llamado tu madre –me dijo Víctor mientras yo pintaba un paisaje en el porche de la cabaña.

―¿Y ahora que querrá? ―tras meses sin hablarnos era la pregunta más obvia que me hice en voz alta.

―No seas testaruda ¿cuando piensas perdonarlos?

―¿Y tu me preguntas eso? –Víctor había discutido con su madre porque ella le dijo que yo no era buena influencia para él, me defendió y Víctor dejo de hablarle, intervino Diego para que ella no le dijera nada de nuestra relación a Víctor, y no lo hizo en esa ocasión pero los demonios andan sueltos y tarde o temprano yo me temía lo peor.

―No eres justa Sara –me arrepentí de mis palabras en el mismo momento en que se lo dije, me acerque toda manchada de pintura y le di un abrazo, manchándole su preciosa nariz de óleo, Víctor me sonrío, esa sonrisa que le hacia aquel hoyuelo en su barbilla que me volvía loca de amor, me beso con tal intensidad que creí subir al cielo.

Llevaba un vestido cortito muy veraniego, iba sin bragas ni sujetador, Víctor enseguida se dio cuenta de que no llevaba ropa interior, me sonrió y con un gesto pícaro me subió el vestido, y no tarde en sacarle su miembro que ya estaba preparado para introducírmelo, mientras me agarre al palo de sujeción de una pared del porche Víctor me embistió por detrás, yo mirando a la montaña, me contonee para facilitar la tarea, me agarro de los pechos moviéndose con intensidad dentro de mi, hasta alcanzar el clímax ambos a la vez.

Tras este rapidito intenso, seguimos nuestra conversación, Víctor me dio una palmadita en el trasero y me dijo –anda llama a tu madre, no seas testaruda.

Le hice caso puesto que me había dicho que mi padre andaba enfermo, pero no estaba por la labor de perdonarle aun los desaires que tuvieron conmigo cuando Tomas me pego aquella paliza que casi me mata, y cuando lo llamaron para que viniera a buscarme a mi y a Lola.

―¿Sara? –al escuchar la voz de mi madre tras varios meses sin hablar con ella, me quede paralizada, quería hablarle pero no me salían las palabras, le colgué el teléfono y enseguida ella me llamo.

―Por favor no me cuelgues Sara...tu padre ha muerto –mi madre tan fina como siempre, decía las cosas tal cual sin preámbulos.

―¿Como? –no podía creerlo, se me cayo el teléfono de la mano, a lo que Víctor que me vio, vino todo asustado ―¿que ocurre Sara?

―Mi padre ha fallecido.

Fuimos al entierro de papa Víctor y yo, Otis quiso acompañarme pero necesitaba que me hiciera de niñera con Lola, no quería meter a mi hija en un entierro –mi niña cuanto lamento tu perdida, tesoro mío, te acompañare, no iras sola... ¡igual Víctor te acompaña!... bueno pues yo también voy al entierro –abrazándome intensamente, porque Otis es muy intenso.

―Te agradezco el detalle, pero ya me acompaña Víctor, quiero que te quedes con Lola, no tengo a nadie con quien dejársela de mi confianza, ella te quiere mucho, y seguro que contigo estará bien.

―Claro preciosa, aunque no me gusten los niños, la única niña que puedo soportar y quiero es tu hija, como si fuera la mía propia.

―Pero si tú siempre me has dicho que no quieres tener hijos, que lo detestas.

―Por eso mi niña, tengo a la tuya, la única que soporto, jajajaja... no te preocupes Lola estará divina conmigo, lo pasaremos genial.

―No lo dudo.

Mi padre llevaba enfermo unos meses, murió de cáncer y mi madre no me dijo nada, ella no derramo una sola lágrima, se limito a rezar una y otra vez con las beatas del pueblo con el rosario en mano que no soltó ni en la misa, solo me miraba de reojo, no se digno ni a saludarme en el tanatorio, me giro la cara cuando intente acercarme a ella.

Me aproxime a ella para acompañarla en el entierro de camino al cementerio que justo estaba pegado al tanatorio en una arboleda ajardinada y entonces le dije en voz baja ―¿Porque no me dijiste que papa estaba enfermo madre?

Ella toda enfundada de luto riguroso como antiguamente que se ponían medias hasta en verano y pañuelo negro en la cabeza, me miro con desaire y me dijo muy seria ―ya estábamos muertos para ti.

Ya no supe que contestarle, puesto que mi madre estaba cerrada en banda a no querer escucharme, de hecho fue dedicarme esta frase y se dio la vuelta dándome la espalda, lo mas trágico de todo es que a Víctor ni lo miró a la cara, se dirigió a ella para darle el pésame y ella retiro la mano, no quiso aceptarlo porque no era Tomas, aun seguía en su empeño de que lo perdonara, y de hecho jamás mi madre me perdono que lo denunciara, recuerdo sus ultimas palabras tras el entierro de mi padre –por tu culpa Tomas esta en ese lugar, jamás te lo voy a perdonar –a lo que yo le respondí –haberte casado tu con él... madre, sabes que estuvo a punto de matarme y a Lola también.

Me miro de arriba a abajo muy seria y me dijo ―¡tu ya no eres mi hija, no te conozco! –si es cierto que yo estando en el hospital no quise saber de ella, incluso llegue a decirle que estaban muertos para mi, pero lo dije desde la ira de que casi Tomas mata a mi hija y a mi, y que por culpa de ella volví con mi maltratador, sin embargo yo no le había hecho nada a mis padres... ser una mala hija según mi madre.

―Te condenaras en el infierno, eres una mala hija... ¡hija de Satanás! –me dedico estas palabras con una ira tan brutal que incluso Víctor que estaba delante junto a otras personas mas que asistieron al entierro, de las cuales una de ellas fue el párroco, se quedaron inmóviles ante tal declaración, sentí tal vergüenza que salí de allí corriendo para no volver jamás, de hecho ya no volví a ver a mi madre en años, hasta el día de su muerte que fui al cementerio a ponerle unas flores.

Tras el incidente con mi madre en el entierro de mi padre todo volvió a la calma una vez regresamos a la cabaña.

Acostados en la cama abrazados Víctor y yo ―Mi madre siempre ha sido muy estricta, desde bien niña nunca me ha dejado hacer las cosas típicas de la edad, no tenía juguetes, decía que las muñecas pervertían a las niñas, así que jugaba a escondidas con mi vecina la cual me dejaba sus muñecas.

―Lo lamento mi amor, mis padres han sido también estrictos, sobre todo mi padre, para él lo mas importante...le interrumpí diciendo –quedar bien ante la gente, guardar siempre las apariencias –a lo que Víctor se quedo extrañado de mi respuesta asintiendo con la cabeza –parece jajaja, que conozcas a mi padre mejor que yo, ¿de verdad lo ves así a mi padre? ¿Es tan evidente?

Y claro para salir del paso –no lo sé, sí tal vez es como lo veo, igual estoy equivocada.

―Mi madre es más dulce, es la que lleva todo para adelante... –y lo volví a interrumpir –si, desde luego que es la sombra de tu padre, y en casa la que manda –¡ubs cagada de nuevo! no podía evitar mi resentimiento con ellos, puesto que aún seguía recibiendo notificaciones amorosas de Diego de forma esporádica.

―¿Te quieres casar conmigo Sara? –desde luego romántico no era Víctor, pero la ocasión de estar los dos acostados en la cama abrazados hablando de nuestra niñez, dio pie a que me pidiera matrimonio, lo que hizo que mi corazón diera un fuerte vuelco de calor y emoción al mismo tiempo.

―Me gustaría que me lo pidieras de una forma más romántica la verdad, pero...―entonces se levanto de la cama, se puso de rodillas, saco un anillo de la mesita de noche y me lo propuso de nuevo, me lance a sus brazos de emoción, me tire a su cuello lo que hizo que el anillo saltara de la caja y se fuera rulando por debajo de la cama.

Nos besamos con intensidad estando en el suelo los dos acostados e hicimos el amor.  

Ardo en DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora